Capítulo 63

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Elisabeth Gómez.

Viernes 31 de Marzo. 22.30

Bajo del coche entro en el prostíbulo y, una vez en mi camerino, me cambio de ropa para trabajar, me miro en el espejo tras pintar de rojo mis labios y antes de salir veo al guardia con otro ramo de flores.

-Para ti, Elisabeth. -comenta.

Lo cojo, sonrío leyendo la nota pues se me hace muy dulce que estas palabras vengan de un hombre como Daniel: "Te busqué en otros labios, en otra piel y en otras caricias... Sin comprender que como tú jamás las habrá y que mi corazón es exclusivamente para ti. Te amo muchísimo, Daniel Oviedo." Sonrío guardándomela, salgo del camerino y subo al escenario pues hoy me toca bailar, es algo que no suelo hacer pero hoy me toca a mi. Bailo ignorando silbidos, piropos machistas y mucho más pues solo quiero bailar y bajarme de este escenario. Levanto un instante la cabeza del suelo, miro al frente chocando con la imagen de Daniel rodeado de tres chicas mientras habla con el otro hombre que me ordenó el otro día follarme a Daniel ¿por qué tan capullo? Me deslizó de espaldas haciéndoles gritar y siento sus ojos sobre mi cuerpo, sonrío victoriosa y subo de calor el show pues quiero que se sienta tal y como yo me siento. Bajo del escenario y sonrío satisfecha pero esta se borra al verlo acercarse a mí.

-¿Y esa bajada? ¿A qué viene ese baile? -pregunta frío.
-¿Y tú? ¿Qué haces con esas zorras? -reprocho.
-Se me echan encima. -dice serio.
-No voy a pelear contigo, no quiero que piensen algo que no es. -murmuro fría.

Lo aparto pues quiero trabajar.

1.00

El señor me manda mientras besa mi cuello, sonrío coqueta pues está dispuesto a mucho dinero y frunzo el ceño al ver a Daniel acercarse.

-Disculpe, ella tiene que venirse conmigo. -dice serio.
-Ella está conmigo, búscate a otra. -protesta el hombre.
-Soy su jefe y ella debe venir conmigo, le dejo a otra de las muchas chicas que tenemos. -insiste.

El señor suspira soltándome, me pongo en pie furiosa y Daniel tira de mí al despacho. Cierra la puerta y le golpeo el rostro con la mano abierta.

-¿Te crees que soy un perro? -pregunto.
-Elisabeth, relájate. -dice serio.
-¿Quién te crees para tirar de mí de esa manera? -pregunto.
-¡Relájate! -alza la voz.
-Primero con las putas y ahora me quitas al cliente. -digo seria.
-Prefieres estar con él antes que conmigo. -dice serio.
-Él me estaba tratando mejor. -reprocho.

Me pega contra la pared elevando mis brazos sobre mi cabeza y me besa con fuerza, soltando nuestra rabia y ganas de matarnos en un potente y sexy beso.

La oscuridad de tus brazos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora