:patéticos:

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Sean tenía sesenta y nueve lunares y pecas entre los hombros y espalda, pero Cristian quería darle mil besos, no solo sesenta y nueve.

Sean le sonrió a la nada cuando sintió los labios de su novio posarse sobre su hombro, y un segundo después, se volvieron a posar, pero esta vez en una zona un centímetro más a la derecha.

Mil besos y de verdad que Cristian no se cansaría nunca. Lo podría hacer toda la vida. Pero eso no iba a pasar, y tanto él como Sean lo sabían.

El cuarto de baño olía a humo de tabaco y a jabón y a tranquilidad y Sean cogió la mano de Cristian en la que estaba colocada la pulsera de hilo y ese tatuaje del corazón que se deshacía en cenizas. Le dio un beso justo en las cenizas y Cristian hizo que las del cigarrillo que tenía en la otra mano cayeran en el cenicero que había en el suelo junto a la bañera.

Y las cenizas caían y caían y caían.

El cigarrillo después de un rato terminó por consumirse, así que Cristian lo dejó en el cenicero y con su ahora mano libre, cogió un poco de agua y se la echó a su novio sobre la cabeza.

-Si fuera agua bendita, me estaría quemando ahora mismo.

Cristian rio detrás de él y en la mente de Sean apareció la imagen de las arruguitas que se formaban en las esquinas de sus ojos cuando reía, así que se separó del cuerpo del castaño, y derramando el agua por el borde de la bañera, se sentó en frente de él para así poder mirarle a la cara. Ya no reía, pero le enseñaba una pequeña sonrisa que igualmente formaba arruguitas en sus ojos, así que le valía.

-Es una mierda tener que ponerme las gafas para ver bien. Ni siquiera estás lejos y no te veo bien la cara.

Sean pensó en que él tenía mucha suerte en ver bien, en poder ver bien a Cristian en aquel momento. Con un codo apoyado en el borde de la bañera y la mano formando un puño en el que había dejado la cabeza de caer. Y el pelo despeinado y los ojos verdes brillantes por la luz que entraba por la ventana y que aunque el agua lo distorsinaba, se notaban sus abdominales y Sean quería echarle una foto.

Sean pensó que tenía demasiadas fotos de Cristian y que quedaba muy poco tiempo para septiembre.

-¿Qué vamos a hacer hoy?

Sean pensó que no había pensado en nada para hacer en realidad. Quería invitar a sus amigos algún día para pasar un rato bueno juntos, pero no quería que fuera ese día. Ese día solo quería estar junto a Cristian y ya.

-No lo sé, ¿damos una vuelta?

No hace falta decir que aunque dieron una vuelta, acabaron metiéndose por el agujero que había en la valla metálica del edificio en ruinas. Y allí hablaron, se besaron, Cristian le mordió la mejilla a Sean, se rieron, vieron las nubes y el cielo ponerse naranja y rojo por el atardecer y cuando ya apenas había luz, bajaron de allí arriba y se fueron a comer a un McDonald's que no estaba muy lejos, y luego de beber unas cervezas mientras que comían helado, decidieron volver a la casa de Sean. Y Cristian se preguntó cómo sería estar casado con Sean. Vivir en la misma casa con Sean. Pasar su vida con Sean. Y también se preguntó si se estaba volviendo loco.

Cuando llegaron a la casa, las luces de las farolas de la calle estaban encendidas y ellos iban alegres y agarrados de la mano. Cuando entraron, Sean se fue directo a la cocina, mientras que Cristian se quedaba en el salón. Se dio cuenta que ya no estaba el pez que él mismo había comprado para que hiciera de suplente del verdadero pez de Mark, y se preguntó si también estaría muerto.

Sean volvió junto a él con la botella de vino que antes había encontrado.

-Ya iba siendo hora.

*

*

*

No estaban bebiendo a morro de la botella, estaban bebiendo de unas tazas de plástico de Mark, una de Wonder Woman y otra de Spider Man. Los dos coincidieron en que beber en esas tazas era algo que estaba bien para ellos dos, aunque cualquiera diría que se veían patéticos.

Eran como las dos de la mañana, y a Cristian (como siempre) se le había subido el alcohol demasiado deprisa. Tenía las mejillas rojas y sonreía a la nada sin parar. Y por no hablar de cuánto reía. Y decía que quería un koala.

-¿Te has dado cuenta de que la ge mayúscula está como si se estuviera apuntando a sí misma? Está como "¿PERDONA, ME ESTÁS HABLANDO A MÍ?".

Sean rio por lo absurdo de todo aquello y justo cuando se calló, los labios de Cristian chocaron contra los suyos, haciendo que por poco la taza de Sean se cayera encima de su ropa y armara un estropicio. En verdad, le habría importando poco formar un estropicio, porque Cristian le estaba besando.

-¿Te acuerdas de cuando fue el cumpleaños de Alec y volvíamos de la fiesta y estábamos súper calientes y mi madre nos pilló y yo tenía una mano dentro de tu pantalón?

Sean rio mientras que asentía y recordaba que Cristian aquella noche se había reído contra sus labios y eso le gustó muchísimo.

-¡Vamos a recrear la escena!

Y eso lo dijo Sean, que tampoco estaba muy sobrio aquella noche.

En menos de cinco minutos, los dos estaban en la calle sin camiseta, con dibujos sin sentido alguno hechos con pintalabios de Margo sobre la piel y muertos de risa. Por no hablar de la muñeca de Wonder Woman que habían dejado sobre la escalera, con un bate de Carl a un lado y una pelusa al otro, haciendo de Beer.

-Ahora fue cuando nos besábamos.-Sean susurró contra los labios de su novio.

La espalda de Cristian chocó contra la puerta y colocó las manos en el pelo rubio de Sean. Rio contra sus labios porque Sean había puesto sus manos en su costado y le hizo cosquillas y ladeó la cabeza hacia un lado.

-Dame las llaves.-ronroneó.

Sean lo miró confuso.

-¿Las llaves?

-Yo fui el que abrió la puerta. Y para abrir una puerta creo que hace falta una llave.

Las llaves estaban perfectamente colocadas en la mesa del salón. Y ellos dos afuera en la calle.

Después de estar riéndose un rato por lo patéticos que se sentían, decidieron entrar por la ventana de la cocina, así que tenían que rodear la casa. Por suerte, la habían dejado abierta, y como Cristian sin duda era el que estaba peor de los dos, lo mejor era que entrara el primero.

-Vale, apoyas tu pie en mi mano, te impulso y entras, ¿va?

En condiciones normales, Cristian lo podría haber hecho solo perfectamente, pero no estaba en su mejor momento. Así que le hizo caso a su novio, y mientras que balbuceaba cosas en español, consiguió entrar. Ya de pie en la cocina, encendió la luz y se asomó para ver a su novio.

-¿Te ayudo?

Sean no le contestó, apoyó las manos en la ventana, saltó, y haciendo impulso con las manos, casi consiguió entrar. Cristian le cogió de las manos tirando de él hacia dentro, todo parecía ir bien, pero Cristian tropezó con los cordones de sus zapatillas y los dos acabaron en el suelo de la cocina, Sean encima del castaño, mientras que los dos reían y se quejaban por el dolor. Cristian pensó que se debían de ver muy patéticos, los dos tirados en el suelo, con el cuerpo lleno de pintalabios y borrachos.

Cristian cogió del pelo a su novio y se lo echó hacia atrás, para así poder verle bien la cara. Sean le quitó las gafas y en ese momento se dio cuenta de que el castaño seguía sonrojado. Seguramente él también lo estaba.

-¿Sabes...?-susurró Cristian contra sus labios- ¿Sabes que yo podría haber cogido la llave y haberte abierto la puerta? O tú podrías haber entrado por la ventana primero y me habrías abierto la puerta a mí.-se señaló con un dedo. Y los dos se acordaron de la ge mayúscula.

Eran unos chicos patéticos, contentos, tristes, borrachos y enamorados. Y eso estaba bien para ellos dos.





vaya kk de capítulo perdón

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