Capítulo 59

3.9K 120 1
                                    

Daniel Oviedo.

Miércoles 29 de Marzo. 21.00

Ella sale de apartamento puntual como habíamos quedado, alucino con su vestido y muerdo mi labio. "Nada de sexo Oviedo" me autoconvenzo, pues sé que debo estar sin mantener relaciones hasta que ella ordene.

-Daniel. -besa mi mejilla.
-Estás hermosa. -halago.

Sonríe, entra en el coche y conduzco hasta un lujoso restaurante, nos llevan a la mesa donde reservé y agarro su mano suavemente.

-¿Vas a regresar o te quedas en Madrid? -pregunta.
-Quería quedarme un tiempo, el justo para que mi hermano se recuperase del alcoholismo y olvidar un poco todo, pero con vosotras aquí creo que irá para mucho más tiempo del esperado. -explico.

Le dejan la copa de vino sobre la mesa, sonríe amable y bebe de ella mojando sus manos suavemente.

-Has escogido un lugar donde nos pueden ver. -susurra apoyándose en la mesa

Miro sus senos, aparto la mirada y río: me está poniendo a prueba.

-Qué lista eres muñeca. -murmuro.
-¿Qué ha sido de tu vida este año? -pregunta volviendo a una postura más normal.
-Pues ayudé a mi hermano en su trabajo, me hizo dueño de este prostíbulo y... -me calla.
-¿Me has extrañado? -pregunta.
-Elisabeth... Sabes que sí, me dejaste destrozado, no sé en qué instante me enamoré de ti, fue todo tan rápido. -susurro.
-Rápido e intenso. -agarra mi mano.
-No voy a mentirte más, no me he comportado bien este año, estaba ahogado en la pena y... -me frena.
-Relájate Daniel. -suplica.
-Me tiré a muchísimas tías, roto por tu ida, buscaba una piel pasajera para olvidarte por instantes pero... Todas ellas me recordaban a ti, juro que me odiaba cada noche cuando cada gemido se convertían en los tuyos. Siento que te engañé, lo siento. -me sincero.

Me mira con sus dulces ojos teñidos de un rojizo dolorido y baja la cabeza para señalarme qué quiere una vez llega el camarero. Tras dos minutos alza la cabeza secando unas pequeñas lágrimas, sonríe y vuelve a sostener mi mano mostrando el anillo que le regalé.

-Amarte fue sin duda el acto más loco Daniel, como tú has dicho, no sabemos en qué momento pero sucedió. No puedo juzgarte por lo que hiciste, jamás podría, tu hermano se ahogaba el alcohol por mi amiga, tú te follabas a todas y tanto Jess como yo llorábamos en silencio ¿Quién soy yo para juzgarte? -dice con las lágrimas en los ojos
-Muñeca... -murmuro.
-Déjate ya, no quiero llorar. -protesta.
-Entonces se acabó eso de no sexo. -digo sonriendo.
-No bonito, eso sigue en pie, demuestra cuanto me amas. -dice sacándome la lengua.

La oscuridad de tus brazos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora