;juego de tronos;

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Apenas podía ver bien a través de la ventana. Las gotas impedían ver cualquier cosa, pero eso a él no le importaba mucho en aquel momento. Estaba incómodo, muy incómodo, y enfadado. Al parecer, el coche de la madre de Cristian se había convertido en un vehículo de transporte público y él no se había enterado, ya que a Claire también la había recogido. Porque claro, como ella era de la casa de en frente...

Así que, ahí estaban los cuatro. Laura estaba pendiente del coche, conduciendo con cuidado, ya que la carretera estaba mojada. Cristian sentado en el asiento de copiloto, sin prestar demasiada atención a la conversación que había de vez en cuando entre Claire y su madre, y en los asientos traseros iban la pelirroja y el rubio, cada uno en un extremo. Sean con la cabeza pegada al frío cristal, como si las gotas que hacían carreras entre ellas fuera lo más entretenido del mundo. Y Claire hablando con Laura, al parecer sin darse cuenta que Sean la había matado con la mirada un mínimo de cuatro veces.

Al llover, había más tráfico, así que tardaron más en llegar a casa, aumentando el malestar de Sean. Y aunque Cristian parecía no estar muy atento a nada, sí que se había dado cuenta de eso, mientras que Claire y Laura estaban demasiado metidas en su conversación sobre unos zapatos. A Cristian le hacía gracia el comportamiento de Sean, le recordaba a un niño pequeño que se enfadaba cuando no conseguía lo que quería o que lo llevaban al dentista. Un niño pequeño con un gran berrinche.

Cuando por fin llegaron, Claire abrió su paraguas y se fue a paso rápido hacia su casa, no sin antes despedirse de ellos. Entraron y soltaron los chaquetones en la entrada, y Laura suspiró encantada, sacudiendo las gotas de su abrigo.

-Esa niña es un amor.

Ninguno de los dos chicos dijeron nada, pero Sean rodó los ojos. Ambos subieron a sus respectivos cuartos, y antes de que el rubio entrara en el suyo, Cristian lo cogió del brazo, haciendo que se girara para mirarlo.

-¿Por qué te cae tan mal?

Sean frunció el ceño y agarró mejor el asa de la mochila.

-¿Quién?

Cristian bufó y se cruzó de brazos.

-No me intentes engañar, Sean. Que no cuela.

-Carla me da igual, Cristian.

-Se llama Claire.

-Lo que sea.-rodó los ojos.

Y se metió en su cuarto, cerrándole la puerta en las narices a Cristian, que se encogió de hombros y se fue a hacer la tarea que habían mandado aquel día, que por cierto, no era poca.

Mark levantó la vista del libro de matemáticas y se quedó tumbado boca arriba en la cama, mirando cómo su hermano mayor tiraba al suelo la mochila y se cambiaba el uniforme del instituto por ropa más cómoda.

-¿Qué te pasa? Pareces enfadado.

Sean terminó de ponerse el jersey y se giró para mirarlo.

-No me pasa nada.

Mark se encogió de hombros y volvió a ponerse a hacer sus ejercicios de matemáticas, mientras que Sean se tiraba en la cama y ponía las manos debajo de la nuca, mirando el techo, sin importarle demasiado la tarea de aquel día. Se quedó un rato en esa posición, sin pensar en nada en específico, simplemente escuchando la lluvia caer sobre el tejado y a Mark escribir sobre su libreta, y después de pensárselo un poco, decidió ponerse manos a la obra y empezar los deberes.

Bajó a la primera planta dispuesto a coger algo de picar. Se había pasado la mayor parte de la tarde haciendo tarea (y también algún trabajo que tenía atrasado) y necesitaba algo para desconectar. Aquella noche, aunque fuera lunes, las madres se habían ido a cenar a un restaurante, así que los padres y sus hijos, se habían quedado solos en casa por esa noche, y ni si quiera habían sido capaces de cocinar alguna cosa, así que Sean estaba hambriento. Por no hablar del tiempo horrible que había afuera así que ni siquiera había podido salir para comprar algo. Se había pasado toda la tarde lloviendo y hacía poco se habían comenzado a escuchar los truenos de la tormenta, aunque esta no parecía estar muy cerca.

Llegó a la cocina y vio que Cristian estaba allí ya con el pijama puesto, hablando en español con alguien con el portátil.

-Creo que la empezaré a ver hoy...Ah, hola Sean.-lo saludó dejando de mirar la pantalla.

El rubio se asomó y vio a un chico de ojos y pelo oscuro, que le enseñó una pequeña sonrisa.

-Hola, Sean.-movió alegremente su mano.

-Hola.-le sonrió.

Cristian los presentó brevemente en inglés y tras hablar los tres un poco, cerró Skype y cogió unas bolsas de patatas de la despensa.

-¿Qué vas a hacer?

-Maratón de capítulos de Juego de tronos. ¿Te vienes?-dijo mientras que buscaba en la alacena si había algo más para comer.

El rubio sonrió ampliamente al oír aquello. Eso sin duda era lo más extraño y sociable que había hecho Cristian con él. El castaño siempre le estaba intentando evitar, o se entretenía ignorándolo o contestándole con monosílabos, así que eso de verdad era extraño. Aunque evidentemente no le iba a decir que no. Lo que Sean no sabía era que Cristian se sentía un poco mal por lo de Claire, aunque en realidad no había pasado nada.

-Claro. Te ayudo.

Entre los dos, cogieron las cuatro bolsas de distintas patatas y el portátil y fueron al cuarto de Cristian, mientras que hablaban sobre cualquier cosa.

-¿Carlos y tú desde cuándo sois amigos?-preguntó entrando en la habitación.

-Desde los cinco años, más o menos. Hablamos siempre que podemos.-explicó.

Y Sean supo que Cristian no quería seguir hablando del tema, así que soltó las bolsas sobre la cama y el castaño se encargó de meterse en la página para así poder ver la serie. Ambos se sentaron y Sean abrió una de las bolsas. Cristian cogió una de las mantas y la puso sobre ellos. Mientras para uno era un momento especial y no podía para de imaginar situaciones parecidas a aquella, el otro solo estaba pendiente de no meterse en ninguna página porno.

-¡Sí, lo conseguí! Y solo me he metido en dos páginas porno y otra de chats, pero qué más da.-exclamó alegre Cristian cuando por fin pudo poner el primer capítulo.

Pero aquella felicidad duró poco, ya que las luces comenzaron a parpadear. Ambos chicos miraron hacia arriba y luego cruzaron las miradas. Ahora que Cristian había dejado el drama de las páginas porno y Sean había dejado de engullir las patatas, se habían dado cuenta de que la tormenta estaba mucho más cerca que antes. La lluvia golpeaba con fuerza el cristal de la ventana y el tejado y un gran escalofrío recorrió la espalda de Cristian y sin querer hacerlo, se acercó un poco más al cuerpo de Sean.

-No me jodas...

Y la habitación se quedó a oscuras.



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