Capitulo cuarenta y dos:

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Narrado por Jazzlyn:

-¿No puedes sentir quien diablos es? -pregunté mientras lo seguía. Tenía un intenso dolor de cabeza y las luces parpadeantes del color de la sangre me tenían mareada, perdida en un lugar que no conocía en lo absoluto.

No me sentía segura en aquel lugar, sin importar con quien estuviera o con quien no.

-No, sea quien sea sabe que debe ocultar sus emociones. -Tropecé con un escalón cuando sentí la mano de Agramon sostener mi antebrazo con tanta fuerza que solté un quejido por lo bajo-. No hay tiempo para tropezones, soñadora.

-No sabía que podía elegir si tropezarme o no, gracias por el dato, imbecil. -Me solté de su agarre y masajee la zona donde seguramente quedaría un moretón-. Deberías aprender a medir la fuerza.

-En mi vida la violencia siempre fue la solución. -No me gustaba traer esos recuerdos por lo que asentí queriendo olvidar aquella conversación. No había tenido una vida fácil y no sentía necesidad de recordarte aquello-. ¿Qué esperas para seguir subiendo?

Coloco su mano en mi espalda y me dio un empujón que podría haberme hecho caer si no hubiera estado atenta a aquel gesto. Clave mi vista en los escalones pero estos parecían desaparecer y regresar frente a mi, la luz le daba aquel efecto que tanto detestaba y los pocos escalones que podía ver deslumbraban con el brillo provocado.

Eso era mala suerte cuando se trataba de mi.

-Espera -dije, deteniendome de una manera tan abrupta que logro captar su atención-. Roger, ¿donde esta Roger?

Me miro queriendo ocultar que desconocía la respuesta pero no necesitaba ver sus emociones porque su rostro lo decía todo. No podía creer como me había olvidado de mi mejor amigo como si aquello fuera algo menor, como si el no me importara.

Voltee sin dudar y comencé a correr escalera abajo donde la locura parecía dominar a cada persona en la fortaleza. Grandes puertas blindadas estaban cerrandose impidiendo que algo del interior saliera y, obviamente, que algo del exterior entrara.

No sabía donde estaba Roger y no me iba a importar tener que amenazar a un par de guardias para que me dejaran salir.

-¡Roger!

-¡Soñadora, ven aquí ya mismo! -Ignore el llamado de Agramon cuando un jarrón que había en la esquina del corredor se estrello contra el piso a tan solo unos centímetros de mi. Me detuve, el miedo de que aquel jarrón me hiciera daño era real pero más real era que Agramon no tenía limites-. Te dije que te detuvieras.

-Sé donde coño esta y tu no me das ordenes, Agramon -repliqué para ver como sus facciones se tensaban. No me importaba si en su mundo todos siguieran sus ordenes pero en el mio nadie tendría poder sobre mi-. Aquí nadie manda así que ve haciendote una idea de eso.

-Estas demente, harás que te maten. -No era como si aquello fuera completamente cierto. Estaba poniendo en duda si un Mortiferis podía conmigo.

La única forma de seguir avanzando en aquello era si yo lograba creer en mi misma e iba a intentarlo bajo cualquier metodo.

-¿Por qué estas conmigo justo ahora? -pregunté mientras me internaba en lo que parecía ser un mar de personas, alteradas, chillonas y muy violentas.

Podía diferenciar Dreamers, guaridas, personas que necesitaban hogar y se habían unido a la causa entre muchas más personas que decidían apoyarnos en aquellos momentos que parecían ser tan complicados en la historia de nuestra raza.

Lo cierto es que gritando mientras corren por sus vidas no es una linda forma de ayudar.

-Porque debo cuidarte.

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