;meter mano;

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Ambos se quedaron en silencio, la única luz que entraba por la ventana, y esa apenas iluminaba algo. Un trueno se escuchó demasiado cerca y Cristian soltó el portátil encima de la mesita de noche, sintiendo el corazón golpear con fuerza su pecho. Odiaba las tormentas.

Sean se acercó un poco más a Cristian.

¿Le meto mano? ¿Se dará cuenta? Claro que se dará cuenta... Naaah, a la mierda. Le voy a meter mano.

Se sentó disimuladamente un poco más pegado al castaño, y justo cuando iba a  acercar su mano al culo de Cristian, este habló.

-¿Me estás jodiendo, Dios?-la voz le salió nerviosa.

Sean no entendió apenas nada de lo que había dicho y decidió no meterle mano. No esa noche. Miró la página de series, la cual estaba en blanco al no estar conectada al wifi, y supo que las esperanzas de estar más o menos acurrucado con Cristian se habían ido a la mierda en aquel momento.

Se pasó una mano por el pelo y vio que Cristian estaba mirando por la ventana. Grandes goterones caían sobre el cristal, y la luz de un rayo entró en la habitación, iluminándola durante unos segundos. Y luego el trueno se escuchó, haciendo temblar a Cristian. Sean, al darse cuenta de aquello, lo miró sorprendido.

-¿Te dan miedo las tormentas?

Cristian ya había abierto la boca para contestar, pero la puerta de la habitación se abrió y su padre apareció con una linterna, cegándolos a ambos.

-Papá.-se quejó su hijo llevándose una mano a los ojos, dejando las gafas de lado.

-Perdón, solo he venido para deciros que esto parece un apagón en todo el barrio. Y la tormenta parece bastante fuerte, Cris.-miró fijamente a su hijo, que lo asesinó con la mirada-. Sean, tu hermano quiere dormir con tu padre, ¿tú que vas a hacer? ¿Vas a ir a tu habitación?

El hombre arqueó una ceja al ver a los dos chicos en la misma cama y tan juntos, pero bueno, ni que fuera algo extraño. Al ver el portátil encima de la mesita de noche con una página ilegal de series en blanco, comprendió que los dos estaban ahí porque iban a ver alguna serie o algo por el estilo. Viniendo de su hijo, no era algo extraño en absoluto.

Sean miró de reojo a Cristian, que simplemente estaba sentado a su lado, arrugando la manta entre los dedos, y luego miró a Sergio, que seguía con la linterna sin apuntar a ningún sitio en específico, esperando una respuesta.

Y se le ocurrió una gran idea.

-Pues yo creo que me quedaré aquí un rato más, ya si eso iré luego a la habitación.-dijo con una sonrisa.

Lo que había dicho había sido una gran mentira. Sean no solo se iba a quedar un rato más, y no iba a volver a su habitación. Eso estaba más que claro.

No se giró para mirar la reacción del castaño, pero había oído el sonido de la palma de su mano chocar contra la frente.

-Oh, vale. Vuestras madres llegarán pronto, hemos hablado con ellas.

Y dicho esto, cerró la puerta y se fue.

-Que el Señor me lleve pronto.-exclamó desesperado alzando las manos.

Sean rio.

-Espero que no te vayas a convertir en cura, Cristian. Lo único que entiendo que dices en español es Dios y Señor. Sospechoso.-puso un dedo bajo su barbilla, pensativo.

Cristian rodó los ojos y puso el portátil en la mesita, para luego apagarlo.

-No seré cura. Me gusta follar, que lo sepas.

Y se arrepintió inmediatamente después de decir aquello.

Sean soltó una estruendosa carcajada, mientras que las mejillas de Cristian estaban coloradas, pero no se conseguía distinguir por la oscuridad de la habitación.

Como ambos estaban sentados en la cama, Sean se inclinó un poco sobre el castaño, poniéndolo nervioso.

-¿Te gusta follar?-preguntó burlón.

-Ogh, cállate, imbécil.-gruñó.

Y tras decir eso, se metió bajo las mantas de la cama y le dio la espalda al rubio.

Sean sonrió con algo de ternura y se metió con él bajo las mantas. Ninguno dijo nada. Solo se oía el sonido de la lluvia contra la ventana, la respiración algo nerviosa de Cristian y el suave susurro de los dedos de Sean pasando por la espalda de Cristian hacia arriba y abajo, en un intento de tranquilizarlo, pero no funcionó demasiado cuando otro trueno resonó en la habitación, haciendo estremecer al chico.

-Oye, tranquilo, que yo estoy aquí contigo.-le susurró al oído.

Cristian rio un poco amargamente, hundiendo la mejilla en la almohada.

-Eso no es que me reconforte.

Sean fue esta vez el que rio, pero no dijo nada. De nuevo aquel silencio, hasta que fue interrumpido por otro trueno, uno mucho más ruidoso que el anterior. Sintiendo a Cristian estremecerse a su lado, pero no hizo ningún amago de abrazarle o algo por el estilo, ya que sabía que el chico podía enviarlo de una sola patada al suelo. Y quería mantener su bonita cara intacta.

Varios segundos después, Cristian dijo:

-Sean... ¿Me abrazas?-la voz sonó entrecortada por la almohada, y eso le dio más ternura al chico. Estuvo a punto de soltar un "awwww", pero se controló.

El rubio sonrió ampliamente y se juntó más a Cristian, encajando sus piernas con las del otro chico, pasando los brazos por su cintura, apretándolo contra él. Sin duda, era el mayor acercamiento que habían tenido desde que se habían conocido. La nariz le rozaba la zona de los omoplatos y pensó que Cristian por fuera parecía un tipo duro, frío e intimidante en realidad era un bebé. Bueno, no exactamente un bebé.

El corazón de Cristian iba demasiado deprisa, y como siempre pasaba en aquellas situaciones, sentía las mejillas calientes, aunque tampoco es que él hubiera estado en muchas situaciones como aquella, y menos con alguien al que conocía tan poco como a Sean, porque sí, ellos apenas se conocían. Pero joder, él le tenía miedo a las tormentas y el único medio para ignorarla era ponerse música con los auriculares y eso iba a hacer que no durmiera y al día siguiente había clases. Prefería dormir con Sean a tener cara de muerto a la mañana siguiente, porque el otro medio para ignorar la tormenta era dormir con alguien. O eso hacía cuando tenía diez años y se metía en la cama de sus padres o de su hermano.

La sensación de las manos de Sean alrededor de él le parecía reconfortante, y poco a poco, dejó de sentir el nerviosismo que tenía al principio. Dejó de pensar en los goterones que caían contra la casa, en la tormenta que había encima de Londres y se concentró en la respiración de Sean en su nuca y en sus manos agarrándole por la cintura.

Tras un rato, sintió que la respiración de Sean era más pausada, y supo que se había quedado dormido, y él no tardó en imitarlo.

perrxs pasaros por el capítulo de puré de patatas, que necesito vuestra opinión sobre unas fotos, mierdozos

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