Capítulo 54

4.1K 121 1
                                    

Daniel Oviedo.

Miércoles 22 de Marzo. 23.00

Me acerco a un guardia tras firmar la nota, él se pone más serio al notar mi presencia y me río.

-Déjeme esto sobre la mesa del camerino a Elisabeth, sólo haga eso, sin decir nada. -ordeno.
-De acuerdo, señor. -dice seguro.

Se marcha para cumplir mis órdenes y dos chicas se acercan apresuradas a mi agarrándose a mi cuello cariñosamente.

-Señor. -dice una de ellas.
-Vayan a trabajar. -ordeno serio.
-Podemos animarle. -dice otra.
-A trabajar. -las aparto.

Camino hasta mi despacho viendo en mi teléfono las llamadas perdidas de mi madre.

-Mamá. -comento cuando me lo coje.
-Cariño ¿Cómo estás? -pregunta.
-Bien mami, llevo pocos días fuera, sigo vivo. -comento.
-Te echo de menos. -dice triste. en cuanto sea posible haré una visita. -comento.

Escucho a mi guardia alzar la voz, de inmediato cuelgo a mi madre y me pongo en pie justo en el instante donde la puerta se abre viendo a una furiosa Elisabeth.

-Déjate de notas, poemas y mierdas ¡déjame trabajar! -me grita.
-Relájate Elisabeth. -comento.

Cierro la puerta, ella suspira apoyándose en mi mesa y agarro sus brazos cuando intenta pegarme.

-Es sólo un poema, no ocurre nada más. -susurro.
-Déjame vivir y trabajar como antes, como cuando tú no estabas. -dice seria.
-Deja un poco el odio al lado. -suplico.
-Me usaste como si fuera un puta más en tu vida, sólo para saber de tu hermano que, para colmo, eres un puto monstruo. -dice enfadada.
-He cambiado, juro que he cambiado, y Elisabeth, yo siempre te amé, jamás pongas en duda eso. -digo serio.

Sus facciones se relajan suavemente, mira mis ojos encontrando ese brillo que alumbra a ambos y sonrío.

-¿Puedo soltarte sin que me mates? -bromeo.
-Sí. -murmura.

La suelto, río al ver cómo baja la cabeza y me mira.

-Dame otra oportunidad. -suplico.
-Es pronto, aún tengo mucha rabia acumulada. -dice apartando la mirada.

Me pego a ella, siento cómo muerde su labio deslizando sus dedos por mi espalda pues se toma el lujo de meter las manos por dentro de mi ropa y beso su cuello.

-Yo sé quitar la rabia rápido. -murmuro.
-Vas a estar sin follar mucho tiempo. -me aleja.

La miro sin comprender nada, ella se baja de mi mesa riendo y encoje los hombros.

-Si realmente me amas y no me querías para follar, haremos eso, follaré contigo cuando me demuestres si es cierto que me amas. -explica.

La oscuridad de tus brazos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora