Manifiesto: capitulo dieciocho.

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Narrado por Agramon: 

Mis pies no podían detenerse y parecían tener vida propia mientras recorrían la habitación donde me hospedaba con Aria de un extremo a otro. No me importaba si de tan fuerte que pisoteaba dejaba un agujero bajo mis pies, y si de paso ese agujero deseaba tragarme al centro de la tierra tampoco me iba a importar.

Ser tragado por el mundo en ese momento no era una mala opción, prefería eso que enfrentarme a la realidad que tenía encima.

Los padres de Aria habían levantado un boletín.

Un maldito boletín que alertaba de su desaparición como si hubiera sido secuestrada cuando yo podía recordar perfectamente como subió al avión de los Stevenson por cuenta propia.

—¿Y sus padres? ¿Qué hago con sus padres? —le pregunté a Jazzlyn mientras de una manera inconsciente giraba el anillo oscuro que tenía en mi dedo corazón de la mano derecha. No me importaba que tan cerca de la pureza me mantenía, sabía cuales eran mis raíces—. Nunca lidie con padres. ¿Qué les digo? ¿Tengo que mentirles diciendo que soy el amigo o soy sincero y les digo que me tiro a su hija hace un montón de meses?

Exageré porque en ese momento estaba desesperado pero cuando estuve más calmado y analice lo que dije pude comprender que era una total mentira. La vida sexualmente activa con Aria no había comenzado ni siquiera dos meses antes de eso. Ella era muy seria como para estar conmigo cuando llevábamos un mes saliendo de manera oficial (al menos oficial para mi) y había tenido que comportarme como un verdadero caballero hasta que ella estuvo lo suficientemente segura para comprender que no iba a alejarla en cuanto consiguiera meterla en mi cama.

Claro que las fantasías que tenía con esa mujer me tenían demasiado demente como para no recurrir a otros métodos hasta que ella obtuviera la confianza que necesitaba. 

Y por métodos me refería al indispensable método con el que todos los hombres contábamos. No era necesario entrar en detalles.

—Te recomiendo que seas sincero y les digas que eres el novio, pero ni se te ocurra decirles directamente que mantienes una vida sexual extremadamente activa con ella o dudo mucho que regreses a Estados Unidos con tu masculinidad completa. —Escuché la risa de mi primo y resoplé. Era evidente que el hijo de puta se iba a reír, él ya había pasado la prueba con el señor Stevenson—. Lo siento Agramon, pero tu primo y yo tenemos que alcanzar a mis padres en el aeropuerto y no tenemos mucho tiempo. Haz lo que te digo y por favor, solo dí lo justo y necesario. ¡Suerte!

Ella no podía estar hablando en serio.

—Pero... —La comunicación se cortó y arrojé el teléfono contra la pared pero antes que tocara la misma lo detuve, evitando una catástrofe—. Tengo la mierda hasta el cuello, realmente la tengo.

El teléfono volvió a mi mano después de que respiré repetidas veces hasta que logré calmarme. No necesitaba perder el control pero maldita sea, hubiera mentido si decía que no esperaba la ayuda de Jazzlyn en ese momento.

Esa pequeña perra llena de pureza se estaba volviendo indispensable y necesitaba su compañía para meterme vodka hasta perder la conciencia.

No, no era momento para perder la consciencia. Necesitaba hablar con Aria y contarle lo que pasaba, al final era ella la que estaba siendo buscada, y no podía desaparecer a sus padres para silenciarlos o ella me terminaría odiando.

Dejé el teléfono en la mesa de noche que teníamos al lado de la cama y dejé que mis manos se escondieran dentro de los bolsillos de mis jeans mientras caminaba hasta el baño donde Aria se estaba relajando. 

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