Incierto: capitulo veintiocho.

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Narrado por Jazzlyn:

¿Cómo evitas que el ambiente a tu alrededor cambie de manera drástica cuando te dan un golpe con la realidad? Había aprendido muchas cosas en el año anterior, tales como que en cualquier momento pueden intentar asesinarme, secuestrarme o usarme como rata de laboratorio pero principalmente, que mis instintos están en mi con el fin de que crea en ellos, porque eso significa creer en mi.

Había creído en mi curiosidad incluso cuando la misma parecía llevarme a las situaciones limite. Había creído en lo que mi instinto decía cuando todo parecía decirme a gritos que me alejara de Bastian, ¿por qué no iba a creer en esos sueños cuando eran la razón de mi existencia?

-Claro que sí, pero ¿no deberíamos ir primero con los regalos? -Bastian rodeó mi cintura con su brazo y se pegó aún más a mi, podía sentir su respiración sobre mi hombro-. He esperado por esto todo el día.

En cuanto lo dijo, pude sentir perfectamente a que se refería y quisiera o no, mi mente había dejado de pensar en cualquier juego en cuanto él había confirmado mis sospechas.

-Los regalos me emocionan más que el brindis -Me aseguré de voltear con cuidado y rodear su cintura con mis brazos, de alguna forma esperaba que nadie notara aquella sorpresa en su entrepierna-. ¿Por qué no vas por la cafetera? Me la debes.

-Puedo hacer que el regalo llegue... -No me fue difícil llegar a la conclusión de que con él rodeándome y probándome con aquel juego no iba a ser capaz concentrarme en lo que importaba. Mi cumpleaños había pasado a ser algo insignificante en aquel momento, yo quería saber porque era Bastian el ángel del abismo, y porque tanto miedo causaba.

Frente a mi tenía a un hombre fuerte, intimidante y muy seguro de si mismo, podía saber con certeza que era complicado que alguien no lo respetara cuando cada parte de él parecía exigirlo, aunque eso no servía conmigo. Me miraba con una adoración que me aseguraba el cariño que tenía, y todo lo que estaba dispuesto a hacer por mi. Aquel hombre no era el mismo que había conocido un año atrás, y me sentía afortunada de haber conocido ambas facetas, o jamás hubiera apreciado realmente la que tenía en frente.

No podía pensar en que ese hombre, el Bastian en el que se había convertido, tendría en un futuro encarceladas a aquellas personas, yo sabía que no era así.

Había algo más grande detrás, y eso podía quitarme hasta el sueño.

-Ve por el regalo, por favor. -Arqueó su ceja desconfiado, no comprendía que aquel juego se había terminado para mi, y tampoco quería que supiera la razón en aquel momento, era algo que debía contarle con calma-. Tienes una jodida erección, Bastian -susurré lo más bajo que pude.

Su sonrisa apareció de inmediato.

-¿Eso te incomoda? No puedes incomodarte de lo que tu misma provocas. -Ladee la cabeza divertida, por un momento no era consciente de donde estábamos o con quienes, era algo insignificante cuando tenía los brazos de ese hombre rodeándome-. No estas bien y puedo notarlo, algo cambio y quiero saber que fue.

Tenía todos los muros levantados, no había forma en que él supiera lo que pasaba por mi mente o lo que realmente lograba inquietarme pero me conocía, había aprendido de memoria cada cambio que aparecía en mi y tenía aquello a su favor. Bastian ya no necesitaba dones conmigo, de alguna manera él lograba leerme como un libro abierto y lograba hacerme sentir bien. ¿Quién no quiere que su pareja conozca cada mínimo cambio en su actitud? Estaba expuesta a él, y aún así me hacía sentir segura.

Él tenía que saber de aquel sueño, incluso cuando sabía que el contárselo no cambiaría nada. Aquella escena estaba marcada en nuestro destino, y cualquier decisión que tomáramos se volvería a acomodar donde es debido. No había forma de evitarlo.

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