Incierto: capitulo veintitrés.

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Narrado por Bastian:

Todo parecía detenerse, el tiempo, la relevancia de mis actos e incluso el aire que llegaba a los pulmones de Corban mientras mi mano se cerraba alrededor de su cuello. Podía sentir la impotencia dentro de mi, la decepción y la rabia acumulada recorriendo mi cuerpo en espasmos nerviosos que parecían intervenir con cualquier pensamiento coherente que pudiera formular.

Sabía que estaba haciendo las cosas mal, sabía que Corban había salvado no solo la vida de Jazzlyn sino también la mía sin siquiera saberlo pero aquello parecía ser el último detonante de la situación. Todo lo que había hecho en mi vida, lo que me había visto obligado a vivir y que tanto quería dejar atrás parecía volver y no hacerme daño a mi, sino a lo único que peleaba por mantener.

El hombre que tenía en frente podía mantenerla más segura de lo que yo en algún momento podría hacerlo y eso lograba enfurecerme y querer aumentar la presión de mis manos en su cuello. Él no tenía un pasado que pudiera hacerle daño, no tenía la necesidad de correr constantemente ni de ser un asesino. Él simplemente, podía hacer lo que yo no.

Y eso comenzaba a matarme.

-Abaddon. -Agramon sabía que podía causar un desastre dentro de aquel hospital si ellos me incitaban de alguna forma a hacerlo y por aquella razón su tono de voz fue cauteloso-. Suéltalo, comenzaras a llamar la atención.

Voltee mi rostro en su dirección y detrás de él pude ver a las personas que miraban la escena sin comprender que era exactamente lo que sucedía. Era consciente de que aquel montón de personas normales no entenderían en ningún punto de sus vidas lo caótica que podía ser la nuestra por cuidar su estúpido trasero. Me preguntaba si tan poco valía nuestra vida como para cambiarla por todas las demás.

-¿No crees que has llegado un poco tarde? -pregunté con ironía pero era mi primo con quien hablaba y nada de lo que hiciera parecía sorprenderlo-. Sabes que si quiero matarlo, lo mato y no me importará quien mire.

Las personas a mi alrededor me miraban como si de un monstruo se tratara y una parte de mi sabía que tal vez ellos no estuvieran tan lejos de la realidad. Estaba acostumbrado a intimidar a las personas, a ver el respeto mezclado con el miedo en cada uno de sus pensamientos pero en aquel momento no solo podía ver eso, sino una pena más grande lo que creería y un gran terror a lo que pudiera hacer.

A diario pretendía ser un humano integro pero en aquellos momentos, sabía que siempre habría un monstruo batallando en mi interior, reclamando y buscando su libertad.

-¿Crees que su vida me importa? -El tono firme de Agramon iba subiendo, supe que no le importaba quien nos oyera o lo que pensaran las personas de aquel sitio-. Me importa en lo que te estas convirtiendo justo ahora.

Miré a Corban directo a los ojos y por un momento intenté imaginarme a Jazzlyn en su posición, aunque fallé horriblemente. Podían tener un color de ojos demasiado similares, pero mientras los ojos de Corban reclamaban atención, los de Jazzlyn desbordaban pureza y cariño. La chica de la que estaba enamorado jamás podría estar en una posición como la de Corban porque ella no suplicaría, ella te miraría intentando comprender el porqué de tus actos e inconscientemente observaría con comprensión, pena y empatía, incluso cuando sea su vida la que peligra de extinción.

No podía comprender como Jazzlyn lograba evitar por completo que el odio invadiera su sistema. No imaginaba lo que era estar en su lugar, pero sabía que odiaría a cualquier ser viviente si tuviera aquella responsabilidad sobre mis hombros. Ella hacía todo lo contrario e intentaba con fervor demostrar que la humanidad aún estaba a tiempo de cambiar y recuperar lo que cada día iban perdiendo. Tenía una fe inmensa en lo que yo creía irrecuperable, y tal vez por eso creía en mi.

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