Manifiesto: capitulo veintisiete.

7.9K 498 89
                                    

Narrado por Jazzlyn:

Cuando pierdes a alguien que esta en lo más profundo de tu corazón no importa cuanto duermas, o cuanto intentes distraer tu mente. Tu corazón está ahí, latiendo con naturalidad pero aún demostrando que está herido, que perdió una parte de su motivación para continuar con su función. 

No importaba cuanto durmiera, o cuanto intentara distraerme con los problemas que aún nos rodeaban, algo en mi corazón dolía. Se sentía como una explosión dentro de mi pecho. El estallido inicial había causado daños graves, tal vez daños que me impedirían volver a sentirme entera, pero aún después de ese daño inicial las secuelas seguían penetrando hacía lo más profundo.

Perder a Sophia había sido como si me hubieran arrancado uno de mis miembros. Podía vivir, incluso podía encontrar una forma de hacer que mi vida siguiera su rumbo, pero jamás volvería a ser lo mismo. Jamás devolverían lo que me había sido arrebatado.

Jamás volvería a sentirme entera.

Aún podía recordar que en mi adolescencia los sueños por mi don habían llevado a que mi inconsciente creara pesadillas aterradoras. Era duro soñar todo el tiempo con tragedias, catástrofes, accidentes. Todo había sido dolor en cuanto cerraba los ojos, pero las pesadillas habían sido peor porque mi mente jugaba en mi contra y me hacía enfrentarme a mis peores miedos.

Llegué a creer que las pesadillas eran las peores trampas que nuestra mente podía crear, pero soñar con un recuerdo feliz junto a alguien que perdiste y despertar con una sonrisa en la cara, es la peor emboscada que el inconsciente pueda hacer. Vuelves a ser feliz, vuelves a sentirte completo, hasta que la realidad decide golpearte con toda la fuerza de su puño y logra quitarte del juego.

Te desequilibra, te hace caer.

—¿Estas bien? —Despejé las lágrimas de mi rostro y voltee a ver a Bastian. En algún momento me habían llevado a la habitación del jet, y ahí nos encontrábamos—. Jazz.

—Estoy bien —respondí con la voz rasposa y cuando lo noté, no demoré en carraspear—. ¿Llegamos?

Aún estaba acostada, así que me enderecé y llevé la chaqueta de Bastian a mi pecho. Estaba impregnado de su olor, masculino y atrayente. Fuerte y delicado. Con su solo perfume Bastian podía tenerme a sus pies, y me causaba un miedo gratificante saber que aún podía amarlo con una intensidad descomunal.

Había sentido desagrado puro hacía él cuando me había retenido y no había permitido que fuera por Sophia. Comprendía sus razones, sabía que yo habría hecho lo mismo por él, pero no podía detener aquel rencor que se había expandido en mi tan rápido como las llamas.  

Era aliviante sentir mi corazón alterado con solo verlo. El rencor se había disipado cuando el sentido común había regresado, e incluso en ese momento de rencor, siempre iba a amarlo sobre cualquier cosa.

Estaba perdidamente enamorada de él, y si estar perdida se sentía tan bien, esperaba estarlo toda mi vida.

—Llegamos, pero no vamos a movernos hasta que me digas la verdad. —Era persistente, lo demostró cuando se sentó frente a mi—. Hay algo que está dando vueltas en tu mente, y eso puede ser peligroso. ¿Qué es?

No supe que decir, no supe ordenar mis pensamientos. Él estiró su mano, y en cuanto sentí su tacto sobre mi cintura todo volvió a tener sentido. Su calidez podía acabar con la frialdad que se extendía por mi corazón. Él apartaba el dolor, la angustia y todos mis miedos. Él era la calma en medio de la tempestad. Él era la lluvia ligera en primavera.

Él era mío, y yo era suya. 

—Me duele —respondí—. Sé que sucedió ayer pero estoy tan asustada...No sé si puedo vivir con esto por mucho tiempo.

OcultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora