Incierto: capitulo veintiséis.

13K 738 141
                                    

Narrado por Bastian: 

Tal vez apartar de mis brazos a Jazzlyn era lo más complicado que me tocaba hacer en toda mi vida porque sentía que dejarla nuevamente, que irme, sería un error. Había desaparecido de su vida pocas veces antes, y en todas aquellas veces ella había estado en peligro, incluso por razones que eran provocadas por ella.

Me había escapado de su vida la noche que llevé a Aria al borde del acantilado, me había ido de su vida cuando había terminado inconsciente con hipotermia aguda en una celda de la base general y sin duda, me había ido cuando se cayó por las escaleras. ¿Cómo podía quedarme tranquilo cuando aquella mujer parecía tener un don para enloquecer su vida sin importar el lapso de tiempo que le diera?

En cualquier momento pondría algún rastreador en su brazo y si era posible, me aseguraría de que alguien cuidara su trasero.

—¿Qué haré contigo, Isabella? —Ella se removió en mis brazos en cuanto susurré sobre su oído, y me fue imposible no sonreír, su nariz se había fruncido como la de un pequeño gatito—. Que jodido desastre eres, tonta.

Tuve mucho cuidado mientras apartaba su cuerpo del mío, ella aún tenía su sistema delicado incluso cuando no quería admitirlo y yo seguía siendo un hombre necesitado de atención, parecía ser entendible que tenerla tan cerca  revolucionara demasiadas cosas en mi. 

Viendo que ella estaba con poca ropa, mucha piel a la vista y recostada en una cama con su pierna sobre mis caderas, no podía exigirme que mis pensamientos se desviaran hacía lugares demasiados correctos y puritanos. 

—Tal vez tu padre hizo bien en quitar los canales de pornografía. —Acomodé una almohada a su lado, me tomé la molestia de colocar su brazo sobre la misma y ella hizo el resto del trabajo cuando se aferró a ella y soltó un suspiro.

No podía dejar pasar aquella imagen, ella parecía un jodido ángel por el cual entraría al mismísimo infierno. 

Antes de salir de la habitación me encargué de tomar unas fotografías que como las anteriores que tenía de ella,  fueron a una carpeta especifica que algún día podría imprimir por completo. Algún día donde pudiera tomarla de la mano sin ser específicamente para tirar de ella en alguna persecución, o cuando pudiera apartarme sin sentir que tal vez estaba dentro de mis posibilidades que aquella fuera la última vez que la viera.

No me consideraba un hombre negativo, tampoco demasiado apegado a las personas que me rodeaban. Mis padres jamás me habían hecho sentir que necesitaba tenerlos cerca, sino que para sobrevivir tenía que mantener mi distancia con ellos. Agramon había estado cerca gran parte de su vida, pero si quería que no nos tomaran como la debilidad del otro, debía olvidarme quien era él  y lo que había hecho por mi. De donde venía, no habían apegos, personas importantes o siquiera quienes lograran quitarte el sueño con su ausencia pero Jazzlyn rompía aquella regla, y me atemorizaba.

Cuando veía a alguien, debía ser como la primera vez que la viera y al irme, como la despedida final pero con ella no quería borrar ningún recuerdo, tampoco quería despedidas.

Desde el primer momento en que mis ojos cayeron sobre ella supe que debía mantener mis distancias, que no podía olvidar aquella regla que habían grabado a fuego en mi mente pero ella causaba que todo a mi alrededor cambiara con su presencia. Me sentía más tranquilo y sorprendentemente, mucho más humano.  

Jazzlyn parecía despertar aquella parte humana que jamás me habían robado, porque jamás la habían encontrado.

Cerré la puerta con suavidad detrás de mi y cuando voltee me topé a pocos centímetros de Stevenson, pero no del padre, sino del hijo.

OcultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora