:celoso:

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Narra Cristian.

No me desperté a causa del despertador como todas las mañanas, fue por culpa de un ruido que venía de la planta baja. Resoplé y aún con los ojos cerrados, tanteé sobre la almohada para ver si Beer estaba ahí, pero no. Eso podía significar que el gato podría estar abajo haciendo alguna maldad. O también puede que fuera algún psicópata dispuesto a matarme. Me encogí de hombros internamente y le di la espalda a la puerta, importándome más bien poco lo que provocó el ruido abajo. Y me importó tan poco que me volví a quedar dormido. Además, la alarma no había sonado todavía, así que estaba en mi derecho de seguir durmiendo.

Cuando la alarma fue la que me despertó, sí que me digné a al menos abrir los ojos. La luz entraba de lleno en la habitación y el maldito pitido era insoportable, así que de forma poco agradable hice que parara. Ese día tenía examen de psicología y hubiera preferido que el ruido que escuché por la noche fuera un asesino, no un libro que se había caído de una estantería como me dijo mi madre.

Cuando llegué al instituto, Elliot estaba hablando con una chica de nuestra clase. Parecía que se lo estaban pasando bastante bien hablando juntos, así que simplemente pasé por su lado y saludé a mi amigo alzando un poco la mano, pero él al verme dejó de hablar con la chica y se puso a mi lado.

-Me acabo de enterar que hay examen de matemáticas. Y creo que me voy a colgar de ese árbol de ahí.-señaló un árbol cualquiera.

Yo lo miré haciéndome el sorprendido y me llevé una mano al corazón.

-Yo mismo te ayudaré a hacer el nudo en la cuerda. Y quitaré la silla.-le palmeé el hombro.

Elliot soltó una carcajada y pasó uno de sus brazos por mis hombros, pero no dijo nada, aunque yo sabía que evidentemente se lo había tomado a bien. Nuestra relación siempre había sido así, basándose en bromas de mal gusto y bastante macabras, pero siempre nos protegíamos el uno al otro, tanto que Elliot se había llegado a poner bastante pesado con el tema de Sean. Estaba empeñado en que él no era bueno para mí, basándose en todas las "relaciones" que había tenido Sean, y todas habían acabado antes del mes. Pero claro, luego estaba yo, con el que Sean había tenido un fuerte crush y llevábamos casi cuatro meses de novios. Yo era el mejor, claramente. Claro que era el mejor. Y Elliot parecía que ya había superado a Sean.

Por el camino a las taquillas nos encontramos a Thomas, al que le faltó poco para desmayarse ya que no había estudiado para el examen y estaba tan nervioso que no paraba de hiperventilar, así que Elliot cansado de tanto dramatismo, cogió un papel de su taquilla, lo hizo una bola y se la metió en la boca a Thomas, que lo miró con los ojos bien abiertos, mientras que yo reía viendo toda la escena. Claro que no era el único que reía, estábamos en un pasillo lleno de gente.

-Thomas, lo vas a hacer genial, yo sé que te salen la mayoría de los ejercicios. Tú puedes.-le dijo Elliot cogiéndole de los hombros al castaño.

Claire llegó dando saltitos y le dejó un pequeño beso en la mejilla a su novio, sin parecer sorprendida de que Thomas tuviera una bola de papel arrugado en la boca. La verdad, es que hacían buena pareja. A todo el mundo les parecían adorables, aunque yo casi una vez vomité cuando me quedé solo con ellos y Thomas le comenzó a dejar besos por toda la cara a Claire, y ella reía. Casi vomito en ese momento pero luego Sean me lo hacía a mí y sinceramente es genial.

Abrí la puerta de la taquilla y sentí unas manos cogerme por la cintura y una sonrisa en la nuca.

-Mi bonito pillín.-dejó un beso en mi hombro.

Sonreí y me giré. La sonrisa de Sean seguía presente y puse mis manos sobre las suyas, que seguían en mi cintura. Le besé y sentí que el agarre en mi cintura aumentaba. Besar a Sean era una de las cosas que más disfrutaba hacer. Era genial besar a Sean. Posiblemente era lo mejor del mundo. Si con quince años me hubieran dicho que disfrutaría besar a un chico habría mandado a todo el mundo a la mierda. Pero ahí estaba yo con dieciocho años, follando con un chico, besando a un chico, acariciando a un chico y queriendo a un chico. Quién lo habría imaginado.

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