-Entre los hombros y la espalda tienes sesenta y nueve lunares. ¿Casualidad? No lo creo.
Sean rio y giró la cabeza para así mirar a su novio, que le sonreía desde su posición. Acababan de hacer el amor (sí, ellos hacían el amor) en casa de Cristian, y después de una larga sesión de caricias y pequeños besos, Cristian había comenzado a contar cada lunar en el cuerpo de Sean. Mientras que juntando los lunares de la cara, estómago y brazos solo había treinta y dos, como había dicho antes, entre los hombros y la espalda había sesenta y nueve. Los de los hombros y la parte alta de la espalda eran tan pequeños que parecían pecas. Y a Cristian le encantaría besar cada peca y cada lunar.
-El número sesenta y nueve es bonito. Probablemente mi favorito.-murmuró contra la almohada.
Cristian no dijo nada. Simplemente se entretenía acariciando las caderas de su novio, con la cabeza apoyada en un cojín, pasando de vez en cuando los dedos por los hoyuelos que había en la espalda baja de Sean, quizá bajando cada vez más la sábana que lo cubría.
-Me gustan tus hoyuelos de la espalda. Son bonitos.
Cristian se acostó a la altura del rubio y se miraron a los ojos.
-Tú eres bonito.
Cristian sonrió levemente y se acercó más a Sean para así poder besarle. Ya estaban a principios de abril, y últimamente los dos estaban más cariñosos que nunca. Quizá era por lo que habían hablado un par de semanas atrás, o puede que fuera porque la primavera les estaba afectando o a lo mejor era porque a Sean le había dado por escuchar canciones de One Direction. O a lo mejor era porque el día treinta y uno habían hecho dos meses como novios y eso les había hecho demasiado feliz a los dos. Los había hecho feliz pero a la vez les había recordado que si todo iba bien, iban a dejar de celebrar meses antes de que septiembre terminara, pero ninguno mencionó el tema, ninguno quería hablar de nuevo sobre el tema. Que pasara lo que tuviera que pasar.
Sean pasó un brazo por la cintura de su novio y Beer se tumbó en la mesita de noche, con la cabeza apoyada sobre el despertador, observando a los dos chicos que estaban tumbados en la cama. Esa cama en la que él debería estar durmiendo sobre la almohada desde hacía dos horas.
-No soy bonito.
-Sh. Eres mi bonito pillín. Bonito bonito bonito. Y pillín cuando la ocasión lo pide.
Cristian rio y Sean se quedó viendo aquellas arruguitas que aparecían en las esquinas de sus ojos verdes cada vez que reía. Cristian lo estrechó contra su cuerpo y Sean apoyó el mentón en el pecho del castaño, mirándolo desde abajo, sintiendo el corazón de Cristian latir bajo él. Cristian sonrió adormilado y le acarició con cariño el pelo rubio que caía sobre su frente durante unos minutos, unos minutos en los que Sean dejó descansar su mejilla en el pecho de Cristian, oyendo de cerca su corazón, sintiéndose cada vez más relajado.
-Me gustaría besar cada lunar de tu cuerpo.-dijo después de unos minutos de silencio.
Sean sonrió enseñando los dientes y negó divertido.
-Muchos besos.
-Hay tiempo.
*
*
*
-Mujer, aclárate ya.
Margo ignoró a su marido y siguió con su debate mental sobre cuál té iba a escoger para aquella semana. ¿Rojo? ¿Menta? ¿Negro? ¿Infusiones para dormir?
Suspiró y finalmente echó al carrito las infusiones para dormir. Hacía tiempo que presentía que algo estaba pasando y ella no lo sabía, pero el resto del mundo sí, y eso le molestaba. Y le molestaba más aún porque sabía que era algo que se relacionaba directamente con ella. Hasta sus compañeros de trabajo parecían saberlo. Una vez encontró a unos pocos junto a la máquina expendedora tomando un café o comiendo un sándwich. Cuchicheaban entre ellos y parecían bastante entretenidos en el tema. Hasta que llegó ella dispuesta a tomar un café como hacía cada mañana. Todos sus compañeros se callaron y el pequeño círculo que tenían montado se dispersó con demasiada rapidez. Por suerte, fue más rápida que su compañera Tixy, que al parecer solo sabía que se trataba de Sean, pero que no sabía nada más. Claro, Sean, cómo no. Londres era enorme y parecía que Sean era conocido por todo el mundo. Todo el mundo conocía a Sean Turner, y ella que era su madre no sabía que era aquello que sabía todo el mundo. Y nadie parecía querer contárselo. Y llegó a una conclusión: O su hijo había hecho algo horrible y había acabado en comisaría durante una noche entera pero de alguna forma había conseguido escapar o de nuevo andaba con alguien. No sabía qué prefería, la verdad. Pero si al final resultaba ser que su hijo estaba con alguien, sabía que no tendría mucho futuro y que lo acabarían dejando en poco tiempo.
-Tenemos que comprar fruta.-murmuró la mujer mirando el pequeño papel donde tenía escrita una lista.
Carl no dijo nada, simplemente empujó el carro hasta la sección de fruta y verdura.
-Hey, mira quién están allí.
Margo miró a donde señalaba su marido y vio a Laura y a Sergio. Hablaban y el hombre rio de algo que había dicho su mujer. Le dio cierta envidia ver aquello, porque ella y su marido hacía mucho que no se reían así. La verdad es que no parecían ni un matrimonio. Cuando uno estaba en casa el otro salía, no comían juntos, y solo a veces dormían juntos. Margo sabía que Carl la había engañado, pero no le importaba, porque tampoco es que ella fuera una santa total. No se habían divorciado porque se habían acostumbrado el uno al otro y porque todo sería un quebradero de cabeza.
Antes de que pudiera decir algo, su marido ya estaba llamando a Laura y Sergio, que se acercaron a ellos con una gran sonrisa. Laura empujaba el carrito y Sergio caminaba a su lado leyendo de reojo la etiqueta de un paquete de algo. Se saludaron con rapidez y comenzaron a hablar sobre el tiempo, seguido de que habían rebajado la ropa en algunas tiendas y acabaron hablando sobre quedar juntos algún día.
-Podéis veniros a cenar a casa este fin de semana.
-¡Sí! Hace mucho que no nos vemos.-se entusiasmó Laura.
-Cris puede venir también si quiere, últimamente él y Sean se juntan mucho.-habló Carl.
Margo pensó por un segundo en Sean y Cristian juntos. Nah.
-Pues sería buena idea. La verdad es que ya casi no pasamos tiempo juntos. Se las pasa estudiando en su cuarto o en la biblioteca.
Si Sergio supiera que en ese mismo momento su hijo estaba en la misma cama que Sean.
Laura sonrió un tanto incómoda. Era la única que de verdad sabía lo que pasaba entre los dos chicos y ese momento no era el mejor para ser una bocazas.
-Sean siempre está por ahí. Cuando le preguntamos que a donde va siempre nos dice que a hacer mamadas. Pero evidentemente es mentira.-rio Carl dándole un leve empujón a Sergio, que se contagió de la risa.
Si Carl supiera que en ese mismo momento su hijo estaba en la misma cama que Cristian haciéndole una mamada.
yo cuando vi que llegamos a los 10k
queréis que haga no c algo especial? la verdad es que no se me ocurre nada lmao para qué hablaré
os dejo esta foto de bebé troye bc cute af
talue guapis
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No
Teen FictionDonde Cristian le contesta "no" a todo lo que le dice Sean. Donde Sean no se da por vencido aunque todo lo que le responde Cristian es "no". Cristian es de ese tipo de chicos que cuanta menos gente le hable, mejor. Sean le hablaba a todo el mundo...