Manifiesto: capitulo trece.

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Narrado por Jazzlyn:

—¡No lo hagas, Abaddon! —Miré a Agramon sobre mi hombro y pude ver la tensión que tenía en sus hombros mientras sus prismáticos se dirigían a su primo. No los necesitaba, pero lo distrajo lo suficiente como para ignorar la forma en la que salí corriendo al claro despejado—. ¡No hagas esta locura!

Odiaba a Agramon por haberme obligado a ocultarme en cuanto el helicóptero había aterrizado. Odiaba a Jaden por haberme impedido que le avisara de la bomba mucho antes. Odiaba a Bastian por haber corrido en la dirección contraria cuando todo lo que tenía que hacer era alejarse y no volver, no me importaba si uno de sus soldados se quedaba atrás por más duro que fuera, yo necesitaba que él volviera conmigo.

Me detestaba por haber accedido a todas esas cosas y no haber corrido hacia él mucho antes.

—Lo siento, mi amor, pero esto es lo más correcto que he hecho en mi vida. —Mis ojos se llenaron de lágrimas al escuchar su voz cubierta de una innecesaria despedida. Vi el helicóptero a unos metros de mi levantar vuelo y apresuré el paso queriendo que aquel insoportable ruido no ahogara las palabras de Bastian—. Lo siento, soñadora.

Nos encontrábamos a más de cincuenta metros de distancia cuando la bomba estalló.

La bomba, la jodida bomba de mierda estalló.

Mi cuerpo se vio lanzado en cuanto todo ocurrió. Sentí las ondas expansivas empujando mi cuerpo y en cuanto choqué contra el suelo cubrí mis oídos queriendo que todo se detuviera.

No podía dejar de pensar en Bastian mientras abría mis ojos y rogaba que las cosas dejaran de moverse. Mi rostro estaba contra el suelo y podía ver como el pasto del claro se alejaba y volvía a acercarse, como la nitidez cambiaba de escala con el correr de los segundos.

Y el estúpido e insoportable pitido.

Me coloqué de pie en cuanto la fuerza de voluntad fue más fuerte que los movimientos agresivos que el suelo hacía debajo de mis pies. Sabía que el suelo no se movía, no era tan estúpida, pero mentiría si dijera que la bomba no había afectado mi cerebro.

Vi que la fogata se había prendido fuego y con la explosión la mayoría de la estructura de madera se había destrozado mandando el material para todas partes. Todo estaba destrozado, todo parecía perdido.

Y yo no veía a Bastian por ninguna parte.

La primera vez que intenté dar un paso caí al suelo en cuanto mis piernas mandaron alertas no logrando soportar mi peso. Me sentía inútil, mi cuerpo entero parecía estar hecho de gelatina y lo único que sabía, es que debía moverme y encontrarlo.

Cuando recuperé la audición que creí perdida por tiempo ilimitado, los ruidos se volvieron insoportables. Escuchaba gritos pero no podía diferenciar las voces, o que decían. Solo me encontraba ahí, tirada en el suelo completamente aturdida.

Me prometí a mi misma que jamás volvería a estar medianamente cerca de una bomba y sin duda tampoco dejaría que Bastian lo estuviera.

Bastian.

Lo odiaba. Lo odiaba por ser tan bueno con personas que no lo merecían en lo absoluto. Lo odiaba por infravalorar tanto su vida de poner a los demás sobre él.

Lo odiaba por hacerme amarlo con tanta locura, para luego voltear y correr en dirección a una jodida bomba.

No esperé más tiempo, pelee contra el aturdimiento y me eché a correr en dirección de la fogata destruida. Tropecé con troncos de madera, restos de basura quemada y muchas más cosas que no me molesté en identificar. Quería encontrarlo, haría lo que fuera para hacerlo.

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