:segundas intenciones:

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a)considerad esto como mi regalo de navidad

b)cada vez creo que se me da peor narrar mamadas

c)cris no siempre es el pasivo superAAAADLOOOO

d)creo que me ha quedado peor de lo que pensaba pero qué importa

e) 1700 palabras maemia

f) Carmen vete a ver las cincuenta sombras de grey, no leas esto

Era sábado por la tarde, y como la mayoría de los días en abril, llovía. Era una lluvia intermitente, que a veces era o muy suave o muy fuerte, y eso hacía que la mayoría de las personas se quedaran en casa viendo la tele o haciendo cualquier cosa, menos las que tenían que salir obligatoriamente, claro. Había pasado una semana desde el cumpleaños de Thomas, y nada había cambiado demasiado. La única novedad era que Gabrielle estaba mucho con Louis, así que por efecto rebote estaba mucho con Sean, así que por efecto rebote, Cristian la tenía que soportar demasiado para su gusto. A algunos le caían mejor que a otros, pero a los que de verdad le caía mal eran a Sean y a Elliot. Al fin habían encontrado algo en común. La verdad es que se podían pasar el día entero despotricando sobre ella y no se cansaban.

Sean se estirazó como si de un gato se tratara sobre la cama de su novio, pegándole sin querer con el puño en el brazo. Cristian lo miró mal por encima de las gafas y se pasó el dorso de la mano por los ojos y soltó el libro de psicología sobre la mesita de noche, junto a la taza de café de la cual Sean bebía sin su permiso.

-Al fin dejas de estudiar y me prestas atención.

-¿Quién ha dicho que vaya a prestarte atención?

Sean se llevó una mano al corazón, ofendido.

-Encima que me paso la tarde estudiando contigo. Desagradecido.

-Tú no has estudiado nada. Falso.

Sean entrecerró los ojos azules e hizo un ademán de levantarse de la cama, pero Cristian lo agarró por la cintura, haciendo que se recostara sobre su pecho. Sean sonrió al sentir que Cristian le dejaba un par de besos en el hombro y giró el cuello para darle un corto beso en los labios.

-Eres malo conmigo.

-Es mi forma de demostrar mi cariño. Qué le hago yo.

Sean se acomodó mejor entre las piernas de Cristian. La lluvia caía contra el cristal con fuerza y Beer se subió de un salto a la cama, subiéndose al regazo de Sean. El animal poco a poco estaba empezando a cogerle cariño al chico, y también pasaba al revés.

Se quedaron unos minutos en silencio hasta que Sean dijo:

-Cristian, cuéntame un cuento.

El castaño frunció el ceño al oír aquello, aunque no se negó y carraspeó la garganta de forma teatral después de pasear los ojos por la habitación en busca de algo que le inspirara, hasta que sus ojos se posaron en Beer.

-En un planeta muy lejano, había una vez...

-Qué original, bonito.-rio Sean sin dejar de acariciar al gato.

-Tú te callas.-puso los ojos en blanco-. Bueno, eso, que era un planeta muy lejano. Había un gato negro que tenía una vida de lo más normal, ¿sabes? hasta que un día por desgracia, conoció a un gato rubio.

-Ah, no me jodas.

Sean se giró para mirar a su novio, que ni sabía por qué pero tenía las mejillas levemente sonrojadas y sonreía. Sentía sus manos apretándole en los riñones y Beer ronroneando en sus piernas, y en ese momento no quiso que el momento acabara.

NoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora