Capitulo treinta y cinco:

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Narrado por Jazzlyn:

Lo que una espera después de pasar una noche especial con su novio es que el este durmiendo a su lado o que, mínimo, este en la misma habitación.

Es decir, quería sentir que después de aquello, de lo que habíamos compartido, el estaba allí para mi.

Pero Bastian no estaba a mi lado cuando desperté.

Sentí que una decepción se instalaba en mi pecho mientras mi mente intentaba crear un millón de excusas. Desde que estaba con Alexander hasta que había salido a correr como cada día para mantener su rutina de ejercicio pero no sentía su presencia en ninguna parte y aquello era suficiente.

Quería levantarte y lanzar algo contra la pared. Me resultaba patético haber sido arrastrada de mis sueños cada mañana por el y que, cuando realmente quiero que lo haga, el no este.

¿Acaso tanto le costaba esperar a que me despertara para irse?

No, me negaba rotundamente a cubrir los recuerdos de la noche anterior con una cosa así. Seguro había salido fuera de la fortaleza por una razón importante. Seguro el solo quería adelantar nuestro trabajo.

Salí de la cama sin siquiera preocuparme en cubrir mi cuerpo. Estaba sola en una habitación enorme y sentía que nadie estaba en esa parte de la fortaleza, tal vez porque era muy temprano o tal vez porque Alexander así lo había ordenado después de lo sucedido el dia anterior.
Me daba completamente igual en esas circunstancias. Quería ignorar la molestia que sentía pero me era imposible.

Recorrí todo el dormitorio buscando una nota, algo mínimo que me dijera a donde iba pero en cuando desistí y me escabulli en los sucesos ocurridos en la habitación me llene aún más de decepción y cólera como si aquello fuera siquiera posible.

El ni siquiera se había dormido después de aquello. Había esperado a que me durmiera entre sus brazos para apartarme e irse sin siquiera verme, como si la prisa fuera más importante que cualquier cosa.

Y fui tan estúpida como para dormirme creyendo que al otro día despertaría entre sus brazos cuando el condenado hijo de puta se había ido hace aproximadamente unas seis horas.

¡Ni siquiera había una nota!

No mire atrás mientras iba al baño y cerraba la puerta detrás de mi. Me daría una muy buena ducha e iría por el único amor que siempre estaría esperando por mi sin protestas o excusas.

El tío Brad tenía razón cuando decía que el único amor que jamás se acaba era el amor a la comida.

(...)

-Buenos días, Alexander -salude mientras entraba en la sala principal donde una mesa extensa y hermosamente tallada a mano ocupaba el centro del lugar.

Allí, sobre esta, se encontraba la mayor cantidad de comida que hubiera visto en mi vida tan solo para un desayuno y aquello era sorprendente porque, cuando mi familia se juntaba, se usaba la comida de todo un mes o aun mas.

El problema de ser una familia... Muy numerosa.

-Oh, Jazzy. Ven, toma asiento a mi lado. -No rechace la propuesta mientras mís zapatillas peligraban resbalar en el suelo de mármol blanco.

En cuanto llegue a la silla un chico que parecía ser uno de los principales trabajadores allí corrió mi silla y me ayudó a sentarme algo que me dejó incómoda.

Era bruta pero no por eso le erraria al asiento y dejaría que mi trasero besara el suelo.

Agradecí en voz baja mientras Alexander me pasaba un plato y me decía que tomara aquello que quisiera. Sonrei en cuanto vi que el, sin preguntar, llenaba una taza de café y la dejaba frente a mi.

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