Manifiesto: capitulo veintitrés

7.7K 503 92
                                    

Una semana después...

Narrado por Jazzlyn:

Para mi sorpresa e incluso para la de cualquiera que pudiera ver el aura de una persona, la de Bastian había logrado mantenerse estable en aquel matiz claro. No podía negar que había momentos donde se enfadaba y todo a su alrededor se oscurecía pero parecían ser cosas fugaces, nada que lograran derribar sus progresos. Parecía más dispuesto a continuar, incluso cuando habían algunas reservas a la hora de hablar sobre su pasado, o el que haría con su madre.

Nos quedaba poco tiempo, demasiado poco.

—¿Qué te parece este color? —Nos encontrábamos en la sala de mis padres con unas muestras de pintura sobre la mesa. Intentábamos elegir el color de el dormitorio que estábamos dispuestos a compartir en la nueva casa, pero nada parecía conformarnos—. Me gusta la decoración moderna que hay en la actualidad. El gris, el negro y el blanco quedan bien en una misma habitación.

—Les recomendaría descartar el gris. —Mamá entró con una bandeja en sus brazos. Estaba muy cómoda alrededor de Bastian y me gustaba ver que cuando le sonreía lo hacía con la misma sonrisa maternal que dirigía en mi dirección—. Por alguna razón el blanco y el negro les va como anillo al dedo ¿no creen?

Todo se sentía tan normal en nuestra vida en aquel momento que no me sorprendió que mamá dejara un batido de frutilla frente a mi, y un zumo de naranja frente a Bastian. Había aprendido a reconocer la preferencia que él tenía por los cítricos y parecía bastante feliz de poder hacer cualquier cosa con naranjas. Papá por alguna razón no se sentía muy cómodo cuando mamá tenía alguna fruta en la mano.

Ambos la observamos sonrientes cuando dudó si sentarse con nosotros, estábamos sorprendidos de que no notara la silenciosa invitación que le hacíamos. Ella respetaba de manera excesiva nuestro espacio personal, pero no estaba invadiéndolo si nosotros la invitábamos.

—¿No quiere ayudarnos a elegir, Tessa? —preguntó Bastian cuando notó que mamá no se sentaría si no le decíamos—. Jazzlyn me dijo que tiene un gusto increíble.

Mamá era decoradora y aparte de eso, tenía un gusto exquisito que le permitía hablar de eso por horas. Sin embargo, no me quejaba de tenerla cerca. La conexión que tenía con mamá siempre lograba que me sintiera más a gusto, más segura conmigo misma y mis capacidades.

—¿No les molesta? La elección debe ser de ustedes, deberían incluso requerir a otra decoradora para no sentirse obligados a aceptar cada cosa que salga de mi boca. 

Bastian me observó y seguido de esto, observó a mi mamá.

—Creo que su hija estará de acuerdo en que ninguna otra decoradora estará tan familiarizada con nuestros gustos así que recurrir a otra persona no es una opción. —Mamá no podía ocultar la sonrisa de su rostro, Bastian la hacía sentir cómoda y no porque se sintiera obligado a ser gentil con ella y me agradaba demasiado—. ¿Podría sentarse así nos ayuda mientras desayunamos los tres?

—¿Jazz? —preguntó mamá queriendo saber que pensaba y se lo hice saber cuando tomé el té que tenía para ella en la bandeja y lo dejé frente a nosotros junto con las galletas—. Vale, bien, entendí la respuesta.

En cuanto se sentó frente a nosotros volvió a levantarse de un tirón, como si se diera cuenta que faltaba algo.

—En la portátil tengo unas muestras que hice en blanco y negro para una pareja hace unos meses. ¿Les gustaría verlas?

OcultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora