Capítulo 56

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Jessica Jackson

Martes 28 de Marzo. 9.30

Miro el cuaderno y frunzo el ceño.

-¿Cómo te has estado sintiendo durante este tiempo? -pregunto.
-Algo agobiado pero he podido llevarlo, he hecho mucho deporte y... He dormido demasiado. -explica.
-Se te han ido las ojeras. -comento anotando.
-¿Sí? -sonríe.

Asiento sonriendo, él me observa y aproxima su mano a la mía suavemente.

-No, por favor. -murmuro.
-¿Qué ocurre? -pregunta.
-No puedes tocarme. -susurro.
-No voy a tocar nada que no haya tocado. -dice seguro.
-Es mejor mantener distancias. -aconsejo.

Frunce el ceño, bajo la mirada al cuaderno y cojo aire.

-¿Qué te llevó al alcohol? -pregunto.
-Tú. -susurra.

Lo miro de inmediato, encoje los hombros y se apoya en el respaldo.

-Cuando nos conocíamos ya bebías. -advierto.
-No quiero hablar de eso. -murmura.
-Jesús... Tengo que saberlo. -digo dulce.
-No puedo contarte eso, te daría vergüenza de mí. -se avergüenza.
-Nada me va a sorprender Jesús, tu madre y hermano abusaban de ti, me seguías para meterme a puta, te enamoraste de mí sin darte cuenta y, para colmo, me pones a un tío para seguirme el rastro ¿acaso crees que me sorprenderé? -pregunto.
-Ella era Ruth, en serio, ante mis ojos era una diosa, perfecta, inigualable... Pero ella era todo lo que el diablo escondía. -comienza.
-Tranquilo. -comento dulce.
-Me enamoró demasiado, me enganchó y cuando quise darme cuenta de que quería mi dinero era tarde: estaba embarazada.-susurra.

-Jesús... -murmuro.

Hago un esfuerzo demasiado grande por no levantarme de aquí, besarle como merecemos y susurrarle sobre los labios cuanto lo amo, todo lo que daría por él.

-Cuando la dejé, siempre con la advertencia que ese crío también era mío... Todo sucedió muy rápido, Jess, se tiró por unas escaleras intentando sacarme el dinero y... Joder, no lo logró pero yo perdí a mi hijo. -rompe en llanto.

Me pongo en pie lentamente y me arrodillo frente a él pues está sentado, seco sus ojos con mis manos sintiendo la suavidad de su rostro y muerdo mi labio de rabia.

-Eso te metió en el alcohol. -murmuro.
-Sí, abrí el prostíbulo para usar a las chicas por la rabia que tenía pero llegaste tú dándome una última esperanza, un descanso a esta triste vida y oscuro hombre, tú eras todo lo que necesitaba y aún sigo necesitando pero... También te perdí, es un don ¿sabes? -comenta.
-Yo sigo aquí, ha pasado un año pero míranos, otra vez aquí. -susurro.
-Déjame tocarte. -suplica.
-Ve a casa Jesús, vuelve en un par de días. -me alejo de él.

La oscuridad de tus brazos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora