;doble logro;

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-No.

Sean hizo una mueca de disgusto y se dejó caer en la cama a su lado. Cristian dejó el ordenador con la serie en pausa sobre la mesita de noche y esperó a que el rubio hablara.

-¿Por qué eres tan amargado?

Cristian lo miraba desde arriba con una mueca en los labios. Y a Sean le pareció mucho más guapo desde ahí abajo. No llevaba las gafas puestas, por lo que sus ojos se veían más grandes y verdes. El pelo castaño caía revuelto sobre su frente y por la luz de la lámpara de la mesita de noche se veía más claro que de costumbre, y sus ojos más luminosos. Sean llegó a la conclusión que Cristian se veía mejor desde abajo, y él podía hacer muchas cosas si se agachaba.

-No soy amargado. Sean, son las doce de la noche, y mañana hay clases. Además, hace frío, estoy bien en mi cama.-se acurrucó entre las mantas, dándole la espalda al ojiazul.

Sean se metió bajo las mantas y Cristian se sintió incómodo al tenerlo tan cerca, pero lo fue más aún cuando el rubio pasó un brazo sobre su cuerpo, abrazándolo. Cristian sintió la respiración pausada de Sean en su nuca, y eso solo hizo que su corazón latiera más rápido y estuviera más nervioso.

-No me toques, cabezapolla.

-Si no vamos a jugar, te voy a estar toda la noche molestándote. En la cama.-dijo contra su hombro, ignorándolo olímpicamente.

Y aunque no pudo verle la cara porque estaba de espaldas, sabía que estaba sonriendo. Claro que sonreía, sentía la sonrisa socarrona en la nuca. Porque claro, había dicho algo con doble sentido, y eso ya era razón para sonreír.

 Se separó rápidamente de él y se levantó de la cama. Lo miró desde arriba con los brazos en jarra, algo cabreado, pero eso a Sean no le importaba demasiado. Había estado en la misma cama que Cristian, y además, lo había abrazado. Doble logro. Si tuviera un diario lo escribiría.

-Sean, no voy a salir.

El rubio bufó y se levantó también de la cama, para así estar a la misma altura.

-¿Pero qué más te da? Es decir, no te quedarás dormido hasta dentro de varias horas, porque seguirás con tus series. Y yo no puedo dormir, tú tampoco, damos una vuelta y cuando volvamos seguro que podemos dormir mejor.

Cristian se pasó una mano por el pelo, haciendo que se pusiera hacia arriba. Cogió las gafas y se las puso, y por fin pudo ver a Sean con claridad, que por una vez en su santa vida, parecía un poco más serio. Pero solo un poco. Suspiró y miró la hora en el portátil. Eran las doce y media, ni era tan tarde.

Miró de reojo a Sean, que estaba de brazos cruzados y miraba al suelo. No parecía demasiado dispuesto a irse.

-Vale, vale. Eres un imbécil, y ahora me vas a hacer cambiarme para jugar a un juego de niños pequeños, y encima, mañana hay clases. Mátame.-miró hacia el techo en un gesto de desesperación.

Sean enseñó una gran sonrisa que Cristian no vio (ya que estaba buscando qué ponerse en el armario) y se fue hacia la puerta.

-Eres un maldito dramático. Abajo en cinco minutos.-susurró.

Y se fue.

*
*
*

Bajó las escaleras, Sean ya estaba allí. Llevaba el abrigo puesto, unos vaqueros y unos guantes sin dedos. No había demasiada diferencias en lo que llevaban los dos, solo que Cristian llevaba un gorro puesto y los guantes estaban enteros.

-¿Nos vamos ya o qué? Menos mal que aquí todos parecen tener el sueño profundo...-murmuró abriendo la puerta, estremeciéndose inmediatamente por el frío.

-Claro, vamos.

