:cariñosos:

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sean: te quieeeeeeroooooo

cris: aw

cris: yo también te quiero, bebé

sean: aw, soy un bebé

sean: y tú eres mi precioso pillín

cris: lol estás borracho?

sean: no wtf

sean: por?

cris: no sé

cris: estás raro

sean: estoy cariñoso, que es diferente

cris: pues deja de ser cariñoso por mensajes y vente a mi cama y somos cariñosos los dos

sean: ESTOY EN TU CASA EN QUINCE

Cristian le mandó otro mensaje diciéndole que en su casa no iban a poder hacer nada, que era broma, pero Sean se desconectó y no hizo caso del resto de mensajes de su novio. Seguramente habría bajado del piso de Pet a toda prisa y en la estación de metro se le hubiera ido la cobertura. Suspiró cansado y miró de reojo a Beer, que estaba hecho una bolita encima de la mesita de noche. Ese gato sí que vivía bien. Le acarició la cabeza antes de coger su chaqueta vaquera y salir de la habitación. Pasó por la cocina para coger algo de picar, pero en la despensa no había nada que le llamara, así que abrió la nevera. Después de cerca de dos minutos parado delante de la nevera abierta como un tonto, cogió el bote de nata montada. Lo agitó, le quitó la tapadera y nada más echar el cuello hacia atrás, se echó una gran cantidad de nata en la boca. Justo su padre entró en la cocina y al verlo, pasó por su lado y le palmeó la espalda.

-Practicando para cuando estés con el novio, eh.

La sinceridad de su padre de verdad le sorprendía.

Se atragantó con la nata y estuvo a punto de escupirla, pero consiguió tragársela bajo la atenta mirada de su padre, que no le veía la boca porque estaba bebiendo de un vaso, pero se notaba que sonreía perversamente.

-Gracias por intentar matarme del susto, papá.

Sergio soltó el vaso encima de la encimera y se quedó mirando la mancha de nata en la comisura de su hijo un par de segundos, pero no le dijo que se limpiara.

-Cris, en serio. ¿Eso cómo va? O sea. ¿Lo echáis a suertes? ¿Pito pito gorgorito? ¿Piedra, papel  o tijeras? Ilumíname.

Cristian sintió que las mejillas se le calentaban demasiado y soltó una risa nerviosa, mirando hacia otro lado.

Ojalá morirme justo ahora.

No le contestó. No quería hablar de aquel tema con su padre. Sabía que no lo decía a mal, que solo era curiosidad, pero bueno, que lo buscara en internet si le importaba mucho, él no le iba a hablar de cómo follaba con Sean. O sea, simplemente no.

Sergio, al no recibir respuesta por parte de su hijo pequeño, se cansó. Se encogió de hombros y salió de la cocina. Cristian miró la hora en el móvil. Se suponía que Sean llegaría dentro de nada. Sabía que tardaría menos de quince minutos como él le había dicho. Y la verdad es que tenía unas ganas inmensas de verlo. Había pasado un par de días de la última pelea que tuvieron con Margo, y es verdad que se veían en el instituto, pero allí no podían ser totalmente ellos mismos. Cristian no era capaz de mostrarse todo lo cariñoso que quería ser estando en público, y eso a Sean le frustraba.

Se volvió a llenar la boca de nata y pensó que nunca había usado la nata para el sexo con Sean. Quizá algún día...

Estaba perdido en sus pensamientos cuando llamaron a la puerta. Se echó un poco más de nata y justo se la estaba tragando cuando abrió la puerta. Ante él apareció un sonriente Sean. Llevaba una camisa de cuadros rojos y negros con los primeros botones abiertos, y unos pantalones negros hechos polvo. Y el pelo rubio despeinado. Cristian pensó que perfectamente podría ir diciendo que era una estrella del rock y la gente le creería. Y si se llegaba a llevar la guitarra, mejor no hablar.

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