;amarillo;

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Se sentó junto a Thomas y sacó el blog de dibujo junto a su estuche. A diferencia del resto de clases, Cristian se sentaba con el castaño en las clases de plástica. Era de las únicas clases en las que se relajaba de verdad. A su madre de joven le había gustado mucho dibujar, e hizo el intento de inculcarlo a sus dos hijos. Mientras que a Víctor de verdad le aburría todo aquello, a Cristian sí le había interesado. Dibujó hasta que se mudaron a Londres. Desde que estaba allí ni dibujaba ni tocaba el piano y era algo que echaba de menos, así que qué menos que apuntarse a la optativa de dibujo.

Escuchó la sonora risa de Sean a un par de mesas detrás de él. Giró levemente el cuello y lo vio riendo con una chica. Era de las pocas clases en las que se sentaban separados, y se sentía mal y bien a la vez.

-¿Vas a hacer algo para Halloween?-le preguntó jugando con el lápiz entre los dedos.

Cristian se giró para mirar a Thomas, que seguía con su lápiz.

-No lo creo. No me va eso de disfrazarme.

Claire, que estaba sentada delante de ellos junto a una chica rubia, se giró para mirarlo con una gran sonrisa. Thomas se dio cuenta de que tenía las paletas un poco separadas y le devolvió la sonrisa, al igual que Cristian, que limpiaba los cristales de sus gafas con el borde del polo del instituto.

-Sarah me ha dicho que va a hacer una fiesta en su casa.-señaló a la rubia a su lado, que también se giró para hablar.

-Claro, estáis invitados, cuantos más mejor.-los miró con una sonrisa.

Cristian se volvió a poner las gafas justo en el momento en el que entraba la profesora Gray, con el maletín manchado de pintura en las manos. Todo el mundo se quedó en silencio y la mujer dejó el maletín en su mesa, se sentó sobre esta y miró a su clase con las manos manchadas de pintura entrelazadas.

-Como bien sabéis, hasta ahora hemos estado dibujando personas. Y ya es hora de mandar un trabajo para nota.-todo el mundo se empezó a quejar y la mujer echó una mirada que hizo que la clase entera volviera a callar-. Bien, tendréis que dibujar a una persona con un color predominante, el cual, escogeréis vosotros al azar.

Una chica levantó la mano, y la profesora le dio la palabra.

-¿Tiene que ser obligatoriamente de una persona?-preguntó con voz penosa.

-¿No me has escuchado?-la mujer puso los ojos en blanco-. Bien, ahora pasaré unos papeles donde estarán escritos los colores y el que os tocó, tocó. El trabajo es para el lunes, que no se os olvide.

Cristian apoyó la barbilla sobre el puño de la mano y observó a la profesora Gray iba pasando una gorra con los papeles y sus compañeros cogían un papel, bufaban y volvían a dejar el papel en la gorra para que otro escogiera. De vez en cuando Gray removía los papeles y miraba bastante feliz cómo sus alumnos sufrían por tener que hacer aquel trabajo.

La mujer llegó hasta Thomas y él y ambos cogieron un papel que estaba doblado por la mitad.

Amarillo.

Soltaron los papeles doblados en la gorra y la mujer siguió con el resto de la clase.

-¿Cuál te ha tocado?

-Amarillo, ¿y a ti?

-Rojo.

Y Cristian notó perfectamente que Thomas se estaba fijando en el pelo de Claire, que seguía hablando con Sarah delante de ellos.



Los ojos de Cristian son verdes...

Sacudió la cabeza al pensar en aquello por varias razones: la profesora Gray había dicho que tenía que ser sobre una persona, y un ojo no era totalmente una persona, y no podía dibujar a Cristian, no después de ese medio beso.

NoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora