;mariquita;

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-Tío, en la cara no, ¡en la cara no! ¡En la cara no, imbécil!

Sean miró desde arriba a Cristian, que estaba medio enterrado entre las pelotas de colores y se tapaba la cara con las manos, con el pelo revuelto y riendo sin parar.

-¿Te rindes?

-No tienes piedad.-ignoró lo que le preguntó.

-Admite que también te he ganado en la guerra de bolas.

-Has hecho trampas.-se intentó sentar en el suelo, pero las pelotas le llegaban hasta el cuello y no se sentía demasiado cómodo ahí.

-Claro, lo que tú digas.-sonrió Sean, tendiéndole una mano a Cristian para ayudarlo a levantarse, pero este tiró hacia abajo, haciendo que cayera sobre las pelotas de cara.

Cristian soltó una sonora carcajada y Sean levantó la cabeza para así mirarlo a los ojos y el castaño vio que también se estaba riendo. Tenía la mejilla aplastada contra pelotas de diferentes colores y el pelo rubio le caía sobre la frente. Tuvo ganas de acercarle una mano a la cabeza y peinarle un poco, pero se resistió y lo único que acertó a hacer fue suspirar cansado y echar la cabeza hacia atrás, sobre las pelotas de colores, mirando las lámparas del alto techo.

-¿Qué hora será?

-No lo sé, dejamos los móviles afuera, ¿recuerdas?-Sean lo miró. Al contrario que él, Cristian estaba boca arriba, y si ellos estuvieran en otro tipo de relación, se habría abalanzado sobre él para besarle.

Cristian no dijo nada, solo siguió mirando el techo, sintiéndose incómodo por las pelotas que había bajo su cuerpo. Se recostó con un poco de dificultad y miró el cuerpo de Sean, que seguía tirado y los pantalones se le habían bajado un poco, por lo que podía ver el comienzo de la ropa interior.  Por instinto sus ojos se dirigieron de nuevo hacia sus ojos.

-Esto me recuerda a cuando era pequeño y Louis celebró su cumpleaños aquí. Era septiembre y aquí hacía demasiado calor. Me acuerdo que me defendió de un chico que se metió conmigo. Le metió una pelota por la boca.-rio , sin cambiar de posición.

Cristian lo miró y rio un poco.

-Pensaba que ibas a decir que le metió la pelota por el culo.

Sean miró con grandes ojos a Cristian, que se dio cuenta de lo que había dicho y comenzó a reírse, al igual que el rubio.

-Ese niño parecía ser un estrecho, de todas formas.-comentó riendo.

-Como tú has dicho, erais niños. No creo que tuviera el culo muy abierto.

Se quedaron en silencio, solo se oía cuando uno de ellos se movía y las pelotas de colores chocaban y rodaban entre ellas.

-¿Qué te dijo el niño estrecho?

Sean se quedó un momento en silencio.

-Me dijo mariquita. O sea, me dijo más cosas, pero eso me dolió.

Cristian abrió la boca para hablar, pero luego la cerró al no saber qué decir. La volvió a abrir e intentó no hundirse más.

-¿Cómo descubriste que eras gay?

-Simplemente lo supe.

Cristian lo miró a la cara y se dio cuenta de que Sean estaba mirando hacia un punto fijo, y parecía que cada vez se hundía más entre las pelotas.

Dejó de mirar hacia Sean y se dio cuenta que Simon estaba asomado por la "puerta" de tela por la que se entraba directamente a la piscina de bolas, y parecía que estaba impaciente.

-Tenéis que iros ya. Tengo que cerrar.

Cristian rodó los ojos, pero igualmente se levantó sin rechistar, al igual que Sean. Cruzaron la piscina de bolas con lentitud, ya que estaban hasta un poco más de la cintura de pelotas. Cristian se preguntó cómo ningún niño no se había muerto asfixiado ahí metido.

Salieron y Simon estaba colocándose el abrigo. Ambos chicos cogieron la ropa que habían dejado sobre las mesa de la zona infantil y se pusieron las zapatillas. Pasaron por al lado de Simon, que estaba tecleando en su móvil.

-Bueno, nos vamos ya. Gracias Simon.

El chico apartó sus ojos castaños de la pantalla de su móvil y los miró a ambos.

-Sí, lo que sea.

Salieron del local y vieron que el resto de tiendas y restaurantes ya estaban cerrados. Todo estaba oscuro y Cristian recordó que era tarde, que tenía una familia en casa y que al día siguiente había clase.

-Sean, creo que deberíamos irnos ya a casa.

El rubio lo miró entristecido e hizo temblar el labio inferior.

-Invítame un helado, venga Cristian. Que la bolera al final nos ha salido gratis. Un helado al menos.

-¿Y dónde se supone que te voy a comprar un helado? Está todo cerrado, Sean.-rodó los ojos.

-Hay un McDonald's cerca de aquí que siempre está abierto. Vamos.

Y no le dio tiempo a quejas, ya que Sean lo cogió de la manga de la chaqueta y lo sacó del centro comercial. El frío chocó contra sus caras y Cristian deseó haber cogido algo más que una chaqueta. Claro que no tenía pensado salir del centro comercial.  No tenía pensado hacer nada de lo que había hecho aquella noche.

Caminaron un poco hasta que llegaron al restaurante de comida rápida, que desde fuera se podía ver que no había ningún cliente, solo había una chica en el mostrador donde se pedía la comida, medio dormida. Y un chico estaba limpiando una mesa. Entraron y la chica pareció despertarse un poco, pero no demasiado. Sean se fue al mostrador, ignorando la mirada que le lanzó el chico que limpiaba las mesas y Cristian se separó de él y sacó un par de libras de la cartera.

-Toma, pide tú. Yo voy a mear.

-Qué gráfico, Cristian.-sonrió enseñando los dientes.

El castaño rodó los ojos y se puso bien las gafas antes de dirigirse hacia donde estaban los baños. Cuando volvió, vio a Sean sentado en una mesa con el móvil entre las manos. Había dos helados encima de la mesa, y cuatro latas de cerveza.

-¿Cerveza? ¿Qué haces pidiendo cerveza? Además, yo solo te he dado dinero para los helados. ¿Le has hecho una mamada al chico de las mesas?-se sentó frente a él, entrecerrando los ojos.

Sean rio y removió su helado.

-Yo también tengo dinero, genio. Y no soy tan rápido con las mamadas.

Cristian lo ignoró y cogió su helado, llevándose la cuchara a la boca. Paseó los ojos por el vacío restaurante. El chico estaba sacando una bolsa de basura del contenedor y de vez en cuando los miraba. Y la chica se había quedado dormida sobre el mostrador. Volvió a mirar a Sean, que comía de su helado y luego miró las latas de cerveza.

-¿Cerveza y helado? ¿Qué mezcla piensas hacer?

-Una que me ayude a hacer lo que quiero hacer.

-¿Quieres vomitar?

Sean rio de nuevo y se metió en la boca la cuchara hasta arriba de halado.

-Quiero emborracharme, y ya luego verás, Cristian.





os gusta la historia? ;-;

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tío me he enganchado a una serie gay, en un día me he visto quince capítulos help help help

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