Manifiesto: capitulo dos

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Narrado por Jazzlyn:

Me revolví inquieta en la cama mientras intentaba sacarme aquella sensación de mi cuerpo siendo recorrido con uñas finas y totalmente peligrosas. Podía sentir el cosquilleo bajando por mi espalda, recorriendo el costado de mi cuerpo para finalizar en mis muslos y volver a comenzar. Era una situación tortuosa, desesperante y llena de castigo. Sabía que estaba en mi habitación, sabía que tenía que abrir mis ojos y cortar con aquel tacto desesperante pero no podía, mi cuerpo estaba ignorando mis ordenes.

—Aléjate de él. —El susurro llegó fuerte y claro, incluso podía sentir la respiración detrás de mi oreja—. Es mi última advertencia.

Quise preguntar quien era, quise removerme y voltear para saber quien diablos había entrado en mi habitación pero nada de mi respondía, parecía que lo único despierto de mi cuerpo era mi cerebro y de manera parcial ya que no controlaba mis movimientos. Me sentía invadida, traicionada, rebajada.

Tenía más protección de la deseada, y sin embargo siempre llegaban a mi.

Un movimiento brusco en la cama y la brisa que después recorrió mi espalda me dejó en claro que me encontraba sola, y que quien hubiera estado conmigo se había escapado por el balcón de aquel lugar. 

 Cuando unas manos firmes tocaron mis hombros todo en mi cuerpo pareció despertar. Arquee mi espalda mientras abría mis ojos de par en par y volvía a respirar. Volví a recuperar el control de mis movimientos pero todo era confuso, me sentía una intrusa en mi propio cuerpo.

—¿Qué sucede? —Tenía a Agramon preocupado a centímetros de mi rostro, podía ver sus ojos recorriendo cada centímetro de mi piel en busca de explicación o tal vez, en busca de más daños—. No estabas respirando Jazzlyn, ¿qué diablos paso?

¿Qué era lo que me había pasado? Sentía como si los últimos quince minutos hubiera estado sumergida bajo el agua para luego regresar a la superficie. Sin embargo, era una superficie poco agradable.

—No... No lo sé. —Mis manos temblaban, no podía hablar, me costaba formular los pensamientos de manera coherente—. Alguien.

—¿Qué "alguien"? —Agramon perdió la paciencia y lo noté cuando comenzó a zarandearme por los hombros. Era violento y drástico, pero me regresó a la realidad—. ¡Reacciona! 

—Alguien estaba en mi habitación. —Agramon se apartó de mi unos centímetros y estudió mi rostro, tal vez esperando algo que le dijera que era mentira—. Me estaba tocando, Agramon. Alguien estaba en mi habitación.

Miré a mi alrededor notando por primera vez que mis sentidos no me habían traicionado y la brisa que sentía era definitivamente de las ventanas del balcón abiertas de par en par. Las cortinas estaban elevadas por el viento y el movimiento me dejaba notar que la tormenta aún seguía desatando su furia en el exterior. ¿Realmente alguien se arriesgaría a entrar en mi habitación para escapar por el balcón? ¿A ese punto había llegado?

—¡Alex! ¡Corban! —La puerta de mi habitación fue abierta de un golpe y pude ver como primero entraba Alex, seguido de mi guía puro—. Alex, revisa el baño. Corban, calma a Jazz.

Agramon se levantó de mi cama y sacó la pistola que ocultaba en su espalda con el borde de sus pantalones. Lo vi tomar el arma con destreza y mantener su postura firme mientras caminaba hacía el balcón y sin dudarlo, desapareció por allí.

—Jazzy. —Miré a Corban y sus ojos alarmados solo me preocuparon un poco más. Me recordaba a un animal frente a los faroles de un carro—. ¿Qué se supone que debo hacer? Estas realmente asustada.

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