Manifiesto: capitulo cinco.

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Narrado por Jazzlyn:

No me consideraba una persona agresiva pero mientras estaba en el Jet esperando que llegáramos a un destino que yo desconocía, no podía dejar de repasar una y otra vez el comportamiento que había tenido con Araxiel. Sabía que había sido más dura de lo necesario, pero aún cuando era una excusa barata, todo se debía al cansancio. Dudaba demasiado que una persona mantuviera la misma paciencia cuando lo obligan un año entero a correr por su vida. 

Me sentía como si estuviera en un modo automático donde todo era correr, ocultarse, pelear y volver a correr. Claro, por no contar las veces en las que terminaba en una cama.

Todo se sentía como una mierda, pero estaba en mí lidiar con esa mierda.

Levanté mi cabeza en cuanto vi que una sombra se proyectaba sobre el cubo de rubik que tenía en mis manos. Jamás había logrado armar ese rompecabezas pero no perdía las esperanzas.

—¿Puedo sentarme o también me lanzarás un poco de agua bendita? —Levanté mis cejas, bastante estupefacta frente al comentario estúpido de Agramon—. Mal chiste, lo entiendo.

—Si, bastante malo.

—¿Puedo sentarme, soñadora? —Señaló el asiento que había frente a mi y asentí, aunque me sorprendía que de todos los que estaban allí, él fuera el primero en acercarse a mi—. ¿Qué paso allí dentro?

Dejé el cubo sobre la mesa que había entre nosotros y tomé una botella de agua con limón que le había pedido a Naya, la azafata del Jet, para después volver a observarlo con calma. ¿Qué se suponía que tenía que responder? Agramon quería una respuesta fundamentada, y yo no creía ser capaz de darle eso.

Me sentía sofocada, no había otra respuesta.

—Me cansé —contesté—. La gente asocia la pureza con la estupidez. 

—Sigue.

—Soy pura, pero no soy una estúpida masoquista —respondí—. ¿Quiero salvar el mundo? Por supuesto, me importa mantener tantas vidas como me sea posible pero eso no significa que perdonaré todo el daño que me hagan, o que no demostraré mis emociones como los demás. También me enfado, también pierdo la paciencia. ¿Por qué les sorprende tanto? Llevo un año en esto, en algún momento tenía que perder los estribos.

Espere con toda la paciencia que tuve la reprimenda que él podría darme sobre no convertirme en alguien similar a quienes detestaba pero pareció rendirse conmigo porque después de un suspiro, se decidió a hablar.

—Aquí entre nos —Bajó su voz mientras se inclinaba en mi dirección, podía ver el aire de complicidad que quería darle a la conversación—. Llevaba esperando que perdieras los estribos hace mucho.

Me reí levemente y tomé un sorbo de la botella.

—Pues llegó el momento tan esperando. —Señalé detrás de mi—. ¿Siguen enojados conmigo?

Desde que había salido de aquella celda nadie me dirigía la palabra. Corban estaba ofendido porque había desconectado el sistema que él había instalado, Jaden estaba más que enfadado por el camino que había tomado aquel interrogatorio y Aria solo se apartaba para no mandarme al diablo. Todo me resultaba muy irónico porque no me decían nada, pero me dejaban ver todas las emociones para que supiera mantener mis distancias.

Sabía que querían ayudarme pero la verdad es que su falta de opinión me hacía sentir sola y la soledad, a su vez, me tentaba a tirar la toalla.

—Se les pasará, aún hay cosas más importantes de las cuales ocuparnos que un montón de adultos que se comportan como pubertos. —Agramon me hizo reír—. No estoy bromeando. Tú no eres una niña, sabes lo que haces y porqué lo haces, nadie puede cuestionar las decisiones ajenas. Se enojan como si te hubieras puesto a tomar el té con el oscuro.

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