:málaga:

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Sean entró a oscuras en el apartamento de Pet. No se molestó en encender ninguna luz. Todo estaba en silencio y a oscuras. Parecía que Pet no estaba, ya que normalmente a esas horas él seguía despierto. Se metió en su cuarto y encendió la luz. Vio la caja que le habían traído su hermano y su padre tirada en el suelo. Suspiró y sacó un cigarrillo que le había robado a uno de sus amigos y lo encendió. Se sentó en el suelo dispuesto a seguir viendo qué le habían traído. Aparte de fotos y algún libro no había mucho más que no hubiera visto antes. Hasta que vio una foto de él con Cristian. Él pasaba un brazo por los hombros de Cristian, sonriendo, mientras que el otro reía y se llevaba un cigarrillo a los labios. Vio unos papeles que sobresalían por detrás de la foto. Detrás estaban pegados con celo dos billetes de avión a Málaga. Casi se atraganta con el humo al verlos. El avión salía dentro de dos días, y el de vuelta era cinco días después. Supuso que su padre había pensado que cinco días eran suficientes como para despedirse de Cristian. Estaba equivocado. Podrían pasar mil días y seguirían sin ser suficientes como para tener el coraje y valentía para dejar atrás la relación con Cristian. Cristian, que se había ido a Málaga hace tres días. Tres días en los que apenas habían hablado y ya lo echaba de menos. Cinco días para decirle adiós Cristian no eran nada. 

Muchas veces le habían dicho que si quería tanto a Cristian, se debería quedar en Londres. Debería haber hecho más por su relación. Odiaba pensar en eso. Sabía que no había hecho suficiente. Sabía que el tiempo que habían pasado juntos también estaba lleno de baches que no habían terminado de superar. Los dos sabían que no serían felices cuando su relación terminara, pero también sabían que era mejor así, porque si no cortaban, tampoco iban a ser felices. Sabían que si cortaban, volverían a ser felices meses después, pero que si no lo hacían, su sufrimiento se alargaría sin sentido. No tenía sentido que su relación siguiera después de septiembre. Cristian seguía con sus inseguridades, y él no podía soportar una relación a distancia. Simplemente no podía. Y sí, podría haber elegido una universidad que estuviera más cerca a la de Cristian, o directamente haberse quedado en Londres en casa de Pet. Pero no quería. Era demasiado testarudo, y si ya había decidido que se iba, se iría. Además, en Londres no era feliz. Se sentía mal todo el rato. Quería irse a un lugar completamente distinto. Empezar de cero. Hacer nuevos amigos, nuevos recuerdos. Aún así, sabía que los nuevos amigos y recuerdos no podrían superar a los que dejaba en Londres, por mucho que le doliera. 

Decidió que era hora de enfrentarse a las cosas de una vez. De empezar a dejar cosas atrás. A Sean no se le daba bien ni una cosa ni la otra.  

Le mandó un mensaje a Thomas, porque sabía que él había estado antes con Cristian en España, y sabía la dirección exacta de la casa donde se quedaba.

Para cuando Cristian volviera a Londres, él ya no estaría. 

*
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Cuando salió del aereopuerto, la luz del sol lo cegó por unos segundos. Miró la hora en el móvil, se suponía que Cristian y su madre tendrían que estar ya esperándolo, pero no los veía por ningún lado. Le mandó un mensaje a Cristian y este le respondió que ya mismo llegarían, que estaban en un atasco. Resopló y se pasó la mano por la frente. El calor húmedo de Málaga era horrible y asqueroso. Sentía que estaba sudando por cada poro de su piel. Pero sabía que no solo estaba sudando por el calor, sino también por los nervios de volver a ver a su novio. No sabía cómo iban a cortar. Se había imaginado cientos de escenarios en su cabeza y todos eran tristes y dolorosos. No sabía si había hecho bien en ir a Málaga, no sabía si habría sido mejor romper directamente antes de que Cristian se hubiera ido a España. Realmente no sabía nada, pero ya no se podía volver atrás; ya estaba en Málaga y tenía que enfrentar la situación en la que se había medito él solito porque había querido. 

Como ya se ha dicho antes y todos sabemos, a Sean no se le daba bien enfrentarse a las cosas.

Oyó un pitido de un coche y vio a Laura y Cristian. Cogió la maleta y se dirigió hacia donde ellos estaban. Cristian se bajó del coche y le sonrió débilmente. No pudo evitar sonreírle de vuelta. Le quería tanto... 

Cristian le dio un abrazo a pesar del sofocante calor y después un pequeño pico en los labios.

-¿Cómo ha ido el vuelo?

-Podría haber estado mejor, estaba sentado en medio de una mujer que me miraba raro y un hombre que casi ocupaba la mitad de mi asiento.

Cristian se rió bajito y le ayudó a meter la maleta en el maletero. Se montaron en el coche, Cristian de copiloto y Sean detrás. Laura le saludó y por el camino al piso que habían alquilado le estuvo preguntando sobre el vuelo y sus últimos días en Londres. Luego todos se quedaron callados, solo se escuchaba la música que sonaba en la radio. Sean se puso a mirar el chat con Cristian  en el móvil. Su última conversación se basaba en él diciéndole que qué le parecería si iba unos días a Málaga, que su padre le había comprado los billetes de avión, y Cristian respondiéndole que estupendo, que sus padres estaban encantados. La pregunta era, ¿estaba Cristian tan encantado como sus padres? No sabía realmente qué pensar. 

Cuando llegaron al piso, dejaron que Sean se instalara en la habitación de invitados. En la habitación solo había una cama, un armario y una mesita de noche. Y muchos cuadros con temática marina, de hecho, el piso entero estaba lleno de cuadros de ese estilo. 

Cuando terminó, se dirigió hacia la habitación de Cristian, pero no estaba allí. Llegó al salón y allí vio que su novio estaba en la terraza, fumando. Se acercó a él y se puso a su lado. Las vistas eran muy bonitas, con el mar en frente, la gente en la playa y las gaviotas volando. 

-¿Quieres?-Cristian le ofreció el cigarrillo.

Asintió y le dio una calada. Cristian se apoyó de espaldas contra la barandilla y se le quedó mirando.

-Mis padres se han ido a la playa. ¿Tú qué quieres hacer?

Sean lo miró. Estaba muy guapo, con el pelo revuelto, las gafas torcidas, la piel más morena y con sus tatuajes. Quería hablar, quería llorar, quería tener por fin una conversación con su novio en la que de verdad hubiera comunicación por parte de los dos, pero en vez de eso, expulsó el humo de sus pulmones, dejó el cigarrillo en el cenicero que había sobre una mesita y le besó. Cristian no se esperaba aquello, así que tardó un par de segundos en responder, pero cuando lo hizo, lo hizo con fuerza y pasión. Sabía a humo y a sal. Le metió las manos por el pelo rubio, deshaciéndole el moño que se había hecho antes de entrar en el avión, y chocando contra todo lo que estaba en su camino, se fueron a la habitación de Cristian. 




espero q no sea muy mierda ajsjjweeej


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