Oculto

Capitulo treinta y nueve :

Narrado por Abaddon:

Seguí conduciendo durante unas dos horas más aunque sabía el riesgo que la estaba haciendo correr al estar tan lejos de la fortaleza pero si algo tenía presente es que nadie la protegería como yo lo hacia y aquello era algo que ella también sabía por lo que ni siquiera pregunto a donde íbamos o cuanto tiempo más faltaba para llegar.

Algo que era un alivio porque no tenía ni idea a donde íbamos a parar.

Cuando ella estaba a mi lado era consciente de muy pocas cosas, aunque me esforzara por aparentar lo contrario.

Tal vez todo se tratara de apariencias en el mundo que nos había tocado vivir. Debías aparentar que no sentías dolor, debías aparentar que nada en ti se removia cuando debías poner el arma apuntando a un inocente. Debías aparentar que nada era tu debilidad. Debías aparentar que nada podría contra ti.

Siempre me había preguntado si aquellos hombres con los que me entrenaban pensaban lo mismo o realmente no tenían nada que aparentar, porque era su naturaleza. Jamás había preguntado, no podía y tampoco jamás había recibido un indicio de que alguien compartiera mi forma de pensar.

Tensione mi mandíbula mientras revisaba que la carretera estuviera despejada por el espejo retrovisor. Estaba dispuesto a arreglar las cosas entre nosotros pero aquello me sería imposible si tenía un montón de Mortiferis intentando morder nuestro trasero o mejor dicho, específicamente el de ella.

Me detuve en un semáforo y deje mi mano apoyada en la palanca de cambios mientras volteaba mi rostro para verla sin querer disimularlo. Sus piernas estaban cruzadas mientras su cuerpo se recostada sobre la puerta del coche para apoyar el costado de su cabeza en la ventana. Se la notaba cansada y la forma en la que intentaba mantenerse despierta me aseguraba que no había sido una buena noche para ella. Paso una mano por su cabello como si quisiera asegurarse de que todo estuviera en orden y con solo ver sus pensamientos pude notar que no había tenido tiempo a arreglarse cuando salió corriendo en busca de Agramon.

Aún así, invadida por el cansancio y con su cabello desarreglado, me resultaba la mujer más hermosa que había visto en mi vida.

-El semáforo ya cambió. -Sonreí al escuchar su voz y asentí mientras regresaba mi vista al frente y continuaba conduciendo, aún estando consciente de su presencia a mi lado.

Esa vez Jazzlyn no había colocado música dentro del coche y aquello me inquieto un poco, no quería hacer incómodo el ambiente para ella pero, cuando me estire dispuesto a encender la radio, su mano se apoyó en la mía y le dio un leve apretón.

Ella no quería rellenar un silencio con algo que ninguno escucharía porque no sentía que el silencio entre nosotros fuera incómodo. Era consciente de que sus pensamientos estaban en mi y los míos estaban en ella, siempre conectados, siempre en una misma página.

Me traía loco, realmente me traía loco. Tan sólo quería frenar el coche y atraerla hacía mi mientras dejaba que mis labios atacaran los suyos. Quería demostrarle todas las cosas que pasaban en mi mente mientras hacía que nuestros cuerpos se convirtieran en uno aún peleando por dominar la situación. Una situación que estaba fuera del alcance de ambos. Quería mostrarle todas las locuras que podía hacer con su cuerpo mientras me dedicaba a sasear una necesidad por ella que jamás acabaría. Jamás me causaría de tenerla a mi lado, jamas me cansaria de demostrarle que es mía una y otra vez, jamas me cansaria de demostrarle cuanto provocaba en mi de la única forma que sabía.

No sólo quería tener sexo con ella, quería todo con ella. Quería pelear, quería besarla. Quería verla enfadarse por mis actitudes, quería verla abrazarme como si fuera lo único que necesitaba. Quería verla de mal humor por la mañana de la misma forma que queria verla dormirse entre mis brazos.