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Cuando salieron de la tienda, Mark estaba pensando en mil y una maneras para conseguir más dinero.

¡Se había quedado pobre!

Aunque no pudo evitarlo, habían muchas cosas lindas en ese lugar. Quiso, pero no pudo.

Bueno, Jeno sería su sustento en lo que conseguía algo más.

—Tendrás que mantenerme hasta que me jubile. — le dijo al menor, recibiendo una mirada incrédula de este.

—¿Qué? — murmuró, viendo al canadiense asentir con falso pesar. —¡Pero si yo no te dije que gastaras todo! — chilló, temiendo por su estabilidad económica.

—Lo siento, querido Jeno. — se disculpó, palmeando su hombro con una sonrisa. —Es el precio que debes pagar.

El rubio iba a reclamar, pero Mark aceleró el paso.

—Además. — exclamó Jeno alcanzándolo rápidamente. —No creo poder mantenerte de todas formas, quedé igual o más pobre que tú.

Los dos chicos se miraron, luego pasando su vista hacia las bolsas que cargaban. Habían comprando de todo, desde juguetes, collares, comida, platos para la comida, y hasta una correa que Mark estaba seguro de que no usaría jamás. Suspiraron al unísono, resignados. Eso les pasaba por débiles. Terrible.

Una duda surgió en la cabeza del rubio. —Oye, hyung. — llamó, obteniendo de inmediato la atención del canadiense. —¿Dejas a Haechan al cuidado de alguien? — alzó una ceja al ver que Mark negaba, confundido. —¿Lo dejas sólo?

Ahora asintió. —¿Tiene algo de malo?

Jeno hizo una mueca, preocupado. —Hay muchas personas a las que les robaron sus mascotas, ¿sabes? — comentó, Mark lo miró atentamente. —O podría escapar y perderse. No tiene mucho tiempo de estar aquí. — miró hacia arriba, pensando en la posibilidades que dejar a un felino de siete meses sin alguien cuidándolo podría significar. —También podría destrozarlo todo, igual no hay nadie vigilándolo... — murmuró, pero Mark ya no le estaba prestando atención.

El canadiense miraba a un punto fijo de la pared pintada de la casa frente a ellos, deteniéndose, en su pecho se albergaba una presión extraña que surgía ante el simple pensamiento de su mascota siendo secuestrada o perdiéndose.

Sonará ridículo, pero eso para él era impensable. Llevaba poco tiempo con el felino haciéndole compañía, pero se había encariñado con facilidad.

—¿Mark? — preguntó Jeno viendo con preocupación al canadiense.

Su mente repitiendo las imágenes de su pequeño felino siendo alejado de él lo dominaban. Sus sentidos estaban nublados, sus piernas se movieron sin permiso. Así que no supo en qué momento empezó a correr hacia el edificio en que vivía, la voz de Jeno llamándolo detrás.

El rubio chasqueó la lengua, apresurando el paso hasta casi correr para alcanzar al mayor. Después de todo no estaban tan lejos, y su condición física era mucho mejor que la de Mark, por lo que lo alcanzó a pocos pasos de la entrada.

Llegaron al mismo tiempo, Mark sacando las llaves del departamento con rapidez.

Cuando abrió la puerta, se llevó una sorpresa no muy grata.

cat || markhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora