Narrado por Jazzlyn:
Una misera puerta era lo que me separaba de Sophia, y sus gritos desesperados llegaban a mi de igual manera. No sabía que diablos pasaba que los guardias que estaban las veinticuatro horas en mi puerta no se encontraban en aquel momento pero lo que más me sorprendía y lograba asustarme, es que nadie más estaba en ese pasillo y nadie más parecía escuchar aquellos gritos desesperados.
¿Cómo alguien podría siquiera ignorar aquellos gritos? Era una niña, una niña gritando como si no hubiera un mañana. Nadie en su sano juicio podría hacer oídos sordos.
Golpee la puerta con ambas manos sintiendo como un dolor punzante recorría toda mi mano para continuar por mi brazo. No me importó y en cuanto miré a Aria supe que a ella tampoco le importaba aquel dolor con tal de sacar a Sophia de ahí.
Ella había perdido lo suficiente por mi culpa, siquiera pensar en lo que podía estar sucediendo allí dentro me desesperaba. Me sentía fuera de sí, envuelta en un frenesí abrumador.
Quería lograrlo con el mismo fervor con el cual quería comprender la situación. Toda mi vida había buscado esa estabilidad que jamás había obtenido. Había conocido muchas ciudades, muchas casas diferentes, muchas personas pero jamás había obtenido esa tranquilidad que algunas veces la rutina puede otorgarte.
Las personas jamás nos conformamos y eso me decía a diario cuando deseaba una rutina. Las personas que la vivían sabían lo aburrido que podía resultar y los que no, la anhelábamos esperando que nos otorgara seguridad.
Somos seres inconformistas y ambiciosos que tan solo valoran lo que tienen cuando lo han perdido todo.
—¡Sophia, abre la puerta! —grité sintiendo mi garganta escocer, como si el grito hubiera sido mucho más fuerte de lo adecuado—. ¡Abre la puerta!
Sentía pánico al pensar en lo que podría estar sucediendo allí dentro porque yo no tenía ninguna posibilidad de ayudarla. Era una niña de ocho años que sentía como mi hermana pequeña gritando como si le estuvieran haciendo daño dentro de una habitación que de manera repentina había dejado de ser vigilada. Nada parecía estar bien, nada parecía progresar.
Queria sacarla de allí, no podía dejar que alguien le hiciera daño, no a ella.
¿Cómo todo había cambiado en un par de minutos? Habíamos dejado a Sophia segura, estaba protegida todo el tiempo al igual que las personas más cercanas a mi pero en un pestañeo ella estaba encerrada en lo que debía ser su lugar seguro.
¿Qué es lo que estaba haciendo y por qué depositaba más confianza en quienes me rodeaban que en mi misma? Aquella situación me demostraba lo equivocada que estaba, lo precavida que me hacía falta ser.
—¡Jazzlyn! —El grito preocupado de Agramon me hizo reaccionar y ver que en ese punto de histeria no solo Sophia estaba gritando.
Me dolía demasiado la garganta y parecía que mis manos dejarían de tener fuerzas de un momento a otro pero de igual manera seguí intentando que aquella puerta se abriera, no importaba como.
—¡Jazzlyn! —Escuché que Agramon volvió a gritar pero no me moleste en responder—. ¡Aria!
—Esta condenada puerta —dijo entre dientes Aria mientras apartaba su cabello y estrellaba luego ambas manos con fuerza en aquella superficie de madera—. ¡Sophia!
—¡Jazzlyn! —No comprendía porque gritaba incluso cuando todo indicaba que estaba demasiado cerca de nosotras. No era yo quien estaba en peligro, no era yo quien estaba siendo posiblemente atacada. Era Sophia, era la pequeña que practicamente, habíamos adoptado como nuestra hermana menor.
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Oculto
FantasyTan curiosa e ingenua que el irse de casa para buscar sus origenes suena increíblemente sencillo. Inmersa en un viaje repleto de vueltas que parecen no acabar jamás, chicos que conoce en la carretera, padres preocupados, cualidades encontradas y pes...