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-Sean... No me toques... O te pego.-murmuró Cristian sin abrir los ojos, dándole la espalda al rubio. 

Su novio soltó un suspiro cansado y apoyó la barbilla en el hombro de Cristian, pasando uno de sus brazos por su cintura desnuda. Eran las una de la tarde, y él no había dormido nada. Estuvieron en el edificio hasta más o menos las ocho, y al volver, Cristian parecía demasiado cansado y tenía dolor de cabeza, así que simplemente se duchó y se fue a dormir, mientras que Sean jugaba con Beer en la habitación, le mandaba mensajes emocionado a Leslie y a Vannesa sobre lo que había ocurrido en el edificio y luego estuvo más de una hora cotilleando con Laura, otra media hora escuchando amenazas relacionadas con no hacerle daño a "su niñito" y otra hora viendo fotos antiguas de Cristian. Cristian soplando las velas en su décimo cumpleaños rodeado de niños sonrientes, Cristian con el perro de sus abuelos en la playa, Cristian con su hermano tocando el piano, Cristian con un montón de personas que él no conocía tirados en un sofá viejo y en el suelo. Luego Laura se fue a Dios sabe dónde y antes de marcharse le dijo que se podría quedar en casa todo lo que quisiera. Mejor, porque no quería volver. Leslie y Vannesa habían cogido un autobús a York a las doce y no tenía ganas de ir a su deprimente casa, con su hermano irritante, con su madre de mente cerrada y su padre pasota.

Cogió su móvil de la mesita de noche y como no tenía ninguna notificación importante, se metió en la galería, ya que le ponía que tenía poca memoria, y debería borrar algunas fotos. Y pensó que las fotos que tenía él con Cristian eran mejores que las que había visto en los cinco álbumes que le había enseñado Laura en el salón, mientras que le contaba alguna que otra historia y el asentía entretenido. Él con Cristian en Hyde Park nevado, él y Cristian dándose un beso, con Logan y Alec por detrás metiéndose dos dedos en la boca como si se estuvieran provocando el vómito, Cristian arrugando la nariz porque Sean le había pegado un lametón en la mejilla... Y luego estaba su foto favorita, en la que Beer salía justo en medio de un beso. Sí, sus fotos con Cristian eran mejores.

Al final, no borró ninguna foto y volvió a soltar el móvil. La habitación estaba oscura porque la cortina estaba echada y Beer a veces entraba para cotillear un poco, pero al ver que no pasaba nada se volvía a ir.

Cristian, eres muy bonito durmiendo y todo lo que tú quieras, pero eres más bonito despierto y me aburro.

Fue dejando pequeños besos sobre el hombro desnudo de Cristian, oyéndole quejarse un poco, aunque el único movimiento que hizo fue el de acurrucarse más contra Sean. Así que Sean sacó la artillería pesada.

-¡¿Me has metido la lengua en la oreja?!-exclamó separándose inmediatamente del cuerpo del rubio, que reía sin parar.

-¡Era eso o hacerte cosquillas! ¿Qué prefieres?

Cristian lo miró con los ojos entrecerrados, hasta que finalmente lo único que hizo fue volver a la misma posición en la que estaba antes, acostado y dándole la espalda a Sean. Lo oyó bufar y eso hizo que sonriera un poco.

-Prefiero que te des una ducha, puerco.

No lo vio, pero sabía que Sean había puesto cara de indignación. Sean le pegó una nalgada antes de levantarse de la cama y Cristian abrazó la almohada, abriendo uno de sus ojos para mirar a Sean, que lo observaba desde arriba con las manos en la cintura. Se había quitado los pantalones y llevaba una camiseta de Cristian que era demasiado ancha y grande. Se puso las gafas para verle mejor.

-¿Te duchas conmigo?

La respuesta fue darle de nuevo la espalda, y de nuevo otra nalgada. Oyó a Sean salir de la habitación y notó que Beer se subía a la cama y se tumbaba en la almohada, ronroneando. Se levantó de la cama y corrió la cortina, haciendo que toda la claridad del día entrara de golpe. Abrió la ventana y respiró profundamente. Solo llevaba la ropa interior puesta, pero eso no le importó demasiado a la hora de pasearse por la habitación en busca de su paquete de cigarrillos y algo donde poder echar las cenizas. Se volvió a tumbar en la cama al lado de su gato negro, en una mano el mechero y el paquete de tabaco y en la otra un lapicero del que había sacado todos los bolígrafos en un acto de desesperación al no encontrar otra cosa como cenicero, que dejó sobre la mesita de noche.

NoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora