Elisabeth Gómez.
Martes 28 de Marzo. 23.00
Acabo de pintar mis labios y escucho la puerta. Veo a un guardia con un gran ramo de rosas, lo deja sobre la mesa y sonrío. Me acerco y agarro la nota: "Siete días mimando a mi muñeca, siete rosas tan preciosas como ella. Te espero en mi despacho nena, te amo" Su firma bajo estas palabras.
-Qué capullo eres. -río.
Salgo de mi camerino y dos de mis compañeras me agarran.
-Deja de visitar al jefe y trabaja, llevas días yéndote sin follarte a uno solo. -comenta una.
-El jefe quiere que esté con él ¿qué hago? -pregunto seria.
-Deja que las demás también disfrutemos de él. - protesta otra.Todas se alejan al verlo y este toma mi cintura serio.
-¿Por qué no venías? Te esperaba, hay que obedecerme aquí. -dice serio.
Reprimo la risa ante su actuación, ellas se miran y yo encojo los hombros.
-Ellas me entretenían, señor. -las acuso.
-Dejen a Elisabeth tranquila, ella trabaja conmigo. -me defiende.Las chicas se van sin rechistar y una vez en el despacho rompo a carcajadas.
-¿Y esa risa de burro? -bromea.
-Gilipollas. -murmuro.
-Ven aquí. -agarra mi mano.Me abraza dejando suaves besos en mi cuello y sonrío dulce.
-Las flores... Gracias. -comento avergonzada.
-Me alegro que te gusten. -susurra.Me apoyo en su mesa, acaricia mi mejilla con suavidad y saca de su bolsillo una cajita.
-¿Otro más? -pregunto.
-Sí. -susurra.Muerdo mi labio, lo abro viendo un anillo de plata, con una piedra parecida a un diamante, se nota que cuesta demasiado dinero.
-Daniel... -murmuro.
-No digas nada. -sonríe.
-Esto es demasiado. -lo miro.
-Déjame mimarte. -protesta.Me acerco a sus labios con suavidad dejando un corto y suave beso sobre ellos. Sonríe dulce y agarra mi cintura.
-Mañana te invito a cenar. -susurra.
-Tengo que trabajar. -comento.
-Soy tu jefe. -advierte.
-Bueno, mañana veré qué hago. -me alejo.
-Pero, joder, ven aquí. -protesta.
-Mucho me he pegado a ti hoy. -bromeo.
-Me desesperas. -dice suspirando.
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La oscuridad de tus brazos
FanfictionUna chica problemática cae en brazos del equivocado, entre brazos de ese hombre descubrirá un mundo en el que jamás pensó que entraría.