Capítulo 57

3.8K 123 0
                                    

Elisabeth Gómez.

Martes 28 de Marzo. 23.00

Acabo de pintar mis labios y escucho la puerta. Veo a un guardia con un gran ramo de rosas, lo deja sobre la mesa y sonrío. Me acerco y agarro la nota: "Siete días mimando a mi muñeca, siete rosas tan preciosas como ella. Te espero en mi despacho nena, te amo" Su firma bajo estas palabras.

-Qué capullo eres. -río.

Salgo de mi camerino y dos de mis compañeras me agarran.

-Deja de visitar al jefe y trabaja, llevas días yéndote sin follarte a uno solo. -comenta una.
-El jefe quiere que esté con él ¿qué hago? -pregunto seria.
-Deja que las demás también disfrutemos de él. - protesta otra.

Todas se alejan al verlo y este toma mi cintura serio.

-¿Por qué no venías? Te esperaba, hay que obedecerme aquí. -dice serio.

Reprimo la risa ante su actuación, ellas se miran y yo encojo los hombros.

-Ellas me entretenían, señor. -las acuso.
-Dejen a Elisabeth tranquila, ella trabaja conmigo. -me defiende.

Las chicas se van sin rechistar y una vez en el despacho rompo a carcajadas.

-¿Y esa risa de burro? -bromea.
-Gilipollas. -murmuro.
-Ven aquí. -agarra mi mano.

Me abraza dejando suaves besos en mi cuello y sonrío dulce.

-Las flores... Gracias. -comento avergonzada.
-Me alegro que te gusten. -susurra.

Me apoyo en su mesa, acaricia mi mejilla con suavidad y saca de su bolsillo una cajita.

-¿Otro más? -pregunto.
-Sí. -susurra.

Muerdo mi labio, lo abro viendo un anillo de plata, con una piedra parecida a un diamante, se nota que cuesta demasiado dinero.

-Daniel... -murmuro.
-No digas nada. -sonríe.
-Esto es demasiado. -lo miro.
-Déjame mimarte. -protesta.

Me acerco a sus labios con suavidad dejando un corto y suave beso sobre ellos. Sonríe dulce y agarra mi cintura.

-Mañana te invito a cenar. -susurra.
-Tengo que trabajar. -comento.
-Soy tu jefe. -advierte.
-Bueno, mañana veré qué hago. -me alejo.
-Pero, joder, ven aquí. -protesta.
-Mucho me he pegado a ti hoy. -bromeo.
-Me desesperas. -dice suspirando.

La oscuridad de tus brazos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora