Capitulo 114

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Daniel Oviedo.
Martes 11 de mayo. 11.00
°
Me siento en una cafetería tras la cita con el psicólogo, suspiro frotandome los ojos y una vez alzo la mirada la veo ahí, en una tienda de bebes.
Me pongo en pie acercandome muy veloz y me acerco nervioso.
~
-Eli. -susurro.
-Hola Daniel. -comenta dulce dandome dos besos.
-¿Cómo estáis? -miro su barriguita.
-Bien ¿y tú? -pregunta.
-Cuando te veo siempre estoy bien. -confieso.
~
Aparta la mirada sonrojada, mira un carrito doble y suspira.
~
-¿Para qué quieres uno doble? -pregunto curioso.
-Tonterías mías. -susurra.
~
Toca su barriga, agarro su brazo suavemente y me mira con los ojos húmedos.
~
-¿Qué ha pasado? -pregunto.
-No te preocupes, es del bebé, tu no quieres saber nada de él. -asegura.
-Muñeca... Es mi hijo, quiero saberlo. -digo serio.
-Son tus hijos... -me corrige.
-¿Qué? -pregunto.
-Vienen dos. -susurra.
~
Me quedo impactado, ella llora y la pego a mi pecho.
~
-Tranquila. -murmuro.
-No entiendes mi situación Daniel. -me aparta.
-Explicamela. -suplico.
-Dejame. -suspira
~
18.00
°
Toda la maldita tarde dándole vuelta a esto, dos bebés y ella sola, abandonada sin nadie que pueda ayudarla día a día, ¿tan mal le esta yendo?
Decido agarrar mis cosas metiéndolas en una maleta y salgo de su casa camino a la de mi hermano, le diré a ella que venga a su casa y yo me buscaré algo.
~
-¿Qué haces aquí? -pregunta mi hermano con la bebé en brazos al abrirme la puerta.
-¿Está Elisabeth? -pregunto.
-Es mejor que te vayas hermano, no se encuentra bien y... -lo freno.
-Quiero darle las llaves de su casa, que vaya a vivir allí, yo me iré. -susurro.
~
Me deja pasar y le veo sobre el sofá, llorando abrazada a su amiga.
~
-Toma. -susurro acercandome.
~
Le doy las llaves de su casa y saco un sobre de mi bolsillo.
~
-El dinero para el carrito de esta mañana, la casa está libre para que puedas vivir allí, yo me marcharé. -aseguro.
-¿Dónde? -pregunta.
-No se. -susurro.
-Daniel... -murmura.
-Porfavor, yo he provocado todo y quiero quitarme del medio, ve a casa. -suplico.
~
Se pone en pie y agarra mi mano.
~
-No te vayas lejos. -suplica.
-Te amo, pero os hago daño. -susurra.
-Bro, puedes quedarte por la zona, es ella la que te pide que te quedes. -dice Jesús.
-Y cuando nazcan, si deseas, puedes venir a verlos. -susurra.

La oscuridad de tus brazos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora