Capitulo cuarenta:

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Narrado por Jazzlyn:

Sentí la yema de sus dedos recorrer mi espalda provocando que un escalofrío me recorriera. Sonreí levemente mientras me acomodaba contra su costado e internamente agradecía por aquel gesto o de lo contrario ya hubiera caido en los brazos de Morfeo.

Me sentía mal por no querer dormir pero sentía que si lo hacía el simplemente se iría y no lo quería lejos de mi, no quería recordar porque me había llevado a aquella playa y se había comportado de una forma tan trasparente.

El se sentía estupidamente culpable.

Cerré mis ojos con fuerza queriendo apartar aquellos pensamientos. Estabamos juntos, habíamos experimentado algo hermoso y no había necesidad de traer aquellos pensamientos a relucir aunque no podía detenerme. Quería ignorar todo a mi alrededor y solo concentrarme en su pecho bajando y subiendo al ritmo de sus respiraciones, en sus dedos acariciando mi espalda mientras su mentón se apoyaba comodamente sobre mi cabeza. Quería centrarme unicamente en la sensación que su cuerpo junto al mío me brindaba pero me habían ocultado tantas cosas por tanto tiempo que el solo pensamiento de que la persona que quiero también lo haga me provocaba una molestía en el estomago.

Podía mentirle a cualquier persona, incluso podía gritarselo al mundo si así me lo pedían pero no podía mentirme a mi misma y decir que no quería a ese hombre porque aquella palabra resultaba poco descriptiva para lo que sucedía en todo mi sistema.

—Te ves agotada, ¿por qué no intentas descansar? —No dije nada mientras apoyaba mi rostro en su pecho desnudo y negaba con la cabeza. Me sentía avergonzada por aquel comportamiento pero no quería mirarlo al rostro, no me sentía capaz—. Tienes miedo.

Su voz se había endurecido al igual que su cuerpo. Sentía que el se había puesto a la defensiva cuando era aquello que quería evitar bajo cualquier circunstancia. Podría no estar viendo mis pensamientos de forma directa pero el no necesitaba hacerlo para descifrarme por completo.

Tal vez aquel había sido mi mayor error. Le había dado el poder de conocer cada reacción, cada gesto, cada debilidad y cada virtud. Le había dado el poder de armarme y desarmarme a su antojo.

—No vayas allí —susurré, esperando que aquello fuera suficiente pero Bastian era especial, complicado. No iba a dejar pasar aquello.

—Tienes miedo de que me vaya —afirmó, una risa cargada de cansancio saliendo de sus labios—. Tienes miedo aún después de todo lo que hice hoy, de todo lo que te demostre.

Sonaba tan dolido que tan solo quería decirle que no, que realmente mi único miedo era quererlo de aquella manera, con aquella locura, pero no podía mentirle. Tenía miedo de dormirme y por segunda vez despertar sola en una habitación que lo había visto todo.

Valoraba lo que el había hecho, valía demasiado para mi el gesto que había tenido por iniciativa propia pero también dolía que hiciera todo aquello para borrar el sentimiento de culpa que el mismo poseía.

Quería que el compartiera algo conmigo pero no porque quisiera enmendar errores pasados.

—Te irás, ¿no es así? —Tome el valor suficiente para levantar mi rostro y enfocarme unicamente en sus ojos mientras apoyaba todo mi peso en mi codo—. Haces esto para que yo me sienta culpable pero te irás, otra vez te irás.

—Debo hacerlo —respondió, su voz totalmente neutra—. No tengo opciones, debo hacerlo.

—¿A quien intentas convencer realmente, Bastian? —Estiré mi mano y acaricie su cabello para ver como cerraba sus ojos, disfrutando de aquel toque. Lo quería, endemoniadamente que lo quería pero aquello me estaba haciendo daño—. ¿Se trata de algo que me coloque en el campo de guerra o simplemente de algo personal?

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