Incierto: capitulo treinta y dos.

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Narrado por Jazzlyn:


Mis terminaciones nerviosas estaban volviéndose locas mientras mis ojos se mantenían fijos en la pantalla que tenía a solo unos metros pero lo que realmente me preocupaba eran mis pensamientos y el rumbo que mis emociones enredadas estaban tomando. 

Tenía el cuerpo inerte de Belial a mis espaldas, sus últimas palabras en mi mente y las emociones que él había depositado en mi. Mi novio estaba fuera junto con personas importantes en mi vida mientras jugaban a meterse en la boca del lobo, mi madre estaba en algún sitio fuera de mis conocimientos y el ver como la fortaleza ardía en llamas, no era algo que ayudara a la crisis de nervios que amenazaba con dominarme. 

No era algo que ayudara en lo absoluto.

—¿Qué diablos paso? —Aún cuando tenía mis ojos fijos en el televisor fui capaz de ver a Aria caminar hasta estar a mi lado. Ambas nos encontrábamos atónitas, todo parecía detenerse mientras la sola imagen del fuego consumiéndolo todo también amenazaba con consumir nuestros corazones—. ¡¿Es ese hijo de puta?!

No me sentí capaz de responder, aún menos de poder comunicarme de manera correcta porque toda mi atención estaba en el noticiero que se transmitía en aquella televisión. 

Las imágenes estaban siendo captadas por una reportera que transmitía todo desde un helicóptero que sobrevolaba el lugar. Podía ver el bosque totalmente destruido, el humo oscuro invadiendo el ambiente y las llamas arrasando con todo a su paso. La edificación de la fortaleza, aquel blanco impoluto y la arquitectura hecha con asombrosa precisión parecían ser algo completamente ajeno al lugar que aquellas imágenes me mostraban. Todo estaba cayendo en ruinas oscuras, imprecisas, arruinadas. Aquel sitio no se veía como el que algún día me había hecho sentir segura, aquel lugar no era donde la historia de mi raza había conocido.

Aquel lugar estaba reducido a un montón de escombros rodeados por el fuego mientras bomberos luchaban incapaces de salvar a sus habitantes. Esas soñadoras no tenían poderes de otro mundo, no tenían la capacidad de salir sanas de aquel acto de destrucción y dolor frío, y calculado.

Nadie saldría vivo, y yo lo sabía.

—¿Qué hiciste? —Mi voz salió en un leve susurro pero en cuanto escuché una risa cargada de burla, supe que él me había escuchado a la perfección—. ¿Qué hiciste? ¡Ese lugar era tu casa! ¡Esas personas eran lo único bueno que conociste en tu vida!

Sabía que Achilles había pasado mucho tiempo en la fortaleza al punto de que todas aquellas personas le tenían aprecio, todas esas soñadoras habían confiado en él y en la inocencia que a todos parecía llevar. Había manejado a cada persona que se le cruzaba a su antojo porque tal vez la maldad no recorría sus venas por genética pero si mantenía frío su corazón, que era lo más importante.

—Ya estoy en casa, soñadora. —Escuché un golpe de fondo y por un momento pensé que era en la sala que me encontraba pero en cuanto Achilles volvió a hablar confirmé que no era así—. Y parece ser que tu novio también. 

La llamada se cortó y miré el teléfono en mi mano sin saber que hacer. Sabía que Achilles estaba enterado de la llegada de Bastian a la base, sabía que estaba esperándolo y también sabía que aunque quisiera hacer algo todo estaba fuera de mi alcance. No podía avisarle a Bastian, sabía que él no iría con un teléfono en el bolsillo y también sabía que no era tan estúpido como para atender cuando estaba ahí.

Me sentía perdida incluso cuando sabía donde estaba.

—Saca eso de la televisión, por favor. —Quise hacer lo que Aria me decía por lo que levanté el control que aún estaba en mi mano y apreté las teclas que debían cambiar el canal, pero nada sucedió—. ¿Qué pasa?

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