Manifiesto: Capitulo veinte.

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Narrado por Bastian: 

No hay manera de ocultarlo: No podía soltar a Theo.

No podía comprenderlo o tal vez una parte de mi estaba en negación pero tenerlo entre mis brazos me daba una calma que pocas veces había experimentado. Me había causado pánico pensar en que alguien como yo podía herir a un ser tan inocente como él pero ahí me encontraba, sentado en el sofá con el pequeño durmiendo en paz sobre mi pecho como si no hubiera nada por lo cual preocuparse.

<<Es tan inocente que no puede alarmarse por estar descansando sobre el pecho de un depredador>> recuerdo haber pensado, aunque mi mente desechó aquel pensamiento con rapidez. Sabía con todo mi ser que por alguna razón aquel bebé había despertado un instinto protector que solo parecía activarse con Jazzlyn. No solo sentía la necesidad de proteger al ser inocente que tenía entre mis brazos, sino a cualquier persona que tuviera tanta bondad en su alma y fuera incapaz de protegerse a si misma.

No me sentía un depredador, algo en mí había dejado de identificarse con aquella palabra.

Theo se movió sobre mi pecho y un pequeño eructo escapó de sus perfectos y redondos labios. Sonreí intentando evitar un ataque de risa que podría despertarlo y busqué una posición más cómoda. Tenía mi espalda apoyada sobre el posabrazos del sofá mientras mis piernas se apoyaban sobre las de Jazzlyn, la cual había exigido que si me iba a encargar de nuestro sobrino todo el día tenía que mantenerme cómodo, principalmente por mi pierna en recuperación.

La incomodidad de la bota no era nada comparado al dolor que recorría mi extremidad cada vez que un movimiento surgía. El sacrificio había brindado la energía suficiente para que mi cuerpo se recuperara, pero me gustara o no, necesitaba más si quería dejar aquella dolorosa cirugía atrás.

Tenía placas dentro de mi pierna para asegurar el hueso, por todos los cielos, desde luego que necesitaba un impulso más de energía para terminar de recuperarme. No sabía como Jazzlyn podía tomar aquello.

—Hey. —Intenté captar su atención pero no me escuchó, estaba muy atenta al libro que tenía entre sus manos. Moví mi pierna sana y con aquel movimiento me gané su atención—. Tienes el ceño fruncido y no cambias de página desde hace más de diez minutos. ¿Leíste algo que te inquietó? ¿Sucedió algo?

Podía estar cautivado con Theo pero también podía estar cautivado por el mundo entero y sabía que nada de eso podría lograr que yo perdiera de vista cualquier reacción o movimiento de Jazzlyn. Necesitaba mantenerla cerca de mi de la misma manera en la que necesitaba respirar, el que estuviera segura le daba un nuevo sentido a mi vida.

Aunque en ese momento no era el hombre más adecuado para protegerla no dejaría de hacer mi mayor esfuerzo.

Jazzlyn sonrió en mi dirección antes de sacarse los lentes de lectura. Había tenido tantas fantasías con ella y esos lentes que sabía lo que pasaría en cuanto me recuperara. Esa mujer no solo tenía una personalidad que me enloquecía de una manera muy literal, sino también un cuerpo que de tener un par de años más podría darme un paro respiratorio.

Diablos, incluso en ese momento ella tenía las herramientas suficientes para provocarme algo así. No quería ni imaginarme que pasaría en el momento que tuviéramos tiempo libre para darle rienda suelta a nuestra imaginación.

Ella sería mi fin, y vaya que me gustaba eso.

—¿Sabes de qué es este libro?

Intenté recordar si había visto de que era pero en cuanto se había sentado había estirado mis piernas sobre las suyas y me había dejado llevar por mis pensamientos. Jazzlyn era una persona curiosa por naturaleza, así que en sus manos podía haber cualquier tipo de libro. La mujer que tenía conmigo leía desde una biografía a una novela paranormal, por no contar el montón de libros de estudio que siempre lograba conseguir. No entendía de donde conseguía tanta lectura viendo la rutina que llevábamos, pero siempre lo conseguía.

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