;rubio feo;

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Abrió los ojos con pereza (demasiada pereza) e inmediatamente los volvió a cerrar. Le dolía todo el cuerpo. Hasta sentía que le podía doler el pelo. Sentía la luz colarse por la ventana, el estruendoso ruido de los vehículos por las calles y a alguien moverse a su lado. Esta vez, abrió los ojos con mayor rapidez, esperando que aquel cuerpo fuera el de Cristian, pero no. Solo era un chico del equipo de baloncesto. Estaba dormido y le faltaba la camiseta. Y despeinado, muy despeinado. Inmediatamente, se recompuso, ignorando el fuerte dolor de cabeza y del resto del cuerpo y se pasó una mano por la frente, dándose cuenta que la botella de vino estaba entre ambos chicos. No recordaba lo que había pasado con aquel chico. Si solo habían sido besos o si habían llegado a algo más.

Ay Dios mío he engañado a Cristian. Ahora qué le digo. Ay Dios ay Dios ay Dios...

Luego recordó que Cristian y él no eran novios y se le pasó. Pero se seguía sintiendo mal, y encima, triste, porque él y Cristian no eran novios.

Cuando Sean se encontraba aún en la etapa de tristeza, el estruendoso ruido de los coches (aunque no era tan estruendoso) fue sobrepasado por el timbre de su móvil, que vibraba en uno de sus bolsillos traseros. Cerró los ojos con molestia y sacó el móvil. ¿Para qué lo llamaba su prima?

-¿Qué pasa?-preguntó, y su voz sonó más cansada, ronca y adormilada de lo que pensaba.

-No sé dónde estoy.

-¿Qué?

Sean se levantó de la cama con algo de dificultad y se dio cuenta que en el suelo había una botella de cerveza vacía y que seguramente, le había hecho compañía a la botella de vino.

-¿Me puedes decir qué hay a tu alrededor?

En realidad, sí estaba preocupado por Leslie. Leslie estaba loca, era despreocupada y no pensaba demasiado lo que hacía o decía. O con quién se juntaba. Y eso aumentaba cuando estaba borracha.

-Pues... Estoy en un jardín. Me he despertado y hay un chico guapo a mi lado. Creo que nos hemos liado. No lo sé. Ahora él sigue dormido en el suelo. Coño, es muy guapo.

Y se podía imaginar perfectamente a su prima picando con un palo al chico guapo del suelo mientras que hablaba con él.

-Deja el palo en el suelo, Les.-colocó el móvil entre la oreja y el hombro y se puso las zapatillas, oyendo cómo el chico del equipo de baloncesto se movía en la cama.

-¿Cómo sabes que tengo un palo? Es un palo bonito. Tiene forma de i griega.

-Leslie, ¿qué hay más?

Oyó que su prima suspiraba.

-Pues solo es un jardín de una casa que me suena mucho. Y encima, no tengo las lentillas puestas. Me cago en la leche.

Sean rodó los ojos y se asomó a la ventana de su cuarto, que daba al jardín. Y ahí, dando vueltas en círculo, estaba Leslie con el móvil pegado a la oreja. Y un chico tirado en el suelo, que no pudo decir si era guapo o feo. En ese momento, Leslie miró hacia la ventana y frunció el ceño.

-Y hay un chico rubio feo mirándome. Es realmente feo.

-No tienes las lentillas puestas, Leslie.

-Cierto.

Sean colgó y miró la hora en la pantalla de su móvil. Eran las dos de la tarde. Si no recordaba mal (recordaba mal) se había quedado dormido alrededor de las seis o de las siete. Sentía el cuerpo pesado y la cabeza fatal. La garganta la tenía seca y dejó la botella de vino sobre la mesita de noche. Ahí fue cuando se dio cuenta de que el chico del equipo de baloncesto estaba despierto y que lo miraba con una sonrisa. Se quedaron un momento en silencio, hasta que el chico sin nombre abrió la boca.

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