;entrar en calor;

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Eran las cuatro menos cuarto de la madrugada cuando Sean y Cristian dejaron aquel parque infantil. Habían hecho decenas de figuras con la nieve de allí. Entre ellas Pokémons y cosas que no eran Pokémons. Decidieron dejarlo cuando sintieron que los dedos de las manos dejaban de moverse como deberían a causa del frío, por no hablar de que cada vez había menos nieve. Después de un día entero, estaba comenzando a derretirse.

Ahora los dos iban caminando por las calles sin saber muy bien a dónde iban. Pero eso no parecía importarles. Iban uno al lado del otro, bajo el cielo nublado y las luces de las farolas. Ninguno de los dos llevaban los guantes puestos, ya que al haber estado jugando con la nieve, se habían mojado y sentían los dedos más fríos con ellos puestos que sin ellos.

-Y entonces le dije que se fuera a pastar por ahí. Ella pensaba que le había dicho eso refiriéndome a que estaba como una vaca, pero en verdad me refería a que estaba loca como una cabra. ¡Y llamó al director!-salía vaho de su boca y gesticulaba con las manos.

Cristian rio y se dio cuenta que no se sentía demasiado cansado. Una cosa era sentirse cansado en aquel momento y otra muy diferente sería a la mañana siguiente.

Se dio cuenta que Sean había parado de reír y ahí fue cuando vio que se habían parado justo delante del edificio en obras en el que se habían metido hacía más de dos meses.

Giró sobre los talones de sus zapatillas y miró a Sean, que se había quitado el gorro y tenía el pelo despeinado.

-¿Qué hacemos aquí?

Sean abrió ampliamente sus ojos azules y se señaló a sí mismo.

-¡Pero si yo te he estado siguiendo!

-¡Pero si yo te estaba siguiendo a ti!

Ambos se miraron a los ojos y luego el rubio miró al edificio, que estaba de pie a unos metros de ellos, oscuro y estropeado, igual que cuando entraron en él hacía meses, solo que ahora estaba cubierto de nieve por algunas zonas.

-Esto es una señal del destino para que entremos en él.

Y dicho esto, comenzó a andar de nuevo, dirigiéndose al edificio en obras. Cristian rodó los ojos y lo siguió sin apresurar demasiado el paso.

Cuando estuvo a la par del rubio, ambos se encontraban ante el agujero por el que se metieron la otra vez.

-Sean, no seas tonto. Seguro que hay okupas dentro...

Sean se giró a mirarlo con una ceja alzada como diciendo "¿en serio, Cristian?"

-Sí, en serio, Sean.

El rubio se giró totalmente para así hablarle a la cara y se acercó a él. Lo cogió del borde de del abrigo y lo acercó a él. Cristian lo miró por encima de las gafas y Sean sonrió un poco.

-Venga, porfa. Hazlo por mí.-hizo pucheritos.

Cristian miró hacia otro lado y luego volvió a mirar a Sean.

-No.

-Vengaaaaaaa.-y le dio un pequeño beso en los labios.

-No.-se cruzó de brazos, aunque en realidad tenía ganas de seguir besando a Sean.

-Venga venga venga venga venga venga.

Cogió a Cristian de los codos y le fue repartiendo pequeños besos por toda la cara, mientras que el otro chico solo alcanzó a alejarse de él un paso, aunque no fue demasiado rápido. Cerró los ojos y se comenzó a reír, mientras que sentía los labios de Sean posarse rápidamente en diferentes zonas de su cara.

NoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora