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Metió las manos en los bolsillos del pantalón del uniforme y abrió y cerró repetidamente los dedos dentro, sintiéndolos demasiado fríos. Eran las siete y media, y se dirigía a casa de Sean con un lío de pensamientos enorme. Durante los cinco días que había estado en España, se había dado cuenta de muchas cosas. La primera era que parecía como si su familia de allí supiera que él tenía novio, y eso era extraño, ya que la única que sabía aquello era su madre, y le había hecho prometer que no se lo diría a nadie, ni siquiera lo sabía su padre, así que su familia de España no lo podía saber, porque confiaba en su madre. Lo segundo fue que había echado de menos a su gato, además de que sabía que Thomas le iba a cebar, y que probablemente cuando fuera aquella tarde a recogerlo se lo encontraría convertido en una bola de pelo negro rodando por el suelo. Lo tercero era, que aparte de haber echado de menos a Beer, había echado de menos a su novio. Había estado pensando demasiado en su relación en aquellos días, y apenas había dormido por culpa de ello. Le podría haber pedido consejo a alguno de sus amigos de España, pero ellos no sabían que tenía novio, y de todas formas, Cristian era de ese tipo de personas que te pide consejo sobre algo, te escucha, piensa durante dos minutos más y al final hace lo que quiere, probablemente, lo contrario. Así que bueno, no había hablado del asunto con nadie. Simplemente se había pasado las noches hasta tarde, fumándose algún que otro cigarrillo mientras que pensaba. Y había llegado a la conclusión de que necesitaba hablar con Sean sobre el tema. Si lo había echado demasiado de menos en menos de una semana no se podía imaginar en una relación a distancia con él. No.

No le había dicho a Sean que iba a ir a recogerle a su casa, pero así era mejor. Su intención era hablar con él lo antes posible y no alargar las cosas demasiado. Además de que sabía que Sean sabía tanto como él que tenían que hablar, y uno tenía que ser el primero en hacerlo, y si él tenía que ser el malo, sería él (aunque no quisiera). De todas formas, estaba pensando en el futuro de los dos.

Cuando llegó al fin a la casa de su novio, Margo y Mark estaban saliendo de la casa. Sabía que Margo iba a trabajar y que el niño se quedaría con ella en el trabajo hasta que entrara al colegio, que estaba cerca del trabajo de su madre. También sabía que Carl no estaba en casa y que probablemente Sean siguiera dormido en su cama con la baba caída.

La mujer abrió los ojos sorprendida al ver a Cristian allí a aquellas horas, y abrió una de las puerta traseras del coche para que Mark se subiera, aunque no lo hizo.

-Cristian, ¿qué haces aquí?-le sonrió.

-¿Sean no se lo ha dicho? Tenemos examen de biología y dijimos de repasar los dos juntos por el camino.-mintió demasiado bien. Hasta él se asustó de lo rápido que había inventado aquello.

Margo negó cansada y Mark levantó una mano a modo de saludo, y Cristian le imitó.

-Sean no me habla demasiado, de todas formas. Está en su cuarto, tírale un cubo de agua si hace falta. Ya nos veremos Cris, llego tarde.

Se despidieron con una breve sonrisa cada uno y antes de que Margo pusiera el coche en marcha, Cristian estaba entrando en la casa. Agudizó el oído y lo único que oyó fue el motor del coche de Margo alejarse por la calle. Como supuso, su novio seguía dormido.

Subió las escaleras y al entrar en la habitación del rubio, se encontró a un Sean tirado en la cama, sin camiseta y con los pantalones del uniforme puestos, y solo llevaba un zapato. Estaba bocabajo y un brazo colgaba en el borde de la cama, con los dedos rozando el suelo y el pelo rubio despeinado. Cristian sonrió enternecido, aunque no duró mucho. Se acercó y pensó en sacudirle, pero en vez de eso, simplemente acercó sus labios a su oído, sonriendo un poco. Y sopló. Sean se despertó sobresaltado y se sentó en la cama, llevándose una mano a la oreja, mirando con odio a su novio, que reía de su reacción.

NoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora