Salió de la casa dando un portazo, sin importarle lo que pensaran los padres de Cristian o los suyos. Estaba cabreado y eso no había quien lo cambiara. Y si se llegaba a quedar en casa, era capaz de romper algo, gritar a cualquiera que se le cruzara o armar un follón, así que prefirió irse lo más pronto posible.
Metió las manos en los bolsillos del pantalón y se arrepintió de no haber cogido una chaqueta, pero no iba a volver a aquella casa, no hasta que se le pasara todo. Eso era lo que hacía la mayoría de las veces, huir de los problemas, no sabía hacer otra cosa.
Le pegó una patada a una lata que había en el suelo, y estuvo así hasta que salió del barrio de Cristian.
No sabía cuántas vueltas dio por el barrio, pero fueron muchas. Y mientras que caminaba con las manos en los bolsillos, el ceño fruncido y con una mueca de enfado en la boca, pensó demasiado. Pensó que había sido muy arriesgado intentar besar a Cristian, aunque él estaba dispuesto a besarle también. ¡Claro que estaba dispuesto! Si había cerrado los ojos y todo... No sabía por qué Cristian no se había alejado de él, como hacía siempre, pero lo que sí sabía es que las cosas entre ellos dos a partir de ahora iban a estar incómodas. Pero... ¿Y si Cristian de verdad le quería besar? ¿Si Mark no los hubiera interrumpido se hubieran besado?
Sacudió la cabeza al pensar eso. No quería tener demasiadas esperanzas de todas formas.
Se estuvo reprochando todo el camino que debería haber sido más fuerte. No haberse enamorado con tanta facilidad. Pero esa sensación era nueva para él y no podía controlarla. Claro que no podía. Sobre todo cuando estaba conviviendo con Cristian bajo el mismo techo. No podía evitar pensar que los ojos de Cristian eran los más bonitos del mundo, los más verdes, los más deslumbrantes, los más intimidantes. No podía evitar pensar que cuando reía era el sonido más bonito del mundo... Y todas esas cosas que no podía evitar pensar, hacían que le entrara ganas de coger y pegarse un tiro.
Era ya de noche, aunque acababan de dar las seis de la tarde. Tenía un frío de muerte y sin darse cuenta, se encontraba frente a la puerta de la casa de Louis. Era el único con el que podía hablar de temas como aquel, el único con el que tenía más confianza y el único al que tenía ganas de ver. Porque ya no estaba enfadado, estaba triste.
Pegó un par de veces en la puerta y apoyó todo el peso del cuerpo en una sola pierna, esperando. Louis abrió la puerta, tenía el pelo castaño revuelto y sus ojos azules lo miraban curiosos.
-¿Sean? ¿Qué pasa? ¿Es por lo gemelos Dark? ¿Es por...?
Y si Sean no llegaba a romper a llorar, Louis hubiera seguido preguntando sin acertar.
*
*
*
Justo cuando llegó a casa, su padre estaba sentado en el porche esperándolo. Tenía un abrigo largo puesto y entre sus dedos había un cigarrillo encendido.
Sean se sorbió la nariz al verlo y pasó por su lado sin decirle nada. No tenía ganas de hablar con nadie. Puso la mano sobre el pomo de la puerta dispuesto a entrar, cuando su padre se dio la vuelta para mirarlo.
-Sean, siéntate aquí conmigo.
Y el tono que usó no permitía reproche.
Rodó sus ojos azules y se sentó en el frío escalón. Tiritó y su padre le pasó un brazo por los hombros, mientras que seguía fumando.
-Sean... No sé qué ha pasado entre Cris y tú pero...
-No ha pasado nada, eso es lo que ha pasado.-espetó mirando sus zapatillas.
-Sean, tienes suerte de que haya sido Mark el que os hubiera visto. Llega a ser tu madre y ahora mismo estaríamos con las maletas en casa de nuevo.
Al oír aquello, los ojos se le volvieron a húmedos, pero no lloró. Lo que había intentado hacer había sido arriesgado, pero le seguía doliendo que su madre no lo aceptara.
Carl miró a su hijo. Aunque estaba oscuro y la luz de las farolas de la calle no era la mejor, notaba que Sean tenía los ojos rojos, por no hablar de su ánimo, que estaba por los suelos.
-Sean, que sepas que tú siempre tendrás mi apoyo, siempre. ¿Vale?-le acarició la melena rubia.
Sean se quedó de nuevo en silencio. Quería irse a su habitación y tirarse en la cama. No estar allí con su padre en el porche, pasando frío y oliendo a tabaco.
-Vale.
Y dicho esto, se deshizo del agarre de su padre y se levantó, sacudió sus pantalones y se giró para irse. Abrió la puerta y justo cuando iba a entrar, su padre expulsó el humo por la boca y volvió a hablar.
-Y sé que fuiste tú el de la caldera. Tienes suerte de que tu madre tampoco sepa eso.
Antes de que pudiera hablar más, entró en la casa y cerró la puerta tras de sí. Suspiró pesadamente y corrió a la planta de arriba, donde por suerte el baño estaba libre y se pudo duchar con tranquilidad, mientras que pensaba en qué le diría a Cristian. Porque no lo iba a dejar así, claro que no. Ahora que eran un poco más unidos no podía echarlo a perder todo por un casi beso.
Salió de la ducha y se enrolló una toalla en la cintura, para luego ir a su habitación (que por suerte no estaba Mark) y se puso el pijama. Abrió la puerta dispuesto a ir al cuarto de Cristian, pero se encontró a este saliendo. Ambos se quedaron en el pasillo mirándose a los ojos, hasta que Cristian abrió la boca.
-Sean, sobre lo del beso... Bueno, no ha sido un beso... Lo que sea, es un error, ¿sí?
Sean asintió y se pasó una mano por el pelo húmedo.
-De eso mismo te iba a hablar yo, que es... Nada. Nada.
Ambos sonrieron a la vez y Cristian se pasó una mano por la nuca, en un gesto de incomodidad. Sean tuvo ganas de acercarse a él y colocarle bien las gafas, pero en lugar de eso, sonrió y le tendió una mano, la cual Cristian estrechó.
-¿Amigos, no?
-Claro.
Se soltaron de las manos y Cristian se fue hacia las escaleras, mientras que el rubio lo observaba apoyado en la pared.
Pero yo no quiero ser tu amigo, estúpido.
subo bc me aburro
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No
Teen FictionDonde Cristian le contesta "no" a todo lo que le dice Sean. Donde Sean no se da por vencido aunque todo lo que le responde Cristian es "no". Cristian es de ese tipo de chicos que cuanta menos gente le hable, mejor. Sean le hablaba a todo el mundo...