Narrado por Corban:
Tomé nuevamente la pelota de goma oscura que había conseguido, y se la lancé al rottweiler que tenía frente a mi. El perro movió su hocico antes de salir corriendo detrás de la pelota como si no hubiera un mañana por lo cual entre todas las cosas que pasaban por mi mente, se me ocurrió también preguntarme si antes de mi alguien más había jugado con aquel cachorro encerrado en el cuerpo de un gigante.
No dudaba que los Stevenson le dieran más de lo necesario pero me cuestionaba si jugar entraba dentro de aquellas cosas.
—¡Corban! —Levanté mi cabeza en dirección a la voz de Rosi y pude verla caminando hacía mi al mismo tiempo que Ares corría en mi dirección sin siquiera mirar por donde iba—. ¿Qué diablos?
—¡Ares! ¡Detente! —Ares, el rottweiler con el que jugaba, se detuvo de manera abrupta a poco más de un metro de Rosalinda, no faltaba demasiado para que chocara con ella—. ¿Esta todo en orden? No te ves muy bien.
Aún cuando la luz de la casa no llegaba demasiado bien a aquella parte del jardin donde me encontraba, era capaz de ver que ella se encontraba más pálida de lo normal y tampoco parecía estar en sus ópticas condiciones.
—Me falta un mes para dar a luz, ¿cómo puedo estar bien? —Rosi rió levemente, intentando restarle importancia—. ¿Le has cambiado el nombre al perro?
—En las tres semanas que llevo aquí, no he escuchado que alguien lo llamara por un nombre —respondí antes de silbar y que Ares retomara su marcha, esta vez, de manera cuidadosa—. Es un buen perro, pero le hace falta jugar.
—Lo intenté —dijo Rosi mientras con más precaución de la necesaria, se acercaba a nosotros—. Él jamás me dejó que lo tocara, solo me ladra y no voy a mentirte, da miedo.
Acaricié el cuerpo de Ares con cuidado de no llegar a su cadera y pude ver como daba unos pasos más cerca de mi, queriendo más mimos de mi parte. Sonreí levemente en cuanto pareció olvidar cualquier entrenamiento que le hubieran proporcionado allí y apoyo sus patas en mi pecho para lamer mi rostro.
—No es un perro malo —respondí mientras intentaba con cuidado, evitar que me diera un beso canino—. Lo han criado para vigilar, es lo que sabe hacer.
—¿Puedo tocarlo?
—Claro, pero no te agaches, aún es un poco brusco y puede ignorar que tienes un bebé justo ahí. —Tranquilicé un poco a Ares, y le hice una seña a Rosi para que se acercara—. Muy bien, comienza haciendo mimos en su lomo, parece ser lo que más le gusta. No acerques la mano a la cadera, y tampoco a su cabeza.
Rosi estaba dudando demasiado pero pareció vencer sus dudas cuando su mano rozó suavemente el lomo de Ares. Lo vi olfatearla, mirarla como si estuviera reconociéndola y segundos después, con mucha duda acercarse a ella.
—No parece querer comerme.
—Ellos no quieren morder a todo el mundo, solo están entrenados para ser guardianes —respondí—. Te conoce, así que ahora te cuidará.
—¿Por qué les cortan la cola?
—Realmente hay muchas teorías, una de ellas es la estética —comenté—. Pero de donde vengo, lo hacían por el papel que ellos cumplen. Si alguien quiere inmovilizar o molestar a un perro, lo toman por la cola, así que se la cortábamos con el fin de evitar que esas cosas sucedieran cuando entraban a atacar o cuando ellos necesitaban protegerse.
—Jamás lo había pensado de esa manera. —Ares se echó frente a ella, y elevó la cabeza dándole un permiso silencioso para que acariciara la misma—. Oye, Bastian pidió que cuidaras a Jazzlyn disimuladamente mientras ellos se preparan para salir.
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Oculto
FantasyTan curiosa e ingenua que el irse de casa para buscar sus origenes suena increíblemente sencillo. Inmersa en un viaje repleto de vueltas que parecen no acabar jamás, chicos que conoce en la carretera, padres preocupados, cualidades encontradas y pes...