;zona infantil;

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-¡Te gané! ¡Te gané, te gané!-saltaba Sean de un lado a otro, soltando de vez en cuando alguna carcajada.

Al saltar, el pelo rubio lo llevaba despeinado, y a veces hacía un ridículo baile de la victoria, poniendo de los nervios a Cristian, que solo estaba apoyado en la mesa con los brazos cruzados mirándolo mal. La primera partida la había ganado, pero Sean se empeñó en una revancha, en la que salió ganador. Había perdido a los bolos por tan solo dos puntos, bueno, pues Sean no tenía nada mejor que hacer que restregárselo por la cara al máximo. Cristian solo tenía ganas de coger una bola del dispensador y con ella, pegarle en la cabeza. Así seguro que dejaba de hablar. Y no solo de hablar.

Cristian tienes que dejar de ser tan sádico.

Ignoró el consejo que se dio a sí mismo y vio que Sean se acercaba a él, aún con su sonrisa. Algo que envidiaba de Sean era que siempre estaba de buen humor. Aunque debería haber sido él que tendría que haber estado saltando y haciendo un tonto baile de la victoria, no Sean. Cada vez estaba más seguro de que había hecho trampas.

Se puso frente a él y lo miró a los ojos, que brillaban.

-Como vuelvas decir que me has ganado, te usaré a ti para derribar los bolos.

Sean rio, y la risa retumbó por todo el local, que estaba en silencio.

-Solo te iba a decir que podríamos meternos en el parque de bolas.

Cristian miró de reojo el parque. Desde donde estaban ellos, se podía leer perfectamente un cartel en el que ponía "Zona infantil", donde había mesas en las que los niños merendaban y cantaban cumpleaños feliz. Un poco más alejado, estaba el parque de bolas, pero no era simplemente una piscina llena de pelotas de colores, había unos toboganes a los que solo podías acceder si te metías en la estructura de lo que era el parque, que apenas se podían distinguir una cosa de otra porque las luces en aquella zona estaban apagadas.

Cristian no se montaba en algo así desde que tenía diez años, cuando celebró su cumpleaños con sus amigos del colegio, y ese vago recuerdo hizo que se pusiera nostálgico por un par de minutos que Sean no notó.

Sean dejó de hacer su estúpido baile de la victoria y miró sobre el hombro de Cristian, que ya había superado su momento de nostalgia. Este, se dio la vuelta y rodó los ojos al ver a Simon.

-Chicos, esto lo tengo que cerrar ya, el centro comercial cierra a las doce y yo...

-Simon, déjanos ir a la zona infantil, por favor.-suplicó Sean de forma bastante dramática.

Simon miró de reojo a Cristian, que en cuanto notó que lo miraba, lo asesinó con sus ojos verdes. Tragó saliva con dificultad y volvió a mirar a Sean.

-Está bien, pero solo media hora. Tenéis suerte de que este lugar no tenga cámaras de seguridad.

Sí, ese sitio no era el mejor, de todas formas.

Sean saltó de la emoción y Cristian sonrió. No lo hacía desde que había perdido a los bolos, y Sean echaba de menos su sonrisa.

Simon dejó a ambos chicos solos para ir a encender las luces de la zona infantil, y cuando volvió, vio que ambos chicos estaban riendo de algo, pero en cuanto llegó, Cristian dejó su risa de lado y lo miró mal, como había hecho desde que lo miró por primera vez. La luz de las lámparas se reflejaba en los cristales de las gafas de Cristian, y eso solo hizo que cuando mirara a Simon, este se encogiera un poco.

Cristian se giró dispuesto a irse a la zona infantil, y Sean lo iba a seguir, pero una mano en el hombro le hizo parar, pero Cristian no se dio cuenta de eso y siguió andando.

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