Incierto: capitulo veinticinco

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Narrado por Bastian: 

Cuando estas frente a una situación en la que la solución esta fuera de tu alcance, comienzas a sentir más inquietud de la que creías humanamente posible. Quieres mejorar la condición en la que te encuentras, solucionar el problema que atormenta tu mente y evitarte más dolores de cabeza pero el pensar en las mil formas que puedes usar para liberarte de ese cargo no soluciona el problema, le da más esperanzas a tu mente, tal vez solo es eso. 

Tal vez somos tan cobardes que nos refugiamos en nuestra imaginación, donde logramos vencer cada situación problemática de nuestra existencia, porque en la vida real nos sentimos incapaces de hacerlo.

Dejé un golpe más en el saco de boxeo azul que tenía frente a mi y lo sostuve en cuanto volvió a su lugar. Apoyé mi frente en el saco y di grandes respiraciones queriendo liberar un poco de la tensión acumulada, incluso cuando eso se sentía remotamente imposible. 

No podía evitar que los pensamientos en mi mente fueran negativos o que crearan una tensión que me cubría por completo. Afuera de aquella fortaleza seguía Zayra y no sabía que era lo que planeaba o cuanto tiempo tenía para encontrarla nuevamente sin poner en riesgo a Jazzlyn. Había tenido suerte cuando ella se había apartado de la puerta de aquella celda y me dejaba el paso libre. Creía que Jazzlyn estaba muerta, creía que me había arrebatado todo lo que me importaba en la vida y que ya no estaba dispuesto a pelear pero me alegraba saber en gran parte, que se había equivocado.

Jazzlyn se recuperaba demasiado rápido y era algo que tomaba como ejemplo cada día, aún cuando me costaba ir a verla y notar lo que le habían hecho. No habían afectado solo su salud física, sino también su estabilidad emocional. Sus valores y metas como persona no se habían visto alterados pero si podía notar al verla, que tenía demasiado miedo de lo que aquellas personas pudieran hacerle. 

Me sentía culpable por no haber llegado a ella a tiempo, por no haberla podido cuidar y proteger como sabía, debía hacer. Lo único que podía hacer era ayudarla a recuperarse, y encargarme de que cada uno de ellos pagara por el daño que le había hecho.

Empujé el saco mientras volteaba y me aproximaba a un banco de madera que tenía cerca. Quité las vendas que estaba usando con brusquedad y las dejé caer en el suelo ya que no me importaban en lo absoluto, aquel gimnasio parecía no ser concurrido hace siglos por lo cual supuse que a nadie le importaban las vendas en el suelo. Tomé una toalla y limpié el sudor que cubría parte de mi rostro y pecho descubierto, no había notado cuanto de mi tiempo había dedicado allí pero apostaba que no había sido tan poco como pensaba.

Escuché la puerta abrirse y voltee a ver como Kyle Stevenson hacía acto de presencia allí, y no parecía como si tuviera el mejor de sus días. Estaba preocupado pero más que cualquier otra cosa, estaba enfadado, conmigo en particular.

No me molestaba, estaba acostumbrado a que cada pequeña parte de él me odiara y quisiera mandarme al infierno con un pasaje sin retorno.

—¿Qué mierda haces aquí? —Arquee mi ceja mientras sonreía y me preguntaba si algún día aquel hombre podía hablarme como una persona normal—. No se porque sonríes pero te aseguro que mi hija no esta haciendo justamente eso mientras la atienden.

La sonrisa se fue de mi rostro más rápido de lo que creí que se podía cambiar de expresión. No me detuve a leer las cosas terribles que podían pasar por la mente del hombre que se paraba frente a mi, ni siquiera quise saber en aquel momento que fue lo que había pasado con Jazzlyn sino donde estaba o donde era que la estaban atendiendo.

La había dejado hace pocas horas en su habitación durmiendo y me había asegurado de que todo estuviera en orden antes de irme, incluso cuando el gimnasio quedaba solo a 25 metros de la casa principal de la fortaleza, donde ella estaba. ¿Cómo diablos esa chica se metía en problemas con tanta facilidad? 

OcultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora