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Apoyó la mejilla en el puño de la mano y bostezó.  Tenía demasiado sueño aquella mañana, y eso que había dormido más o menos bien. Dejó las gafas sobre la mesa y se pasó la palma de la mano por los ojos verdes, para luego darse la vuelta y hablar con alguno de sus compañeros de la mesa de atrás. Se volvió a colocar las gafas, y estaba dispuesto a hablarle a Paul para quitarse un poco el sueño, cuando la puerta de la clase se abrió, dejando ver a un Sean con el pelo rubio revuelto y las mejillas sonrojadas por el frío y por haber estado corriendo para no llegar tarde. Cristian escondió una leve sonrisa con la palma de la mano y observó cómo su compañero de mesa se sentaba a su lado, dejaba la mochila en el suelo y se giraba para sonreírle.

-¿Me has echado de menos?

Eso era tan típico del rubio, ni saludar ni nada, siempre siendo tan directo.

El castaño soltó una carcajada sarcástica.

-Eso piensas tú.-mintió sin dificultad.

Mintió porque sí que había echado en falta la voz de Sean hablándole en susurros para que el profesor no le regañara, contándole alguna historia de su infancia o cualquier cosa que se le ocurriera por la cabeza en el momento.

Sean se rio un poco y estirazó el cuello para dejar sus labios a la altura de la oreja de Cristian, haciendo que su compañero se tensara. Él estaba acostumbrado a la cercanía de Sean, claro que lo estaba. Estaban sentados juntos, cómo no lo iba a estar, pero eso ya era sobrepasar demasiado la línea de espacio personal.

-Sé que no es así, pillín.

Cristian sintió sus mejillas enrojecer un poco.

-Eres un imbécil, Sean. Y no, no te he echado de menos.

Y dicho esto, se sentó bien en su sitio y comenzó a sacar los materiales que necesitaría en aquella clase. El profesor entró y eso fue suficiente para que Sean pusiera la mente en blanco y se quedara observando un rato más el perfil de Cristian.

*
*
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Se apoyó en el muro junto con Elliot y Thomas y metió ambas manos en los bolsillos de su pantalón del colegio. Apoyó uno de los pies en la pared y Thomas se puso a su lado, permitiéndole dejar caer la cabeza en uno de sus hombros.

-Y el muy hijo de puta me mandó con el director.

-Deberías estar ya acostumbrado, Elliot.-rio Cristian, pero esa risa duró poco ya que vio a cierto rubio acercándose a ellos.

Sean llevaba las manos en los bolsillos, la mochila colgada en los hombros y andaba tranquilamente hacia el grupo de amigos , que al verlo llegar, se quedaron callados y lo observaron con los ojos entrecerrados, en un intento de intimidarlo. Y lo consiguieron en parte, ya que Elliot y Cristian eran de los chicos más respetados del instituto, y aunque Thomas estaba por debajo, en aquel momento se sentía intimidado por él también. Pero no lo dejó notar y llegó hasta ellos con una sonrisa.

-Me voy a tu casa, ¿recuerdas, bonito?-miró a Cristian, que ya no estaba apoyado en Thomas.

-¿El gay se va a tu casa?-preguntó asombrado Elliot.

El rubio lo miró mal.

-El gay tiene nombre, gracias. Y respondiendo a tu pregunta: sí, un mes.-sonrió de nuevo.

La verdad es que estaba más que feliz por estar más de un mes en casa del castaño. Era como un sueño para él. Estaba seguro que de esa forma su relación de "amistad" con Cristian aumentaría. Quién sabe cuánto iría a más.

Cristian cabeceó disgustado, provocando una pequeña sonrisa en sus dos amigos.

-No nos has contado nada.-bufó Elliot cruzándose de brazos.

Cristian miró a Thomas y le sonrió a él y a Elliot, como pidiendo perdón, ignorando por completo a Sean.

-Se me olvidó por completo, ya sabéis... Luego hablamos si...

Pero antes de que pudiera seguir hablando, vio de lejos el coche de su madre, así que cogiendo de la manga de la chaqueta de Sean, se alejó de sus dos amigos, que los miraban extrañados. Cristian se montó en el asiento de copiloto, mientras que Sean lo hizo en la parte trasera. La madre del castaño puso el coche en marcha y le sonrió a ambos chicos.

-¿Cómo os ha ido hoy? Por cierto Sean, tus padres y Mark ya están en casa.

Cuando llegaron a la casa, Laura le dijo a su hijo que le enseñara toda la casa a Sean, el cual estaba más que contento de pasar más tiempo con Cristian, quien tenía una cara de amargado que no podía con ella, pero eso a él no le importaba demasiado. Ya estaba acostumbrado a su cara de culo.

Los dos chicos saludaron a los padres y al hermano de Sean, que estaban hablando con el padre de Cristian, para luego unirse a la conversación Laura.

Cristian tiró de la manga del polo de Sean, indicando que quería moverse ya del sitio, cosa que el rubio le hizo caso. Recorrieron toda la casa, hasta fueron al jardín, donde Sean le tiró hojas secas en la cabeza a su compañero de mesa, haciendo que se enfadara.

Suspiró y se colocó bien las gafas, que le caían por la nariz.

-Y ahí está el baño.-terminó señalando una puerta al final del pasillo.

Sean asintió y dejó caer todo el peso del cuerpo en una sola pierna, para luego señalar una habitación que tenía la puerta cerrada y de la cual Cristian no había hablado.

-¿Y esa?

-Mi habitación.-rodó sus ojos verdes.

Sean enseñó una enorme sonrisa.

-Entonces mi habitación está justo enfrente de la tuya.

-También es la de tu hermano.-lo corrigió cruzándose de brazos.

Cristian no sabía por qué, pero esa sonrisa le pareció que tenía un poco de... picardía, tal vez.

-Pero ahí estaré todas las noches.

Y dicho esto, le sonrió por última vez y se dio la vuelta, para luego bajar por las escaleras.

Cristian soltó el aire retenido y sintió sus mejillas calientes.

-Cualquier día se lleva una hostia...

NoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora