Manifiesto: capitulo seis

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Narrado por Jazzlyn:

Seguimos de cerca a Exael mientras caminaba junto al muro de hormigón a un paso demasiado lento, o tal vez, más lento de lo que yo pretendía. El tener a Agramon cubriendo la visión hacía el oscuro no me prohibió distinguir una leve cojera y me pregunté si la causa de la misma había sido un accidente, o él metiéndose en alguna guerra.

No quería darle importancia a lo que estaba haciendo pero sabía que si la tenía. Iba a cenar con el tío biológico de Bastian, el tío maniático que quería volverme una oscura igual que él, el tío que quería contarme los sucios secretos que tenían en ese lugar.

¿Cómo iba a reaccionar si seguían contándome cosas donde Bastian estuviera implicado?

—Ponte la capucha —dijo Agramon entre dientes—. Tenemos a un guardia a quince metros doblando la esquina y tú estas de lo más tranquila.

¿Acaso él no oía como mi corazón latía desbocado? Porque yo sentía que cualquier persona a un par de metros podía sentir los latidos tan alterados.

Eché mi mano hacía atrás buscando una capucha pero claramente, no era una gabardina con capucha.

—¿Qué capucha? No hay ninguna. 

Agramon se volteó en el mismo momento en que terminé de hablar, fue tan repentino el cambio de dirección que choqué con su pecho y retrocedí un paso. Su mirada cargada de enfado me resultaba violenta.

—¿Cómo que...? —Su mano en mi hombro me obligó a voltearme—. Diablos, mataré a Bastian.

Voltee para estar de frente otra vez y soplé dentro de mis manos. Había un viento cruel y la copa de los árboles sobre nuestras cabezas dejaban caer aquellas desmesuradas cantidades de nieve que se había acumulado. 

—De nada me serviría, tendría que tener el rostro en alto de todas formas —respondí—. Vamos, Agramon, comienzo a congelarme.

Asintió aún a regañadientes y tomó mi mano con brusquedad para retomar la marcha. Podía sentir sus dedos entrelazados con los míos y fue tal la incomodidad que quise soltarme en el momento pero sus dedos se aferraron con fuerza, inmovilizando mi mano con la suya.

Jamás un agarre se había sentido tan incorrecto. Era la mano de Bastian que la que tenía que estar allí, no la suya.

—Te harás pasar por mi pareja así que deja de forcejear o tendré que triturar tu mano para que sostengas la mía —advirtió—. Estamos a unos metros del guardia así que serás una oscura muy seria y obediente.

—Obediente tu... —Apretó mi mano y mordí mi labio para no soltar un quejido—. Si, seria y obediente, lo tengo.

Mis botas se hundían en la nieve mientras caminábamos, los jeans comenzaban a humedecerse y el frío me traía malos recuerdos que no quería revivir. Sentía un miedo demasiado similar al que intentaba combatir cuando estaba encarcelada, la incertidumbre de saber que en cualquier momento podían decidir hacerme daño, el terror que la espera causaba. 

Por un momento la oscuridad de la noche se convirtió en la oscuridad retenida entre cuatro paredes, la humedad de la nieve fue la que las paredes filtraban y el frío se mantuvo por las bajas temperaturas. Por ese momento me sentí retenida otra vez. Por ese momento, me sentí siendo una rata de laboratorio.

Pestañee repetidas veces queriendo despejar mi mente y los recuerdos se fueron momentáneamente pero ellos siempre estarían ahí, esperando que mi mente se debilitara por un segundo para poder atacar y, eventualmente, destrozarme.

Siempre estarían empujando mis limites, viendo que tan lejos podía ir mi auto-control.

Doblamos la esquina y una pareja de guardias apareció frente a mi. Mis dedos se aferraron a la mano de Agramon mientras la mirada de ambos me recorría buscando algo que pudiera acaparar su atención. Aún cuando era arriesgado me permití envolver sus mentes con la mía buscando recuerdos importantes, algo que me permitiera saber con que clase de oscuros trataba.

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