;no me mires;

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-Y entonces, mi amigo Ja...

Cristian puso los ojos en blanco y se pasó una mano por el flequillo castaño. Fijó sus ojos verdes en el tutor de su clase. Ese pequeño hijo de puta que los había sentado como le había dado la regalada gana, por lo cual, él estaba sentado en esa clase y en todas las demás con Sean, un chico demasiado pesado para su gusto. Además, ¿quién se creía ese profesor para sentarlos como si fueran niños de primaria? La mayoría de los chicos y chicas de la clase ya tenían dieciocho años, y el tutor no tenía nada mejor que hacer que sentarlos asía. Aunque como dijo él cuando decidió los nuevos sitios de sus alumnos "si tenéis la mayoría de la edad, comportaos como alguien que tiene la mayoría de edad, no como si tuvierais diez años". Alguien dijo que cuando tenía diez años no tenía sexo, y el profesor lanzó tal mirada que la conversación se quedó ahí, y ellos se tenían que sentar así por el resto del curso.

-¿Qué parte de "no me caes bien" no entiendes?-preguntó exasperado.

Sean rio y apoyó la cabeza en el puño de su mano, ignorando por completo la explicación del profesor, algo que su compañero de mesa sí que estaba intentando hacer.

-La parte del "no".

El chico de ojos verdes contó en su mente hasta diez e ignoró al rubio, que por fin decidió callarse. Paseó sus ojos azules por toda la clase, pero no había nada que le llamara especialmente la atención, así que volvió a mirar a Cristian. Se fijó en la manera en la que daba golpecitos en la mesa con su boli, en sus gafas que caían un poco de su nariz... Le parecía tan guapo. Cristian había llegado nuevo al instituto el año anterior, y aunque no se fijó mucho al principio, su radar aceptó cuando se fijó un poco más en él. Y hasta ese año no habían compartido ninguna clase. Lo mejor de todo era que en la mayoría de las clases estaban sentados juntos. Y eso era genial. Aunque había veces en las que Cristian estaba más borde y antipático de lo normal y apenas se le podía hablar, pero eso Sean no le tomaba demasiada importancia, le gustaba molestar al chico castaño, aunque ya le habían avisado que cuando Cristian se enfadaba de verdad, podía tener muy mala hostia. A Sean al principio le dio un poco de miedo, pero luego le volvió a dar igual. Si Cristian realmente le hubiera querido hacer algo malo, lo habría hecho hacía ya tiempo.

Abrió la boca para hablarle de nuevo, pero no le dio tiempo a pronunciar una palabra, ya que el castaño habló primero.

-No me mires.-rodó los ojos de nuevo.

Que se le quedaran mirando fijamente durante mucho rato era algo que Cristian odiaba, pero que a veces él hacía sin querer. Odiaba que se lo hicieran porque de esa forma no se podía concentrar en lo que estuviera haciendo, y él lo hacía sin darse cuenta porque era una persona bastante observadora.

-No me mires, no me mires, no me no me. No me mires déjalo ya, que no me he puesto maquillaje jey jey.-canturreó en voz baja.

Y para sorpresa de ambos, Cristian se rio, produciendo una pequeña sonrisa satisfactoria a Sean. El de ojos verdes se dio cuenta en seguida de lo que acababa de hacer y se puso serio lo más rápido que pudo, apoyando la mejilla en la palma de la mano, tapando el sonrojo que se había apoderado de ella. Tenía que mantener su fachada de chico sin sentido del humor y malhumorado.

-Cállate, imbécil. Y atiende a la clase.

Pero lo último que había dicho Cristian le entró por un oído y le salió por otro. Por fin después de un mes y medio sentado a su lado, lo hacía reír.

*

*

*

Sean salió del instituto con su mochila azul marino colgada de un solo hombro. Metió ambas manos en los bolsillos de los pantalones del instituto y se quedó observando a Cristian hablando con sus amigos Thomas y Elliot. A esos chicos les tenía una gran envidia , ya que con ellos Cristian era de lo más cariñoso, y eso le daba rabia, porque con él era distante y desconfiado. Allí estaba él, con la espalda apoyada en el muro del instituto y la cabeza apoyada en el hombro de Thomas, mientras que hablaban los tres. Reían y bromeaban entre ellos, y eso era algo que Sean no terminaba de entender del carácter de Cristian. Mientras que con aquellos dos chicos (solo con ellos dos) era simpático (todo lo simpático que podía llegar a ser Cristian), se reía mucho y se insultaban entre ellos con cariño. Y con él todo lo contrario. Una vez le contó sus pensamientos a su amigo Louis y este le dijo que seguramente Cristian era una persona tímida. Tímido para todo menos para mandarte a la mierda, Sean había experimentado varias veces aquello. Al final llegó a la conclusión de que Cristian era simpático con quien quería, y que no le gustaba estar rodeado de mucha gente. Y que tampoco soportaba a una gran mayoría. Y por desgracia, sentía que él pertenecía a esa gran mayoría.

Se apoyó en el mismo muro a unos cuatro metros de ellos, mientras que observaba de reojo al grupo de amigos. Un viento frío se levantó, haciendo que su pelo rubio se despeinara, pero no le tomó mucha importancia. Un coche aparcó en frente de ellos y escuchó cómo Cristian se despedía de sus amigos. Lo observó alejarse. Con las manos en los bolsillos, las mejillas coloradas por el frío y el pelo revuelto por el viento. En ese momento, tuvo más ganas que nunca de correr tras él y darle un beso. Pero como siempre, se contuvo.

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