Cristian cerró la puerta con cuidado de no hacer ruido y metió las llaves en el bolsillo del abrigo. Comenzaron a caminar sin rumbo alguno. Simplemente iban el uno al lado del otro, Sean con el móvil en las manos para buscar a los bichos esos, y Cristian solo lo miraba curioso. Cuando comenzó a sentir los dedos de los pies fríos fue cuando se comenzó a arrepentir de haberle hecho caso al rubio. Con lo bien que se estaba en su cama.

-¿Hay alguno?

-Por ahora no.-contestó girando en una esquina.

-Anda, hace frío, póntelo.-le dijo Cristian subiéndole el gorro del abrigo.

Sean lo miró y sonrió, pero este solo miraba al suelo.

AAAAAWWW SE PREOCUPA PORQUE NO TENGA FRÍOOOOO.

Estuvieron un rato caminando, casi salían del barrio, cuando Sean se paró de golpe, mirando atento la pantalla del móvil.

-¿Qué pasa?-preguntó acercándose a él.

-¡Hay un Pikachu! ¡Ahí!-señaló un edificio en construcción.

-No vamos a meternos en una obra, Sean.-se cruzó de brazos.

-Tú no, pero yo sí.

Y dicho esto, se puso a buscar algún agujero en la valla para así poder meterse ahí y capturar al Pikachu.

-¡Estás loco! Como nos vea un vecino por aquí...

-Tranquilo, Cristian. No pasará nada. De todas formas, esto lleva parado como dos años, no creo que de la nada lleguen los albañiles dispuestos a seguir con esta mierda.

Siguió buscando un buen sitio para colarse, seguido de Cristian, que lo único que hacía era ir tras él, asegurándose que nadie los viera.

-¡Por aquí!-exclamó feliz viendo una parte de la valla que estaba rota.

Y sin pensarlo, entró, dejando a Cristian solo en la calle. No tenía pensado entrar ahí, así que se apoyó en el muro de una casa de enfrente y esperó a que saliera, pero se comenzaba a impacientar, por no decir que sentía los dedos de los pies entumecidos por el frío. Se abrochó el abrigo al máximo, y los cristales de las gafas estaban empañándose por los bordes. Escuchó el sonido de algo cayéndose al suelo a unos metros de él, pero solo era un gato rebuscando en un contenedor. Miró la hora en el móvil. Sean llevaba ahí metido cerca de diez minutos, así que después de dar un gran suspiro, entró en el edificio. Todo estaba en escombros, y apenas llegaba bien la luz de las farolas de la calle, así que se le hacía un poco complicado caminar por allí. Encendió la linterna de su móvil y entró en lo que era el edificio. No fue muy complicado, ya que solo estaban las vigas, no había paredes, y en lo que era la última planta, no había techo.

-¿Sean?

Se sorprendió al escuchar su voz sonando tan miedosa.

Pero nadie le contestó, así que subió las escaleras con cuidado de no tropezarse con ningún ladrillo. Llegó hasta la última planta mientras que llamaba a Sean, pero en ningún momento le contestó, así que por cada paso que daba, se sentía más asustado y preocupado. Desde allí arriba, se podía ver todo el barrio y de lejos la torre del Big Ben, pero no a Sean. Se apoyó en una de las vigas cansado de tanto subir y agudizó el oído, escuchaba pasos detrás suya, y al darse la vuelta, como supuso, ahí estaba Sean.

-¡Jo! ¡Te quería dar un susto!-rio.

Cristian le pegó un empujón y lo miró mal.

-¡Eres un imbécil! ¡Te he estado llamando! ¡Estaba preocupado, joder!-lo miró mal.

Y en realidad sí que lo estaba. Si a Sean le llegaba a pasar algo en aquel edificio, bien fácil lo podrían culpar a él de asesinato, y Cristian tenía una vida muy larga por vivir aún y no se la quería pasar en la cárcel por algo que no había hecho.

Al ver la cara de arrepentimiento del rubio, se tranquilizó un poco y se dio la vuelta para así bajar las escaleras y salir de aquel maldito edificio. Sean le puso una mano en el hombro, impidiendo que siguiera andando.

-Oye, perdona. No te había oído... ¡Pero lo conseguí!-le enseñó orgulloso la pantalla del móvil.





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