Incierto: prologo

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Narrado por Jazzlyn:

Levante la pistola y apunte nuevamente. No me gustaba tener un arma en la mano, no me gustaba pensar que en un futuro cercano tendría que atentar contra alguien y aún menos me gustaba pensar en que le quitaría la vida a una persona cuando nadie tiene ese derecho.

No me gustaban las armas, jamás me gustarían.

Intenté enfocarme mientras jalaba el gatillo y veía como una bala atravesaba de manera extremadamente rápida el contorno de cartón que habían colocado unos metros más allá. El contorno de una persona.

Aparte nuevamente esos pensamientos y le coloqué el seguro al arma antes de dejarla en la mesa de metal que tenía a mi lado. No podía estar de pie y por eso me hacían entrenar sentada, como si aquello fuera más cómodo.

Tal vez lo hubiera sido si justamente no hubiera tenido que tomar un arma. Había algo en eso que no terminaría de agradarme jamás. El metal frío parecía quemar mi piel al igual que mis valores. Me había críado con la idea de que la violencia siempre sería la última alternativa y lo aceptaba, ahora pensar lo contrario se sentía algo imposible. Mis padres me habían querido mantener lejos de la violencia y el uso de armas porque eso había sido su vida y no querían lo mismo para mi pero ahí estaba yo, intentando acostumbrarme a sostener una pistola que podía acabar con la vida de una persona con tan solo jalar un gatillo.

—Sabes que debes hacerlo. —Voltee mi rostro en dirección a Roger y lo vi caminar hacía mi intentando sonreír de una forma leve que no iba con su rostro.

Roger era muy expreviso y así había sido toda su vida. Las sonrisas solo le quedaban bonitas cuando realmente deseaba sonreír porque de lo contrario parecía un chico con el rostro tan tenso que uno creería que tiene cólicos.

Si, ese ejemplo era bastante acertado.

—No quiero jalar un gatillo cuando sé el poder que eso tiene, no me parece necesario.

—¿Alguna vez pensaste que estar en Grecia sería necesario para tu protección? —Negué con la cabeza en cuanto entendí que él tenía un punto. Yo ni siquiera creía que algún día iría a Grecia—. Sé que no pensabas venir aquí de la misma manera en la que no piensas que será necesario disparar un arma pero Jazz, tú no sabes que sucederá mañana. Tú no sabes si disparar un arma será tan necesario como lo fue el venir aquí.

—No debería ser así.

No sabía porque replicaba incluso cuando sabía que las cosas no se podían cambiar, tan solo podía seguir con el pensamiento de que nadie tuviera que vivir eso en un futuro. La situación debía cortarse de raíz o siempre estaría ahí, jugando con mi mente e incluso con mis emociones.

Todas las personas tienen derecho a confundirse entre lo que deben y lo que quieren hacer.

—Hay muchas cosas en el mundo que no deberían ser así.

Él nuevamente tenía razón y ni siquiera me moleste en decirlo, no era necesario cuando ambos lo sabíamos.

El yeso comenzaba a incomodarme e hice una mueca por esa misma razón. Me sentía incapaz de muchas cosas y comenzaba a fastidiarme demasiado. No tenía más opción que aguantar una semana más, al menos para estar segura de que había sanado de forma correcta.

—Debes hablar con ella. —No dirigí mi mirada a él mientras tomaba el arma nuevamente pero esa vez, para desarmarla. Nadie me haría tomar una pistola en contra de mi propia voluntad, al menos no hasta afrontar una situación necesaria—. La has evitado por unos seis días, si la memoria no me falla.

—Cinco —respondí sin levantar la mirada—. En mi defensa, han sido tan solo cinco días.

—Cinco días es una eternidad para una chica que no sabe donde está ni porqué. —Joder, lo sabía pero no entendía que me pasaba—. ¿Qué diablos esta mal contigo?

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