:precioso:

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advierto que no voy a hacer la kk esa de los tres relatos pq pereza af y realmente no es buena idea jsjs



-Deja. De. Mirarme. El. Culo.

Sean bufó divertido y se apartó el pelo de la cara, aunque al segundo siguiente volvió a su lugar estorbándole en los ojos. Los dos estaban en la casa de Pet, el cual estaba en la habitación de los tatuajes con un chico, así que no podían hacer nada aparte de estudiar. La verdad, es que lo único que debían hacer en aquellos días era estudiar, porque ya estaban a final de curso. Sí, ya. Ni ellos se lo creían. A ellos dos les quedaba un último examen, que era el día siguiente, y era el más importante con diferencia. Así que ahí estaban, dando los últimos repasos a los libros, aunque Sean se dedicaba a repasar más que nada a Cristian con la mirada.

-No te estoy mirando el culo.

-Haré que te creo.

El castaño estaba tumbado boca abajo en la cama, con las manos sujetándole la cabeza mientras que leía aquella página del libro por milésima vez. Y Sean estaba apoyado en el escritorio de la pequeña habitación. No tenía la camiseta puesta, así que dejaba a la vista todos sus tatuajes. La ventana estaba abierta, así que allí dentro se estaba bien, aunque él seguía teniendo calor, y Cristian le repetía que eso no era calor en comparación con lo que hacía en España, pero él le ignoraba. Y él en realidad no le estaba mirando el culo, estaba admirando a su novio, que es algo muy diferente. Que sí, que puede que a lo mejor sus ojos se paraban más de lo necesario en las nalgas de su novio, pero qué le iba a hacer él. También le había mirado la espalda, la curvatura de su cuello, los hombros y las piernas, y Cristian de eso no se daba cuenta. Se tiró a su lado en la cama y Cristian lo miró de reojo, aunque no le prestó mucha atención. Sean apoyó la cabeza en el puño de la mano y suspiró.

-No te estaba mirando el culo.-y paseó un dedo desde la nuca, hasta la espalda baja de Cristian.

El castaño se rindió y se subió las gafas con un dedo antes de mirar a su novio. Cerró el libro y lo miró con una ceja alzada.

-Solo deja de mirarme.

-¿Te incomodo?

-Sí.

Sean sonrió un poco y Cristian paseó disimuladamente los ojos por el pecho de su novio. De la nada le entraron ganas de lamérselo. Pero en vez de eso, simplemente dejó caer la cabeza sobre la cama y se acomodó, mirando a Sean desde abajo. Se fijó en el tatuaje de la brújula en su brazo y de su mano tatuada jugando con el borde de su camiseta.

-¿Y por qué te incomodo?

-No tengo ganas de hablar de eso, Sean.-rodó los ojos.

Sean era tan precioso, con su pelo rubio, con sus ojos azules, con su piel salpicada de pecas y lunares, con sus hoyuelos en la espalda baja, con sus tres tatuajes y con su sonrisa. Y él se sentía tan poquita cosa.

Sean frunció el ceño y dejó caer la cabeza en la cama, para estar a la misma altura que su novio, que se había quitado las gafas porque le molestaban. Sean le acarició la mandíbula con el pulgar sin apartar la vista de los ojos de Cristian.

-No te creas que te miento cuando te digo bonito.

-Eso solo es un apodo.

Sean entrecerró los ojos.

-Cristian, eres precioso.

Su novio no le contestó, se limitó a soltar un sonido parecido a un "mmm" y miró hacia otro lado. Sean en un movimiento, se colocó encima del castaño, y le comenzó a dejar rápidos besos en la cara, haciéndole reír levemente.

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