Capítulo 31

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Jessica Jackson
Sábado 11 de Marzo. 12.00
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Camino al mercado pues necesito comprar algo de comida para pasar estos días en mi nueva casa, entro viendo a mi padre y este se acerca rápido al verme.
~
-¿Cómo estás? -pregunta dulce.
-No debe impórtate. -murmuro.
-Eres mi hija, me importas muchísimo. -dice seguro.
-Estoy bien. -respondo.
-Me alegro que te vaya todo bien, de verdad. -comenta muy dolido.
-Me marcho. -digo estrañada.
-Le he pedido el divorcio a tu madre. -anuncia.
-Lo necesitabas. -digo segura.
-Cuando se marche tal vez puedas presentarme a tu pareja. -dice sonriendo.
-¿Jesús? Él no es mi novio. -digo.
-Parecía que sí, os ví muy pegados. -comenta.
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Sonrio sin saber qué responder, bajo la cabeza y encojo los hombros.
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-Adiós Alfonso. -susurro.
-Adiós hija. -sonrie.
~
Me giro viendo a aquel hombre de negro que me a estado siguiendo un tiempo, hago mis compras durante un largo tiempo sin quitarle el ojo, salgo de ahí y veo a Jesús en la puerta aparcado mirando su teléfono.
°
Jesus Oviedo.
Bendigo el momento en el que le puse a este tío para saber donde está, puedo permitirme el lujo de hacer que la veo de improvisto.
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-Pero bueno, mi jefe rancio, pesado y borde. -bromea.
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Giro la cara y me hago el sorprendido, le quito el seguro y entra inclinándose sobre mi para besarme.
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-¿Qué hacías por aquí? -pregunta dulce.
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Mierda Oviedo, la cagas.
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-Tenía que hacer unos recados pero he recibido una llamada importante y pues no me he bajado con la tontería. -excuso.
-¿Y si vienes a mi casa te preparo yo el almuerzo? -pregunto mordiendo su labio.
-Yo también se cocinar. -advierto.
-Pues cocinas tú. -rie.
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Va a tocar mi pecho sin darse cuenta pero agarro su mano como un impulso, me mira sintiendolo y niego dulce.
~
-Poco a poco. -susurro.
-Te amo Jesus. -susurra.
-Me tienes loco. -sonrio.
~
Mira por la ventanilla una vez arranco y suspira.
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-¿Algo que contarme? -comienzo a conducir.
-Alguien me sigue. -anuncia.
-Estás loca, nena. -bromeo.
-No, Jesus, lleva semanas detrás mia. -dice seria.
-Sí ves que va a más dímelo, yo me encargo. -susurro.
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Recibo una llamada, dejo el teléfono sobre un reposa brazo y ella mira el contacto.
~
-¿Quién es Daniel? -pregunta.
-Un pesado. -susurro.
-¿Ese fue el que te llamo aquel día? -pregunta.
-No quiero hablar de eso. -suplico.
-¿Vas a un psicólogo? -pregunta.
-No, ¿por qué? -frunzo el ceño.
-Por lo que he escuchado no es la primera vez que bebes así de fuerte, puedes tener un problema con el alcohol. -susurra.

La oscuridad de tus brazos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora