Manifiesto: capitulo siete

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Narrado por Jazzlyn:

La palma de mi mano ardía como si mi mano hubiera tocado directamente el fuego pero le otorgué aquella sensación al frío que aquella mujer debía tener en el alma para haber fomentado tanto odio y dolor en la vida de quienes la rodeaban.

Entendía porque Bastian había carecido de amor toda su existencia.

Me encontré tomando grandes respiraciones mientras parecía ajena a la situación que transcurría frente a mis ojos, como si un escritor hubiera hecho un paréntesis dentro de mi propia historia. Agramon había rodeado mi cintura con sus brazos y me había obligado a retroceder mientras mi hermano y Corban se aseguraban de que Dalya estuviera bien.

No me importaba si el frío de su alma comenzaba a consumirla en ese mismo momento.

—Deberías recordar tus modales, Isabella. —Jaden me miró de una manera muy reprobatoria, una mirada muy de hermano mayor—. Señora, vayamos dentro, tenemos que hablar.

¿La trataba así por que había sido un bofetón de novela o por que era una señora mayor? 

—Mis modales están reservados para las personas. —Delya escupió la sangre que brotaba de su labio partido sobre mi gabardina y di un paso al frente que la hizo retroceder—. Si no quieres ser la próxima en tomar el té con Lucifer te recomiendo que controles tu instinto perruno.

Agramon dio un apretón en mi cintura que me hizo soltar un gemido, aún habían partes de mi cuerpo que necesitaban recuperación y él parecía olvidarlo por completo.

—Llévala, Jaden, en un momento te seguimos. —Mi hermano parecía de un momento a otro muy emocionado de trabajar con un oscuro porque mostró estar de acuerdo con él mientras se llevaba a Delya—. Estas haciendo las cosas mal.

—No se siente así.

—¿Qué clase de presentación es esa? —Agramon habló entre dientes e incluso podía sentir sus ojos cuestionando mis acciones, esperando que me arrepintiera de mis actos—. No puedes dejar que el odio te invada, no ganarás si continuas con esta actitud.

¿Era incomprensible mis reacciones instintivas? No negaba que debía apelar a mi sentido moral pero tampoco negaba que se sentía levemente reconfortante demostrarle a esa mujer que cada uno en esta vida siembra lo que ha cosechado.

Ella no había cosechado en vano,  me estaba asegurando de eso.

—Ser pura no me hace ser estúpida. —Aparté sus manos de mi cintura y me aparté de su cuerpo—. Esta hija de puta se merece mucho más que un bofetón.

—Esa hija de puta tendrá lo que merece cuando deba tenerlo, no antes, no después —respondió antes de pararse frente a mi y disimuladamente, bloquear la puerta—. No eres un ángel justiciero, ese no es tu rol en este mundo.

—Que me pasen un formulario cuando quieran, apuesto que tengo las características para aplicar en ese puesto. —Di un paso a un lado y Agramon bloqueó mi camino otra vez—. Apártate.

—¿Podrías dejar de ser una perra y detenerte por un segundo? —Resoplé—. ¿Te crees yegua para estar resoplando?

El corredor de aquel edificio estaba vacío pero no quitaba la posibilidad de que nos escucharan incluso desde otros pisos. No queríamos darlo a relucir pero estábamos comenzando una discusión sin ningún motivo aparente, solo el liberar tanta tensión en un lugar que únicamente inspiraba violencia.

—¿Algún animal más que quieras atribuirme? —Agramon no respondió pero pude ver una leve sonrisa queriendo adueñarse de sus labios—. A mi no me causa gracia.

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