Manifiesto: capitulo diecisiete.

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Narrado por Jazzlyn:

Cuando Corban estacionó frente al hotel no logré bajarme del coche. Tal vez la marcha del mismo se había detenido, pero no la de mis pensamientos y no sabía como liberarme de lo que habíamos hecho en la habitación de ese hospital.

¿Cómo podía seguir siendo la pura cuando había llevado a un hombre a su propia muerte? ¿Cómo podía considerar que era una buena mujer cuando seleccioné a un hombre para modificar su futuro de esa manera? Era totalmente hipócrita creer que le había hecho un bien quitándole un año de su vida.

Me había vuelto alguien egoísta que solo pensaba en como mantener al hombre que amaba con vida, incluso cuando sabía que ese hombre seguiría robando vidas para sobrevivir por el resto de su existencia.

Lo amaba más a él que a mi misma, y no sabía que tan sano podía ser eso.

—¿Estas bien? —Corban estiró su mano para encender la luz del coche y me apresuré a interrumpirlo. Lo obligué a bajar la misma e intenté observar sus facciones en medio de la oscuridad—. ¿Jazzlyn?

—Estoy bien, solo necesito descansar —afirmé, aunque mi voz rasposa de tanto llorar no parecía apoyar mi respuesta—. Le pediré a mi padre que mande a alguien para que cuide de Bastian así puedes descansar.

—Oh, no te preocupes por eso. —Quitó las llaves del contacto y comenzó a lanzarlas de una mano a otra. Pude ver sin necesidad de esforzarme que estaba inquieto y demasiado incómodo de preguntarme algo que pudiera hacerme daño—. ¿Crees...? ¿Crees que estarás bien esta noche?

—Lo estaré, no debes preocuparte por mi. —Miré por la ventana y el hotel inmenso donde mis padres se quedaban me resultó muy exuberante, aún más viendo que mi propósito no era llamar la atención—. ¿También te hospedas aquí?

Veía gente entrando y saliendo todo el tiempo, e incluso había un chico del personal esperando junto a las escaleras de mármol blanco para seguramente mantener mi puerta abierta en cuando decidiera bajar. Me preguntaba si mis padres habían olvidado el verdadero motivo por el cual estábamos ahí o solo habían optado por ese hotel porque se amoldaba a las comodidades a las cuales estaban acostumbrados.

Claro, tenían esas comodidades cuando su hija prodigio no los forzaba a correr de un sitio a otro.

—Si —respondió—. Comparto habitación con tu hermano para que uno de nosotros siempre pueda mantener una mirada sobre la información que tenemos ahí. Tu habitación se conecta con la nuestra mediante el baño.

—Oh, vaya —comenté—. Esto será como volver a ser un par de críos.

Corban rió levemente.

—Apuesto que sí. —Desabroché mi cinturón de seguridad y lo vi apoyar la mano en la manija de la puerta—. ¿Quieres que te acompañe o...?

—Corban, estoy bien. —Voltee para mirarlo y me despedí con un beso en su mejilla. Intenté sonreír, pero sentía como si mis facciones estuvieran tan tensas que eso era imposible—. Gracias por traerme, me encargaré de pagarte todo lo que has hecho por mi.

—Con un café mañana me conformo. —Podía con eso, así que asentí—. Descansa, soñadora.

—Tú también, Corban. —En cuanto abrí la puerta el joven que había visto a los pies de la escalera se apresuró a mi. Levanté mi mano queriendo evitar la cercanía, no creía poder tolerar los pensamientos de alguien corriente de una forma tan directa. Mi barrera era inestable, tenía que descansar—. No tienes porque molestarte, gracias.

—Descuide, señorita. Es mi trabajo. —Dejé que cerrara la puerta por mi y me dirigí directamente a la escalera. Todos iban muy bien vestidos en ese lugar, y yo estaba con un pantalón de yoga y una simple remera de tirantes. No había mucha elegancia en el hospital—. ¿En que habitación se aloja?

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